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domingo, 25 de diciembre de 2011

POETA CHINANDEGANA "MAGDALENA UBEDA"



Escritora (poesía y prosa), profesora, promotora cultural. Nació en Chinandega y reside en Estelí desde hace cuarenta años. Licenciada en Historia y Letras. Ex Diputada de la Asamblea Nacional de Nicaragua (1990-1995) y Ex Directora General del Instituto Nicaragüense de Cultura (INC) en 1995.Úbeda de Rodríguez presidió en su momento la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional.
También se ha destacado por la constante promoción cultural del departamento de Estelí.
Ha publicado poesía en los suplementos culturales del país, dos libros de ensayos y numerosos artículos de opinión en los diarios nacionales. Incluida en la Antología "La Mujer Nicaragüense en la Poesía" compilada por Daisy Zamora en 1992
Bibliografía
1. Estelí 79 (Managua: Editorial Alemana, 1979)
2. El arte en la democracia (Managua: OEA, 1997).
LIC:RENE DAVILA /231211

lunes, 5 de septiembre de 2011

SEMBLANZA DEL POETA CHINANDEGANO JULIO ICAZA TIJERINO.

SEMBLANZA DEL POETA CHINANDEGANO JULIO ICAZA TIJERINO.:
A fines de la semana pasada murió el destacado intelectual y político e ideólogo conservador, Julio Icaza Tijerino.

Nacido en 1919, dedicó toda una larga vida al estudio, a la meditación sobre la problemática y destino de los pueblos hispánicos y su compleja inserción en el sistema capitalista internacional, analizando su identidad social, racial, religiosa y cultural, dentro de una perspectiva integral que viene de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Ortega y Gasset y otros pensadores de la Generación del 98.

El conservatismo militante de Icaza no viene, pues, de una postura oportunista o por veleidades aristocratizantes, sino por su vocación de estudioso de la hispanidad y lo hispánico como factor de identidad metafísica y cultural frente al imperialismo anglosajón.

De tu profunda presencia no se puede saber nada, pero yo veo lo que diremos cuando te vayas:

Gran pájaro soñoliento parecía Julio Icaza.

Habitante del silencio su misterio se esperaba

Pero al hablar, de repente, se rompía su distancia en bondad; así al quebrarse brillan las sombrías aguas.

Y una sonrisa de niño le iluminaba la cara.

Así entre el sol por el árbol cuando lo mueve una racha.

Se hacía más cariñoso cuando el invierno llegaba.

Ya alguna vez en su frío nos nombraba a Nicaragua".


Ubicado entre los poetas inmediatamente posteriores a la generación de Vanguardia, autor de una obra poética breve, pero profunda y significativa, Julio Icaza Tijerino (1919) es sobre todo conocido como sociólogo, político, jurista, crítico, ensayista y teórico de la cultura.

Pese a haber publicado dos poemarios en los años 1959 y 1960 (Poemas del campo y de la muerte, Agora, Madrid; Tierra de promisión, Managua, Ministerio de Educación, Managua), el primero ampliamente elogiado por Pablo Antonio Cuadra, Oreste Macri, Alfredo Roggiano y Vicente Aleixandre, no podemos decir que su poesía haya sido lo suficientemente valorada, teniendo en cuenta la unidad raigal de su voz, la fineza de su dicción, la intensidad de sus visiones y, por supuesto, la sustancia histórica subyacente no solo en sus poemas propiamente cívicos o épicos, sino en sus textos estrictamente líricos, personales, amorosos y telúricos. Un poeta muy cercano Luis Alberto Cabrales, por ejemplo, con quien comparte afinidades de estilo y parecidos deslumbramientos ante las primeras lluvias del invierno y, la misma furia antimperialista y la misma obsesión por la genealogía remontada a los límites de la historia y los mitos fundadores. Esto, solo por poner un ejemplo nicaragüense, y para ser más específico, chinandegano.

Lo cierto es que Icaza Tijerino, hombre fundamentalmente estudioso no solo del fenómeno cultural del mestizaje hispanoamericano y las diversas prácticas políticas y jurídicas del continente, sino de la naturaleza y esencia de la poesía nicaragüense e hispanoamericana, comenzó a escribir muy joven, logrando poemas reveladores de un intenso impresionismo que llegará a su plena madurez en sus Poemas del campo, calificados por el siempre lúcido Pablo Antonio Cuadra como "finamente exterioristas, de delicada y poética objetividad".

Ese poeta impresionista y juanramoniano, con tendencias al silencio y a la contemplación mística, ese poeta que nos da no el paisaje, sino retazos o detalles del paisaje, poesía en voz baja como una oración, el que nos describe el gran poeta y humanista español José María Valverde descubridor también, de Carlos Martínez Rivas, en un retrato memorable que nos recuerda el de Antonio Machado por Darío. Un poema en octosílabos ("Retrato de Julio Icaza") incluido en su libro La espera (Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1949).

Son evidentes las muestras de esa poesía impresionista y delicadamente espiritual en el período que va de 1936 a 1953, la cual podemos leer en la primera sección de su Poesía Reunida (1936-1993), publicada en 1994 por Jorge Eduardo Arellano. Ahí tenemos piezas características del poeta como "pájaro soñoliento", un poeta todavía inmerso en la atmósfera post-modernista y post-simbolista.

