sábado, 9 de abril de 2011

HISTORIA DEL BOMBARDEO E INCENDIO DE CHINANDEGA EN 1927.

HISTORIA DEL BOMBARDEO E INCENDIO DE CHINANDEGA EN 1927.: "
PILOTOS MERCENARIOS LEE MASON Y WILLIAM BROOKS
1927: Lee Mason y William Brooks, pilotos mercenarios de la Fuerza Aérea Conservadora Nicaragüense que contribuyeron a incendiar Chinandega. Una de las tragedias demasiado frecuentes en la historia de Nicaragua ha sido la importación de mercenarios para que hagan el trabajo sucio de matar nicaragüenses en defensa de los mútiples gobiernos inescrupulosos, corruptos, sanguinarios e inhumanos. Tales mercenarios han sido importados con diversos pretextos y con denominaciones hipócritas como «rifleros», «falangistas», «internacionalistas», etc. Por ejemplo, William Walker y sus filibusteros fueron contratados por Francisco Castellón y Máximo Jerez, jefes del Partido Democrático, para combatir y aniquilar a los nicaragüenses del Partido Legitimista.

Los mercenarios Lee Mason y William Brooks fueron contratados por el gobierno conservador de Adolfo Díaz, para conformar la Fuerza Aérea Conservadora para bombardear a las tropas liberales nicaragüenses, alzados en rebelión en la llamada Guerra Constitucionalista Liberal de 1926-1927. Esta Fuerza Aérea Conservadora, fue la primera arma aérea en la historia de Nicaragua. En Mayo de 1926, los Liberales se lanzaron a una nueva guerra civil en Nicaragua, contra la dictadura del Gral. Emiliano Chamorro, que desató una brutal represión contra los Liberales después de perpetrar el golpe de estado contra el gobierno constitucionalmente electo del Presidente Carlos José Solórzano y el Vicepresidente Juan Bautista Sacasa.

Los Liberales iniciaron la insurrección en la Costa Atlántica Nicaragüense y el presidente de facto, Emiliano Chamorro, caudillo del partido Conservador, alistó tropas reclutadas a la fuerza en las haciendas de los terratenientes conservadores, incluso mandó contra los rebeldes a los bisoños soldados de la recién fundada Guardia Nacional de Nicaragua y corresponde a Chamorro haber fundado la primera fuerza aérea. El Gral. Humberto Pasos Díaz, general conservador y primer piloto nicaragüense, había traido a Nicaragua dos biplanos Hisso-Laird-Swallow con el propósito de establecer la primera empresa de transporte aéreo en Nicaragua; pero cuando Chamorro vio los aeroplanos, los arrebató a su propietario para hacer su fuerza aérea y utilizarla contra los rebeldes. Contrató a los mercenarios norteamericanos William Brooks y Lee Mason y les concedió el rango de Mayores. Al dueño de los aviones, Gral. Humberto Pasos Díaz le nombró Asesor Técnico y a un tercer mercenario norteamericanos de nombre Irvine Rutledge le nombró Jefe de la Fuerza Aérea. El 17 de Agosto de 1926 esta nueva arma aérea realizó su primera misión de combate, cuando los dos biplanos atacaron con fuego de fusiles e improvisadas bombas de dinamita, al famoso barco mexicano Concón, contratado por los rebeldes liberales para transportar armas para la revolución.