"Piano", "Canción", "Paisaje espiritual" y "Egloga de invierno" son ejemplos elocuentes:

"Tiene la lluvia fina un aire triste
que viste al cielo de desilusión,
y que hace al alma derramar sus lágrimas.
Está lloviendo en nuestro corazón".

("Piano")

"Escribir con el dedo sobre el cristal dormido
de tu remanso claro, un claro verso mío,
y decirlo en voz baja como en una oración,
para que el alma sea como un pájaro herido
que arrastra la corriente porque cayó en el río,
sangrando la armonía de su letal canción".

("paisaje espiritual")

"La lluvia es como el llanto de Dios. En el pañuelo
de la llanura pone las montañas su arruga.
Los caminos dibujan iniciales humanas.
En las praderas brillan al sol celestes lágrimas".

("Egloga de invierno")


Sin embargo, ya en este primer período de producción poética, nos encontramos otras vertientes, otras preocupaciones que llegarán a ser más importantes que la inicial, por lo menos desde el punto de vista de su resonancia y su significación política. Me refiero a la exaltación de los valores cívicos, el sentimiento patriótico y la visión de los pueblos hispánicos marginales enfrentados al imperialismo anglosajón, la exaltación de la identidad hispanoamericana y la visión del mestizaje como una esencia milagrosa y ecuménica, algo que Icaza hereda de Darío. Martí, Rodó y de los otros modernistas no tan famosos ni de tan vasta obra, pero originales y sinceros en cuanto a la percepción del tiempo histórico.

Esta preocupación, constituida en una constante poética que se redondeará orgánicamente en su largo poema, dividido en nueve cantos, Tierra de promisión, es inseparable de sus prolongados y rigurosos estudios sobre sociología de la política hispanoamericana, sobre la cultura hispánica y la crisis, de Occidente, estudios precursores, en cierta forma, de la llamada "filosofía de la liberación" que abunda hoy por todos lados en el continente. Estudios a los que hay que agregar sus investigaciones darianas y, sobre todo, su fundamental ensayo sobre el ser y carácter de la poesía hispanoamericana, incluido en su breve libro titulado La poesía y los poetas de Nicaragua, editado por la Academia de la Lengua en 1958.

LIC:RENE DAVILA / 03090011

domingo, 4 de septiembre de 2011

COMENTARIOS DEL LIBRO" ATRAPA SUEÑOS "DEL NOVEL POETA CHINANDEGANO JUAN FRANCISCO DURAN.

COMENTARIOS DEL LIBRO" ATRAPA SUEÑOS "DEL NOVEL POETA CHINANDEGANO JUAN FRANCISCO DURAN.:
Siempre me alegra la presentación de un libro. Hoy, mi alegría es doble pues se trata de la presentación del libro de poemas de un joven, lo que asegura la continuidad de la poesía en Nicaragua por los nuevos relevos.

Me corresponde el privilegio de presentar el poemario “Dreamcatcher”, del poeta chinandegano Juan Francisco Durán Romero, cuyo título se puede traducir como atrapasueños o cazador de sueños. El atrapasueños es un adminículo elaborado a mano por los indios de la cultura Ojibwa de norteamérica cuya base es un aro fabricado con madera de sauce, con una red floja en su interior y decorado principalmente con plumas.

El atrapasueños filtra los sueños, dejando pasar las visiones positivas por el centro de la red hacia la persona que duerme. Los sueños no recordados bajan lentamente por las plumas. Las pesadillas quedan atrapadas en la malla y se desvanecen con el primer rayo de luz al amanecer.

Algo similar a este objeto mágico es lo que ha construido Juan Francisco con este poemario pero con una diferencia: filtra hacia el que sueña (el poeta que crea la obra y los lectores que la hacemos nuestra),tanto los sueños más deseados como las pesadillas más temibles, las luces y las sombras, las bendiciones y las maldiciones, lo sagrado y lo profano, es decir, todo aquello que constituye lo humano.

El libro tiene una extensión de 70 páginas y está dividido en cuatro partes. Lleva como subtítulo una expresión en latín: “Audite somnium meum quo d vidi”, (“Escucha el sueño que tuve”),donde se enfatiza nuevamente en el mundo de la creación poética a la que se identifica con sueño, ensoñación.

Sin embargo, ya lo adelantábamos, no se trata de entender el “sueño” como algo evanescente, alejado de la realidad, sino más bien la expresión sincera, como una especie de confesión del poeta, después de haberse metido de lleno en la vida y haber experimentado sus penas y alegrías, sus gozos y sus penas.

El poemario tiene tanto textos en prosa como en verso. Los poemas están escritos de forma libre, muy bien trabajados y las palabras cobran significados según la posición que ocupan: hay versos formados por una sola palabra, y esta palabra puede ir al inicio de una línea o al final de otra, ubicación que le da una grafía y un significado especial. En otras ocasiones utiliza el encabalgamiento.

La expresión a veces rompe con la lógica, es fragmentaria sin perder unidad. Utiliza onomatopeyas, grafías especiales. Los poemas a veces adoptan un tono coloquial, muy confianzudo y se expresan en primera persona. Los textos en prosa son difíciles de clasificar: descripciones, situaciones, anécdota, simulaciones o parodias de tipos textuales muy formales (el escolasticismo). Los textos en prosa aparecen en su mayoría en la primera parte del poemario. En la cuarta parte hay otro texto en prosa.

La primera parte lleva el subtítulo de “León en bicicleta”, aludiendo a un despacioso recorrido por las calles de dicha ciudad colonial y muy religiosa donde el poeta vivió por cierto tiempo. El epígrafe fue tomado de la primera parte del Quijote: “Hacerse poeta, que según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza”, y claramente alude a la pasión por la poesía. La mera mención del Quijote nos remite a la imaginación. El libro sería una muestra de esa enfermedad incurable que empieza a atacarlo. En este periodo leonés las preocupaciones existenciales y religiosas eran centrales para el novel poeta.

También vamos a hacer junto con el poeta un recorrido por la ciudad metropolitana. Los temas de esta primera parte tienen que ver con el amor frustrado o consumado (“Hagamos un trato”); la crítica a los que se creen dueños de la verdad y lo que hacen es robar las almas de los hombres (“Invectivas a los fariseos”); la búsqueda del Cristo “de los pies cansados”, identificado en su sufrimiento con el hombre o la mujer comunes: “con el aborto de Cecilia y la mentira de René” (“El Cristo y mis rosarios”); “La Boaqueña es un poema erótico en el que la voz poética se muestra en una situación incómoda: está a la espera de la mujer amada y el tiempo se le hace tan largo que se desespera y dice que no tiene intenciones de esperarla, pero es mentira y la espera y piensa en la gloria de estar con ella; “Tránsito le vemos” es un poema extraño, difícil, parece escrito por alguien en un estado alterado de la conciencia. Los textos en prosa aluden a la admiración o a la inquietud del poeta por algo o alguien (“Efebofilia”);a distintas situaciones ficticias o reales (“A mi prima”), donde el poeta vive una experiencia soñada o vivida con una prima; la venganza del poeta frente a los politiqueros(“Punto Alfa”), que nos recuerda “El rey burgués”, de Darío; el pequeño texto en prosa “Las buenas historias empiezan hoy; deja que tus sueños abran la puerta”, es una clave de interpretación donde nuevamente el poeta consciente o inconscientemente relaciona sueños e historias, obra poética y lector: parece que el poeta dejó por allí su cuaderno con sus poemas, y alguien los leyó y escribió la frase que da título a este breve texto; “Lecciones de Escolástica” constituye una reflexión filosófica a partir de algunas lecturas de Tomás de Aquino. En ella, a la manera escolástica, el poeta se pregunta por la belleza y la felicidad.

Primero presenta una serie de argumentaciones en las que se concluye en que no es el más bello y feliz de los hombres. Luego presenta unas contra argumentaciones en las que afirma sentirse el más bello y feliz.

La segunda parte del texto se titula “Granada a pie”. En este caso el poeta manifiesta su experiencia granadina. Desde el inicio se nos hace ver que el poeta busca inspiración en el cementerio frente a la tumba de Carlos Martínez Rivas, gran referente de la poesía nicaragüense, del cual al inicio, en una especie de epígrafe se alude al creador de “La insurrección solitaria”: “…y Carlos se refugia en su silencio”.

El escenario del cementerio prefigura un tono más sombrío de los temas de la primera parte. “Otra larga espera” expresa su admiración e identificación con Carlos Martínez Rivas “herido en la lucha por la sobrevivencia”. El poeta contempla el paisaje desolado de la vida y siente, y sufre y espera al igual que Carlos. Los “párrafos de tinta sangre”, expresión del dolor, paradójicamente serán su salvación.

En “Te dejo Granada”, el poeta se muestra indignado por aquello en lo que se ha convertido la Gran Sultana. La llama “Puta vieja, profanada por turistas”, pero purificada “en la voz de los poetas que te restauraron”, aludiendo a los festivales de poesía que año con año allí se montan, y seguramente a los poetas vanguardistas que con José Coronel Urtecho a la cabeza, escandalizaron con su poesía a la conservadora y burguesa ciudad. “Fotografía” es un poema en el que se reflexiona sobre el destructivo paso del tiempo.

Se contrasta el presente con un pasado que siempre fue mejor. Late en el fondo del poema una tristeza por aquellos de la fotografía, que ya no son más ellos y que en el presente ya están muertos o cerca de la muerte. El poeta se aferra a Dios, fuente de eternidad. “¿Qué celebraremos en este basurero?” Presenta unas imágenes desoladoras del mundo de hoy. El poeta no siente la vida y por eso, para sentirse vivo pide “un mordisco –que soy lo único que se come- para despertarme”.

Sin embargo en la desolación hay que seguir luchando: “encuentra tu huella…Construye algo nuevo, mira hacia el cielo…” Al final, en unos tremendos versos el poeta manifiesta su esperanza: “No sufras por los buitres que te acechan/sino hazlos tus amigos;/usa sus plumas para escribir nuevas historias…”.La poesía, la literatura, se presenta como salvación.

La tercera parte del poemario se titula “Carisma fundacional”. Aquí hallamos algunos poemas que fueron enviados a concursar a varias convocatorias. Tal vez de allí provenga el título. El primer poema de esta sección se titula “El monólogo de un árbol senil”. En esa transición de la juventud a la madurez, el poeta exagerando un poco, y seguro de sí, se compara a un árbol viejo, y como tal, se siente “fuerte ante el necio huracán”.