Las bombas consistían en candelas de dinamita amarradas a una botella de amoniaco con una corta mecha que Brooks y Mason encendían con los puros que fumaban y lanzaban procurando hacer blanco, pero estas bombas eran más ruido que destrucción y rara vez lograban impactar el objetivo, pero amedrentaban e intimidaban, por otra parte eran vulnerables al fuego de fusiles y ametralladoras. Los dos biplanos estuvieron involucrados en misiones de reconocimiento y bombardeo en coordinación con las tropas conservadoras del Gral. Roberto Hurtado, en la región de Cosiguina, donde operaban columnas guerrilleras Liberales. Cuando los guerrilleros cortaron las líneas telegráficas entre Managua y Corinto, los aviones Constabularios realizaron vuelos de enlace, transportando documentos y comu nicados a las tropas del gobierno conservador que operaban en la zona. La Fuerza Aérea Conservadora continuó operando contra la rebelión Liberal cuando Estados Unidos expulsó de la Presidencia y del gobierno al Gral. Emiliano Chamorro y arbitrariamente nombró como Presidente a Adolfo Díaz, quien inmediatamente que asumió el poder el 11 de Noviembre de 1926, firmó una petición oficial para el desembarco en Nicaragua de más tropas norteamericanas, un documento evidentemente preparado por los mismos norteamericanos, pretextando «proteger la vida y propiedades de los ciudadanos norteamericanos en Nicaragua». Aunque la realidad es que el objetivo de las tropas norteamericanas era vencer a los revolucionarios Liberales.

En Enero de 1927 desembarcaron en Bluefields y Corinto los regimientos US Marines, junto con gran cantidad de armas y un tercer avión Hisso-Laird-Swallow comprado por EE.UU. directamente en la fábrica. En ese mismo Enero de 1927, el ejército Liberal, comandado por el Gral. Francisco Parajón, un oficial profesional, graduado en la Academia Politécnica Militar del gobierno del Gral. José Santos Zelaya. Los objetivos de Parajón son las ciudades de Chinandega y León, pero debe enfrentar primero a las tropas conservadoras comandadas por el Gral. Alfredo Noguera Gómez, produciéndose el combate de Las Grietas, donde Parajón se alzó con la victoria y después marchó sobre Chinandega, donde el gobierno había reforzado sus tropas bajo el mando del célebre general conservador Gral. Bartolomé Víquez, alias La Julunga, que recibió el embate del ejército Liberal y se tuvo que atrincherar en las iglesias de El Calvario y Santa Ana parroquia de la ciudad de Chinandega. Para despejar el área alrededor de las iglesias, el Gral. Víquez mandó a destruir y quemar las casas que podrían ser utilizadas por las tropas enemigas para atacar los templos, convirtiendo en plazas perimetrales los escombros. Así comenzó el incendio de Chinandega; aunque después de la guerra, como es natural, La Julunga Víquez alegó que el incendio lo iniciaron los Liberales. El 6 de Febrero, los rebeldes tenían sitiado al Gral. Bartolomé Víquez y a sus tropas con un férreo cerco, no sin antes librar una encarnizada batalla cuadra por cuadra, que dejó innumerables muertos y heridos en ambos bandos. Ese mismo día, el Presidente Díaz autorizó al Mayor norteamericano USMC James J. Meade para que sus Marines relevaran a las tropas Conservadoras que defienden Managua, porque la caída de Chinandega, la capital quedaba seriamente amenazada.

El Presidente Díaz mandó a Chinandega al Gral. Humberto Pasos Díaz en el avión nuevo, llevando como copiloto al Capitán Carlos Emilio Samayoa e intentaron aterrizar en el aeródromo chinandegano de El Picacho para avisarle al Gral. Bartolomé Víquez que resistiera el sitio de los Liberales de Parajón en la Parroquia, porque ya estaba en marcha un ejército de cuatro mil soldados comandados por el Gral. Alfredo Noguera Gómez (el mismo que fue derrotado por Parajón en Las Grietas) y por el Gral. Diego Vargas Abaúnza, que llegaban en su auxilio. Pero cuando el biplano de Pasos Díaz se aproximaba a la pista de El Picacho, fue recibido a balazos por soldados liberales. Entonces Pasos Díaz decidió improvisar un pequeño paracaídas y sobrevoló la Parroquia de Santa Ana, pero los disparos de la fusilería de los liberales desde tierra le obligaron a elevarse; lanzó el paracaídas con la información para Víquez, pero el aire caliente de los incendios desvió el casquete de tela que fue a caer a las manos de las tropas de Parajón.