Con la conciencia de su firmeza ofrece “fruto precioso y lozano” –quizás refiriéndose a sus poemas- y sirve de testigo silencioso y de refugio a los jóvenes amantes que buscan su alero. “El problema de Hugo” nos lleva a una poesía anecdótica, anunciada ya en el título. El poema fue premiado en un concurso y ofrece una expresión coloquial, con algunos giros nicas y cierto humor negro. Describe a Hugo, un excéntrico personaje conocido del poeta, como alguien caracterizado por su frescura y a quien las deudas no le preocupan. Hugo es un desmadre.

En “Yo cago poemas”, el poeta se muestra irreverente. Lo visceral de su necesidad de expresión poética lo lleva a críticar a los escritores que se venden, afirmando: “Que no me vengan con sueños los que escriben por encargo./ A mí me salen poemas cuando yo quiero:/ sólo es cuestión de controlar el esfínter”. Con esto reafirma ante el mundo su actitud de poeta comprometido con la poesía y con la vida.

“Que se duerma Dios” muestra la influencia del gran poeta místico español San Juan de la Cruz y de La Biblia. El poeta se acerca a Dios y sabe que es amado por Él: “Dios, tus ojos saben que los veo/con un amor parejo, ¿cuál amo más?/Me miran con cariño infinito./Me conocen;/saben que los busco y me queman/con aquella mirada suave y persistente/que me desnuda y me viste de valor/ y pureza./No soy el que busca tu rostro,/es tu rostro el que me arrastra.” En “Rubén”, dedicado a Darío, el poeta aboga por “rescatar hoy tu memoria del fabulismo” y “celebrar tus defectos y acendrar tu humanismo”.

La cuarta parte lleva por título “Poemas cuánticos” y en ella el poeta busca salirse de la dimensionalidad histórica. Es la parte más extensa del poemario y muestra una poesía experimental y difícil. “Crítica testimonial” se basa en los estudios de la sagrada escritura, la exégesis bíblica, donde se comparan textos que se indican con distintas letras.

De allí la enumeración de los testimonios con las letras del alfabeto griego. Habría que preguntarse ¿qué relación tienen entre sí los testimonios que el poeta presenta? “Mala izquierda” es un poema muy breve (cinco versos) en el que el poeta critica a la izquierda traidora. “Pendejadas críticas” muestra la indignación del poeta contra los académicos que destruyen la poesía con sus análisis racionalistas.

El poeta se refiere a ellos como”cortos mercaderes/ miembros “de la lengua”: /me cotejan,/ me subrayan, /me citanizan.” ”Molokai onam certero” es un poema lleno de eufemismos sobre la masturbación. “Soluciones extremas en la Zona 10 o extremaunciones de la violencia”, es una protesta contra la violencia en Guatemala. Ante la violencia el poeta prefiere la muerte: “¡Oh muerte, ven por mí!,/ por si me daña /esa mano que entresaca /con su asco la vida /la sangre roja de mis entrañas.

”Entre los poemas de esta cuarta parte hay un texto en prosa titulado “Punto Omega”. Aquí se retoma al personaje Hugo, ya tocado como tema en el poema premiado “El problema de Hugo”. Después de que el poeta regresa de recibir el premio que ganó por dicho poema, Hugo se queja de que ni con esos doscientos dólares el poeta le ayuda a pagar sus deudas. Termina la cuarta parte y última del poemario con la “Litúrgica apoteósica del atrapasueños”.

Esta parte está estructurada a través de las diversas fases de la liturgia de la misa. Se alude también a expresiones religiosas de otras culturas. Hay una posible influencia de “El Cántico Cósmico”, de Ernesto Cardenal”. La división es la siguiente: “Introito”, “Kyrie, la carne, tantra, eleison”, “Palabra”, “Anámnesis”, “Epíclesis”, “Communio” e “Ite, dreamcatcher est”. Se compara la exaltación de la poesía con la celebración de la misa.

El “Introito” es la apertura de la celebración eucarística que se inicia con cantos. En el poema el poeta busca un lugar adecuado para enfrentarse a sí mismo: “Hacer silencio, sentarse en la escucha;/oír en lo profundo del alma chillona resquebrajarse…” El “Kyrie” es un acto penitencial donde se pide perdón por los pecados. Pero entre tantas concepciones de la religión, el poeta busca una luz para saber qué es el pecado: “busco al Indio Viejo,/al Gran Águila Calva,/a la luminosidad del ching-yuit, taberno”.

La “Palabra” consiste en las lecturas tomadas de la Biblia, donde Dios habla a su pueblo descubriendo el misterio de la redención y la salvación y ofreciendo alimento espiritual. En el poemario el poeta indaga en la historia y en la vida a pesar de que “nos duele la historia, nos duele la vida”.

En la Anámnesis el sacerdote recuerda la historia de Israel y se manifiesta la intención de celebrar la eucaristía, según la orden de Jesús, en memoria suya. En el poema se recuerda la evolución del hombre desde “aquel momento/ en que éramos uno con el agua/”, hasta el momento de empezar a participar la humanidad “de la angustia del tiempo”. En la “Epíclesis” se invoca al Espíritu Santo, ya que su presencia y acción se requieren para la vida del Cuerpo de Cristo.

En el poema el poeta pide al hombre mantenerse animado, atento, consciente: “NO, no aquí, no te despiertes./No temas encontrarte con tus propios ojos.” Ese mantenerse animado, con espíritu, lo lleva al encuentro de la verdad. Se necesita silencio para la interiorización: “Caer en silencio./He dicho caer en silencio./Contar esos segundos fatídicos con gracia,/con la mano firme dispuesta a procurarse/la propia voz”. La “Communio”, exalta el sentido de unidad entre todos los hombres y mujeres.

En el poema el poeta quiere darse a todos en la fusión de lo masculino y lo femenino:” tengo pechos, tengo vulva,/y si hombre, soy Príapo,/ tengo cien mil testículos que estallan de deseo”. El “Ite, dreamcatcher est” constituye la despedida , la conclusión de la celebración, de la misa. En el poema el poeta termina diciendo: “Hay que vaciar/el atrapasueños,/que hoy ha quedado denso”, y lo dice para seguir creando, para dar cabida como poeta, a los nuevos sueños.

Para finalizar sólo hay que decir que he pretendido dar una muestra de la poesía de Juan Francisco Durán, una poesía, que a como creo hemos podido vislumbrar, es una poesía difícil por los temas y formas que maneja, relacionados con sus experiencias vitales donde la religión ha sido fundamental en la concepción de su mundo. Esperamos que Juan Francisco nos siga iluminando con su poesía y con su prosa.

FUENTE:FORO DE CULTURA. / LIC:RENE DAVILA /02090011

sábado, 27 de agosto de 2011

El chinandegano Bayardo Tijerino el mejor crítico socio-político de la Nicaragua de la segunda mitad del siglo XX,

El chinandegano Bayardo Tijerino el mejor crítico socio-político de la Nicaragua de la segunda mitad del siglo XX,: El doctor Bayardo Tijerino Molina, abogado y novelista, al viajar a Chile a estudiar un postgrado escribe su primer novela “Los Degenerados”, por la cual recibe el premio “Vicente Blasco Ibáñez” en Valencia, España. Este premio le abre las puertas para publicar otras novelas, como son: “Los Cuáqueros”, “El incendio”, “La máquina de papel”. Se casó con la chilena Alicia Verdugo, con quien procreó cinco hijos, falleció en el año 2003.

Al despedir a un narrador de primera cuando viaja a la eternidad, lo mejor que podemos hacer es hablar de sus obras, sobre todo, cuando se trata de uno como Tijerino, que nunca pretendió hacer notar su persona, al extremo que en sus novelas jamás puso una ficha bibliográfica, ni un retrato, ni perteneció a ningún aquelarre de escritores...

Laboró en su casa, solo, sin dar a leer a nadie sus obras antes de publicarlas, disgustado con el medio social y político en el que le tocó vivir, criticándolo severa y cáusticamente, pero sin convertirse en un amargado; fue poblando su mundo de escritor con los personajes que encontró en su camino, los que le disgustaban, los que no quería que existieran, lo que hubiera querido regenerar.

Así pasa por esas páginas el borracho que se dice bohemio; el usurero, el político corrupto, el falso revolucionario que se mete “al movimiento” para medrar; el “patriota” que lucha contra los marinos yanques para violar mujeres, quemar ranchos, y robar cosechas; la “dama” que no es más que una prostituta, el vejete que se casa con una joven, aunque le ponga cuernos; la muchacha que se vende por hambre, la machorra que se dice feminista; los directores de los ONG que no son más que “vivianes”, y por último, en su postrer novela, despedaza el Código de la Niñez y de la Adolescencia, y lo hace con arte, con conocimiento del abogado que fue en su vida profesional.

LOS DEGENERADOS (1963), llena de fango social, se desarrolla en León, y nos describe la existencia de una sociedad increíblemente corrompida para ser provinciana. Es, en parte, la historia de los sueños generados por el cultivo del algodón, de los nuevos ricos, vanidosos y viciosos, que dilapidan su capital en jolgorios; es la historia de una dama de sociedad que va a Francia a estudiar belleza, y en realidad aprende el arte de la prostitución que regresa a ejercer clandestinamente en León. Es la historia de un dundo que se enamora de esta prostituta de “sociedad”, que es desdeñado por ella, que pierde sus bienes por querer ser algodonero, porque ella sólo con ellos se acuesta, y termina escribiendo su vida en papeles sucios en una cantinucha de un barrio miserable de la metrópoli.

EL INCENDIO (1970), es su novela premiada en un certamen en España, y le sirve para narrar la fementida lucha antinorteamericana del general Francisco Sequeira, “Cabuya”, de quien nos había halado en LOS DEGENERADOS... borracho, violador de campesinas, ladrón, es asesinado junto con su querida, por los yanques en El Viejo.

LA MAQUINA DE PAPEL (1974), en la que Tijerino demuestra su capacidad para dibujar los personajes y su gran habilidad para manejar la trama.

Siempre con su lenguaje seco, sin ropajes ni oropeles, nos describe la historia de Lorenzo Casco, un estafador de alto vuelo.

Al describir las andanzas del delincuente, Bayardo Tijerino ocupa su látigo para fustigar a las organizaciones que supuestamente se dedican a ayudar a los pobres y jóvenes descarriados, pero que en realidad sirven de mampara para que individuos sin escrúpulos como el protagonista, se queden con la mayor parte del dinero y ocupen una porción para poner primeras piedras de edificios que nunca se terminan y que serían ocupados para asilo de la juventud a rescatar.

Esta novela es un anuncio de su última que ya comentamos en un número anterior del Nuevo Amanecer Cultural y que, yo creo, es su mejor obra: LOS NIÑOS ASESINOS (2003)

CRÓNICA DE FIN DE SIGLO (1998), es la novela de los confiscados y de la contrarrevolución. Es una crítica mordaz al gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro, a la que no se nombra, sino a su yerno con otro nombre.