Al enterarse Parajón de la proximidad de las fuerzas del gobierno conservador en número superior a las suyas, ordenó un ata-que general contra la fortaleza de la Parroquia de Santa Ana. El Gral. Humberto Pasos Díaz regresó a Managua e informó que su misión había fracasado y que el mensaje del paracaídas había llegado a manos del Gral. Parajón. Fue entonces que el Presidente Díaz ordenó el ataque aéreo a las posiciones Liberales en Chinandega.

En el cielo de Chinandega aparecieron dos aviones de la Fuerza Aérea Conservadora del gobierno que comenzaron a lanzar bombas sobre las posiciones liberales sin ninguna precisión. Todos los «historiadores» afines a los conservadores ocultan este bombardeo aéreo sobre la ciudad de Chinandega que contribuyó enormemente a causar los incendios y la destrucción del centro de la población, pero el Gral. Vernon E. Magee de la Infantería de Marina de Estados Unidos, USMC, cuyas tropas intervenían en Nicaragua, no tenía ningún com-promiso con los conservadores del gobierno de don Adolfo Díaz Recinos y confirma categóricamente y revela en su libro detalles del bombardeo aéreo contra Chinandega. Dice el Gral. Magee en su libro «Contra las guerrillas de Sandino en Nicaragua»: «La única semblanza de aeropuerto que podía obtenerse en Managua, era un potrero inculto en uso por la “Fuerza Aérea Nicaragüense” --una organización cuasimilitar-- que sólo consistía de dos biplanos Laird-Swallow dotados de motores Curtis Ox5, y dos pilotos norteamericanos: William Brooks y Lee Mason. A ellos deben acreditarse los primeros esfuerzos de apoyo aéreo en la campaña nicaragüense, especialmente en el combate de la ciudad occidental de Chinandega».

La manipulación histórica de los historiadores conservadores sobre el bombardeo sobre Chinandega, también fue desmentido por el propio William Brooks, piloto mercenario al servicio del gobierno conservador de Adolfo Díaz, en un artículo escrito por el mismo Brooks y publicado en The New York Times en Marzo de 1927, donde relata y testifica: «...Las operaciones aéreas en conexión con la Batalla por Chinandega comenzaron en la mañana del Domingo 6 de Febrero. El Mayor Lee Mason, quien en ese tiempo fungía como jefe del Servicio Aéreo, había enviado un automóvil a recogerme y llevarme al campo aéreo, en donde debía prepararme para una salida de combate. Los Liberales, según me informó Mason cuando me reuní con él, habían tomado posesión de Chinandega, la importante ciudad del Occidente de Nicaragua, y el presidente Adolfo Díaz había resuelto utilizar nuestros aeroplanos en los esfuerzos que habrían de hacerse por recuperarla. Cerca del mediodía finalmente despegamos, Mason en el aeroplano Swallow nuevo, equipado con un potente motor Hispano-Suiza, llevando una cámara fotográfica y una ametralladora Lewis; mientras que yo lo hice en el Swallow viejo, que tenía un motor OXX de 100 caballos de fuerza con el acelerador totalmente abierto. Yendo en una máquina con tan poca potencia, lo único que podía llevar conmigo era una cámara, mi pistola automática, un rifle y algunos cartuchos de dinamita. Luego de despegar del valle de Managua y cruzar las montañas, nos aproximamos a Chinandega buscando ubicar las posiciones Liberales y Conservadoras, que según nos habían informado, estaban operando alrededor de la ciudad. Sin embargo no conseguíamos ver a nadie moviéndose en tierra. Al sobrevolar la ciudad, notamos que dos cuadras completas en el área de negocios estaban ardiendo, el humo elevándose hasta unos 5000 pies. Tomé unas cuantas fotos del incendio y luego procedimos hacia Corinto para estudiar la disposición de las tropas allí y recargar combustible. A las 5:00 PM despegué nuevamente con rumbo a Chinandega. Al aproximarnos noté que tropas Conservadoras estaban atrincherándose a lo largo de la línea férrea que conduce al poblado de Philadelphia, a más o menos tres millas de Chinandega. En esa ciudad, se podían escuchar gran cantidad de disparos, mientras que el incendio ahora se extendía casi nueve cuadras. Nadie pareció notar la presencia de mi avión mientras descendía silenciosa-mente con el motor cortado. Sin embargo, cuando alcancé los quinientos pies, ametralladoras pesadas empezaron a dispararme desde tres puntos distintos. Inmediatamente procedí a mover los pedales de mi avión, haciendo que se moviera de un lado a otro violentamente y así poder esquivar las balas. En la segunda pasada ideé un plan para asustar a mis “admiradores”. Tomé el con-tenedor en donde llevaba los rollos de película y lo vacié en el piso de la cabina, luego introduje varios cartuchos de balas en él para agregarle peso, lo cerré y luego lo tiré a tierra, muy cerca de una de las posiciones desde donde me atacaban. Las tres ametralla-doras callaron inmediatamente luego de que el contenedor cayera estruendosamente. Los artilleros se tiraron al suelo y permanecieron así lo suficiente para darse cuenta que “la bomba” no estallaría, pero igual, siguieron en el suelo por varios minutos más. Finalmente, cuando cayó la obscuridad retorné a Managua. A la mañana siguiente, los mecánicos nicaragüenses descubrieron no menos de diez agujeros de bala en las alas y fuselaje de mi avión. Por su parte el avión del Mayor Mason había regresado con once agujeros, todos muy cerca de la cabina del piloto». Brooks minimiza su papel sobre Chinandega y no menciona ningún disparo realizado con su pistola, ni con su rifle ni lanzamiento de las candelas de dinamita, pero relata que «lanzó una bomba de mentira y que las ametralladoras cesaron sus disparos porque creyeron que era una bomba de verdad», obviamente como las que había lanzado anteriormente. Lee Mason y William Brooks realizaron numerosos vuelos en los que lanzaron candelas de dinamita amarradas a botellas de amoniaco y el mismo Brooks nos dice que en su «segunda pasada el incendio se había extendido». Pero la participación y el testimonio de Brooks no concluyó con lo anterior, sino que nos relata lo que ocurrió en los días sucesivos, cuando las tropas del gobierno conservador se aprestaban para asaltar Chinandega desde las montañas circundantes. Uno de los aviones, pilotado por Mason, fue enviado a lanzar mensajes con instrucciones a los comandantes conservadores a cargo de la operación. El avance sobre Chinandega se realizó temprano por la mañana. Cerca del mediodía, es Brooks quien voló hacia «Philadelphia» con la misión de atacar las posiciones Liberales en ese poblado. (Todo hace indicar que se Philadelphia era el nombre en clave de El Viejo). He aquí la narración en las propias palabras de Brooks: «...Arribé a Chinandega a una altitud de 2000 pies. Un parche blanco sobresalía en el entorno verde de la ciudad, formado por las cenizas del incendio de los negocios y por el cual --más adelante-- se nos culparía a Mason y a mí. No había movimiento en la ciudad, por lo que proseguí a mi objetivo: el poblado de «Philadelphia».