Un hacendado de Chinandega, Rafael Suárez, es despojado por los “utópicos”, al triunfo de la revolución, de sus haciendas, denunciado por una su querida que se ha vuelto revolucionaria y de un su amigo que es maestro de escuela del nuevo sistema; el protagonista mata a dos de los jefes que encabezan el despojo y logra escapar a uña de caballo a Honduras, de donde marcha a Miami y se suma a la “contra” como colector de fondos para el “Tigrillo” y “Mano Negra”. Cuando triunfa la coalición de “los democráticos” decide regresar a Managua a recuperar sus bienes, creyendo en las promesas hechas en la campaña electoral por la candidata a Presidente. De regreso a Nicaragua, lo sorprende el pacto hecho entre Chilano Reyes, Coordinador del Buró Administrativo, y Evenor Turcios, jefe de los “utópicos”. Y empieza su calvario para recuperar sus bienes: visita de oficina en oficina, traslado a los tribunales especiales...

Tijerino hace uso de un recurso que sorprende: traslada hechos sucedidos durante la administración sandinista a la época de doña Violeta, anacronismo que tiene por objeto demostrar que nada cambió con el triunfo de los tecnócratas, sino que todo siguió igual que antes.

Además de las novelas comentadas, Bayardo Tijerino nos dejó: COSTA DE MOSQUITOS (1964), LA HERENCIA DEL CACIQUE (1964), LA ESCUELA DE LOS POLÍTICOS (1964), LOS QUAQUEROS, (1976), Y EL REINO MOSQUITO (1991), la primera y la última desarrolladas en la Costa Atlántica.

Nació en Chinandega el mejor crítico socio-político de la Nicaragua de la segunda mitad del siglo XX, el 24 de febrero de 1928, y murió en brazos de su amada esposa a la que le dedicó sus obras, y de sus hijos que lloran con nosotros su partida, el 12 de septiembre del corriente año 2003.

LIC:RENE DAVILA / 26080011

LA NOSTALGICA POESIA DEL BARDO CHINANDEGANO FRANCISCO SANTOS.

LA NOSTALGICA POESIA DEL BARDO CHINANDEGANO FRANCISCO SANTOS.:
La revista y fundación “Decenio” organiza a partir de hoy jueves 25, a las 7:00 p.m., recitales permanentes de poesía en Epikentro Galery.

El poeta Ariel Montoya, presidente de la fundación y director de la revista “Decenio”, dijo que este primer recital contará con la participación del poeta chinandegano, Francisco Santos.

“Con esta actividad la fundación y revista “Decenio” pretende que la poesía nicaragüense cobre nuevos bríos en el nuevo milenio”, señaló.

Aseguró que esta actividad promovida por “Decenio” y patrocinada por el Consejo Nacional de Desarrollo Sostenible (CONADES), se realizará permanentemente en la última semana de cada mes.

Por su parte, Francisco Santos, expresó que en esta oportunidad compartirá con los asistentes poemas de su segundo poemario “Viendo y volviendo”, publicado en 1985 en Costa Rica, y del último “Media Noche desnuda”, publicado en Canadá en 1999.

La poesía de Santos es muy variada, en ella se encuentra presente la nostalgia por su terruño chinandega, aunque también existen otras de carácter erótico.

Santos, que recientemente retornó al país después de dos décadas de residir en Canadá, señaló que entre los poemas que compartirán se encuentran: “Nocturno frío”, “Éxodo”, “De lo cotidiano”, Café con lecho, entre otros.

Aseguró que trabaja en la publicación de una antología de sus mejores poemas recopilados en sus tres poemarios publicados, que será lanzado en el transcurso de este año.

“Esta antología será una publicación bilingüe: inglés y español y es una selección de los poemas más preciados de mis tres obras publicadas”, dijo.

Señaló que el tiempo que estuvo fuera del país tuvo la oportunidad de participar en diversos eventos culturales leyendo y hablando sobre la literatura nicaragüense.


LIC:RENE DAVILA / 16080011

jueves, 14 de julio de 2011

LA TRILOGÍA DIMENSIONAL DEL ESCRITOR JESÚS ROSALES.

LA TRILOGÍA DIMENSIONAL DEL ESCRITOR JESÚS ROSALES.: "
:eyes: :yikes: :no: :yes: Homenaje a Jesús Rosales periodista y escritor chinandegano

La cortesía, sencillez y brillo de su pluma, lo hacen una persona singular, junta en su personalidad, el don trilógico del periodista que solamente informa, orienta, educa. Une laboriosidad hogareña y arte semántico; usted sabe, que sabe.
Dariano y orador, oportuno en su alocución, sereno y erudito escritor; amigo maestro de buen corazón; loor!, a tí noble y culto varón, en el estreno de cada día salúdote con mucho respeto, gratitud y admiración.

Acertadamente afirmó un experimentado periodista: «Don Jesús, catedrático de periodismo, maestro gramático, filósofo conferencistas, comunicólogo, orador, poeta, escritor, es sin duda alguna el intelectual integral por excelencia»: El maestro Rosales, ha publicado dos libros: FLOR DE UN PARAISO Y ORGIA DE SANGRE EN LA AMERICA CENTRAL, y textos sobre periodismo, escritos de altos quilates.

FUENTE.LIC:PEDRO DIAZ. / LIC:RENE DAVILA /14060011"

miércoles, 13 de julio de 2011

EL ENSAYISTA Y FILÓLOGO CHINANDEGANO DR: JULIO YCAZA TIGERINO.

EL ENSAYISTA Y FILÓLOGO CHINANDEGANO DR: JULIO YCAZA TIGERINO.: ":whistle: :happy: :yes:
Electo, pero no incorporado aún a la Academia Nicaragüense de la Lengua, me toca ya cumplir la primera tarea a nombre de esta corporación, en una incómoda oportunidad, despedir al sr dr dn Julio Ycaza Tigerino, Secretario de nuestra Academia desde 1964, o sea, durante más de tres décadas, en las cuales se integró a diversas comisiones de trabajo, participó en Congresos internacionales e hizo muchos aportes lexicográficos. De esta manera damos cumplimiento al Acuerdo de Pésame, del poeta don Pablo Antonio Cuadra, su Director, y del poeta don Francisco Arellano Oviedo, su Secretario ejecutivo, quienes lo han suscrito y si no se encuentran aquí es por sus propios duelos y quebrantos. Digo que la oportunidad es incómoda, porque se puede pensar que los jóvenes hemos empezado a ingresar a la Academia Nicaragüense de la Lengua, para relevar o desplazar a los académicos mayores, en todos los sentidos; pero no es así, es todo lo contrario, si nos aproximamos a ellos es porque precisamente son mayores, “juntas las testas ancianas ceñidas de líricos lauros y las cabezas jóvenes”,según el verso de Rubén Darío, para sentarnos a su sombra, para cuidar y promover con toda la complicidad y amplitud lingüística con la masa parlante, el desarrollo creador y comunicante de ese instrumento vivo, histórico y, por tanto, fiel a su pasado grecolatino, castellano y fiel a su presente americano, cambiante, mudable, dinámico, que es la lengua, el idioma español de Nicaragua. No estamos ni venimos aquí, pues, a enterrar, a sepultar al académico. No somos sepultureros, en la peor acepción del vocablo; somos amigos y compañeros que lo venimos a dejar a su lugar de merecido descanso; porque siempre consultaremos sus obras, para apoyarnos en ellas o para tomar distancia, acaso para ratificarlas o refutarlas, esto último algo que a él le gustaría, lo exaltaría, acorde con su indole polémica.
Ni la cultura nicaragüense en general, ni nuestra literatura toda, tan desamparada de investigaciones y crítica entusiasta, apasionada, y menos las generaciones emergentes, tan huérfanas de orientación, de magisterio, podemos permitirnos el lujo de despedir a individuos como don Julio Ycaza Tigerino. Si bien es verdad que fue una figura pública, abogado,magistrado de cortes de apelaciones y político conservador consecuente con sus mecanismos de participación en el poder y su ideología, diputado y miembro de distintas comisiones gubernamentales a lo largo de su existencia, también es cierto que, por sobre todos estos cargos y funciones transitorias y accidentales, nosotros queremos valorarlo como una criatura fundamentalmente literaria, un creador de letras: ensayista, filólogo, con alguna incursión en el dibujo (La puerta lateral de la iglesia Santa Ana de Chinandega) y poeta intermitente, interferido, asediado, por sus otros afanes cotidianos, que perteneció a aquella Cofradía de Escritores y Artistas Católicos y a los Cuadernos del Taller San Lucas, que en los cuarenta del siglo pasado marcaron el inicio de la posvanguardia en Nicaragua.

Poeta moderno apegado a una idea tradicional del verso y de la sintaxis, la música, el ritmo, cultivador del soneto y del endecasílabo, con un lastre juanramoniano, gongorino, nerudeano, que profundizó en una tendencia que caracteriza nuestra tradición, el llamado Exteriorismo, elaborando después un discurso nacional, es decir, una relectura e imagen de Nicaragua con la historia como materia prima y trasmutando este material en lenguaje: Poemas del campo y de la muerte ( Madrid, Agora, 1959), Tierra de promisión (Managua, Ministerio de Educación, 1960) y Poesía (Managua, 1994). Crítico que ante la exégesis neocolonial, reticente y mezquina contra Rubén Darío y su modernismo , señaló en los cincuenta su calidad de clásico, la humanidad universal, dolida, angustiada e insomne del poeta de los “Nocturnos”. Visión redondeada por sus ensayos sobre los elementos sustanciales de la poética dariana (lo religioso, el tiempo, lo político, lo mítico, lo mágico, lo onírico, lo erótico como sentimiento, lo étnico y lo telúrico); reunidos en un sólo tomo con los análisis estilísticos del sr dr don Eduardo Zepeda Henríquez, académico y entrañable amigo de nuestro difunto, y bajo el título de Estudios de la poética de Rubén Darío (1967). Como crítico abrió accesos hacia la poesía y los poetas de Nicaragua (su visión madrugadora del significado sociológico de La insurrección solitaria de Carlos Martínez Rivas), y hacia nuestros rasgos, patrones sociales y culturales: la crisis de Occidente y nuestra originalidad. Un teórico del hispanismo y del mestizaje, pero del mestizaje que reivindica lo indígena por sobre lo hispánico y por tanto, valora las producciones americanas, primitivas, mágicas, criollas, indigenistas, populares.

Que descanse, quien hizo de sus 82 años de vida un continuo servicio público y una creación, una reflexión o especulación a veces honda, iluminadora, aveces polémica, una discusión o cuestionamiento perenne desde su filosofía, dogmas y ciencias.