Poco antes de arribar, noté que no había movimiento de tropas Liberales pero, en cuestión de segundos, las balas empezaron a impactar las alas de mi avión. Fue entonces cuando me di cuenta de que varios francotiradores me disparaban desde los árboles circundantes. Cuando estaba sobrevolando el centro del pueblo, una bala atravesó el piso del avión, pasando entre mis piernas, yéndose a estrellar finalmente en el tanque de combustible suplementario del ala superior. Minutos antes había decidido no usar mis bombas en el pueblo, pero los impactos de bala me enojaron, por lo que pensé que un par de explosiones vendrían bien para calmarlos. Primero lancé una candela de dinamita en un contenedor lleno de esquirlas. Luego de la explosión todo el paisaje pareció elevarse. Cuando el polvo finalmente se asentó, pude ver a las tropas Liberales corriendo por todo el pueblo, tratando de cubrirse en trincheras y agujeros; algunos soldados agitaban sus sombreros al viento, quizás tratando de rendirse, pero cuando yo entraba en picada sobre ellos, salían corriendo a toda velocidad a cubrirse detrás de lo que podían. Poco después decidí realizar un patrón circular sobre Chinandega, a tres millas de distancia, mientras que los francotiradores volvían a la carga sobre mi avión. Una bala atravesó una de las alas inferiores, pasando muy cerca del arco de la hélice, lo que me hizo pensar que quizás era mejor terminar mi trabajo y salir rápido de allí. Fue así que me dediqué a localizar las posiciones de los francotiradores para lanzarles candelas de dinamita. El congestionamiento de tráfico que siguió a las explosiones fue probablemente el peor en toda la historia de Chinandega. Alguien seguramente les dijo a los pobladores que la mejor forma de toparse con las bombas era salir a la calle. Hombres, mujeres y niños corrían por todo el pueblo, incluyendo a través de la plaza. Parecían presas de la locura, dirigiéndose en cien direcciones a la vez. Sin embargo los francotiradores no se habían asustado ésta vez, y siguieron disparándome. No hay blindaje en el piso de éstos aviones, por lo que me empecé a sentirme intranquilo cuando una bala abrió un enorme agujero en el piso de la cabina. Para empeorar las cosas, el tanque principal fue perforado por otro proyectil, por lo que decidí lanzar mi última bomba en un terreno baldío y regresar a Corinto. Cuando la bomba estalló, la locura se apoderó de la población, todo el mundo empezó a correr.

Finalmente, cuando aterricé, los mecánicos contaron 14 agujeros de bala en las alas y fuselaje de mi avión (En la foto de la derecha, Brooks muestra los agujeros de las balas de los Liberales). El Mayor Mason regresó de su misión a las 4:15 PM, al descender de la cabina me dijo que probablemente sería necesario que yo regresara a Chinandega a ayudar a las tropas Conservadoras en los combates. Cuando regresé, los Liberales agitaban grandes sábanas blancas, por lo que me dirigí hacia las posiciones Conservadoras para tratar de avisarles que los rebeldes se estaban rindiendo. Primeramente les lancé un mensaje escrito, pero no ocurrió nada. Luego decidí hacer pasadas a baja altura gritándoles, pero igual permanecieron en donde estaban. Finalmente tuve que abandonar el lugar sin lograr que los Conservadores aceptaran la rendición de los rebeldes liberales. La mañana siguiente los Liberales habían cambiado de parecer y opusieron férrea resistencia cuando las tropas del gobierno avanzaron sobre la ciudad...» No existe un registro exacto de cuantas misiones ejecutaron Mason y Brooks. Sin embargo, en las publicaciones de Brooks a The New York Times se evidencian las primeras tácticas de apoyo aéreo a tropas en tierra implementadas por estos dos pilotos, nunca antes utilizadas en ninguna guerra, así como el tipo de armamento casero que usaban en sus misiones. Es importante notar que todo esto ocurría días antes de que los Marines tomaran las riendas de la guerra en Nicaragua, incluyendo la operación de aviones de combate en el proceso. De hecho, muchas de las experiencias de Brooks y Mason fueron implementadas por los aviadores navales norteamericanos, quienes al final de cuentas, serían los que refinarían y perfeccionarían el concepto de Apoyo Aéreo Cercano especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, los cuales son aplicables incluso en el presente. El 19 de Febrero de 1927, una compañía de Marines ocupó la ciudad de Chinandega y apareció una nueva Fuerza Aérea de la Infantería de Marina. Brooks y Mason fueron discretamente retirados enmedio de fuertes críticas internacionales acusándoles de mercenarios e incendiarios.. LIC:RENE DAVILA. 09040011"

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