Y a nosotros que nos quede su nombre junto a otros nombres, su presencia al lado de otras presencias, y sus libros o impresos, que en algún momento de la formación nos encantaron. Inolvidable su pequeño libro publicado por la Academia Nicaragüense de la Lengua, sobre poetas y poesía de Nicaragua. Allí leímos nombres ignorados o despreciados, encontramos otras rutas, otras maneras de mirar, otros modos de entender...

Cómo olvidar los encuentros en casa de Eudoro Solís, allá por La Hormiga de Oro, en la vieja Managua, antes, mucho antes del terremoto de 1972; mis primeros whiskys al lado de un poeta Zepeda Henríquez doctoral y sonoro de voz, de un Ycaza Tigerino, poco o nada comunicativo, domeñando sus afectos hasta la sequedad, o parquedad, pero alerta, listo para quebrar lanzas, de un siempresonriente Octavio Robleto, de Iván Uriarte, de Edwin Yllescas, de Roberto Cuadra...

Cómo no evocar un mediodía de domingo, septiembre de 1975, en un hotel de México, a un grupo de hombres de la lengua, en el Congreso de Academias: el grande y semigrandulón Luis Rosales, verboso, de pupilas azules centellantes tras los gruesos lentes, al abrazo efusivo de Pablo Antonio Cuadra, de estampa estilizada, Quijote americano y melena cana, mientras Ycaza Tigerino y el maestro Ernesto Mejía Sánchez, ambos espadachines, se cruzaban aceros verbales sobre política y literatura.

Cómo no sonreír celebrando la ocurrencia, mezcla de ingenuidad, arrestos y entereza lingüística cuando al comienzo de la revolucionaria década de los ochenta, se protegió o creyó dotarse de inmunidad, después de dos encarceladas en El Chipote, con el emblema de la Academia Nicaragüense de la Lengua, como un escudo de guerrero, como un escudo nobiliario –la más legítima nobleza— en el dintel de la puerta de su casa.

Como quien dice: Alto ahí, vive aquí un guardador de la Lengua.

Cómo no recordar las animadísimas tertulias vespertinas en casa de María Teresa Sánchez y Pablito Steiner, al pie del Motastepe, en los ochenta, con pocos asistentes, acaso sólo con Rolando Steiner y conmigo, ya liquidado aquel círculo de letras, Nuevos Horizontes, y hoy, casi todos ausentes... El era un Tigerino, con “g” y con “j”, tataranieto, bisnieto, nieto, hijo, hermano, primo, sobrino de todos aquellos Tijerino Pomar, Tijerino Navarro, Tijerino Rojas, Tijerino Molina, del prócer don Toribio Tijerino, de los monseñores Agustín Tijerino y Loáisiga e Isidro Augusto Oviedo y Reyes, mucho más que un apellido: una personalísima manera de ser, de ver, de interrelaionarse y de querer, agudeza y certeza, sentido del humor que se queda en amargor, humor negro, amargor que a veces se aposentaba en silencio; pariente del poeta Luis Alberto Cabrales, con quien comparte muchos puntos de su actitud vital, de su ideología y de su poesía, miembro de esa comarca familiar y poética de Chinandega, de León... Sus temas obsesivos eran Chile, España, los amigos españoles y nicaragüenses, Vivanco, José María Valverde, Joaquín Pasos, Manolo Cuadra, Los Lunes de la Nueva Prensa, Pablo Antonio Cuadra, el incendio de Chinandega en 1927, cuando él era un niño, la política nacional, los pactos, el proyecto sandinista entonces triunfante, que lo atemorizaba y desasosegaba; y siempre la genealogía paterna de los Ycaza, indagar en su familia, en su raíz, en su apellido, acaso la explicación de su ideario, de sus sentimientos, de su visión del mundo...En una de esas tardes nos dio a leer un soneto que recién acababa de escribir y que me reveló mucho de aquel hombre o de aquella ánima, que cada vez que podía, me espetaba o profería el vocablo: Piricuaco. Recuerdo el primer cuarteto:

Casi no tengo amor, casi no tengo.
Se me escapó a lo largo de una vida
llena de turbulencias. Te prevengo,
La dicha es para mí causa perdida...


En ese momento sentí que el afecto se movio hacia él, pero preferí guardar silencio. Don Alfonso Reyes aconseja piedad y delicadeza a la hora de juzgar a cualquier ser humano... El tiempo, la memoria, la vida, la vivencia, la convivencia que ellos poseían de muchos de los personajes y personalidades de nuestra literatura, se ha ido con él y con ellos; pero quedan sus letras, sus signos incandescentes, que garantizan que no se morirá del todo, “non omnis moriar” como escribía hace varios siglos Quinto Horacio Flaco, hombre de cultura pagana, prueba está que en esta Pascua, en Ud, dr Julio Ycaza Tigerino, hombre de cultura cristiana y católico practicante, se ha realizado una vez más la Resurrección. Viva, pues, feliz su Resurrección. Se lo dice acongojado y quizá esperanzado, aquel su joven amigo o conocido, a quien Ud , entre burlas y veras, acusaba de ateo

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fuente.julio valle / LIC:RENE DAVILA /13060011"

POETA JULIO CABRALES HIJO DEL POETA CHINANDEGANO LUIS ALBERTO CABRALES.

POETA JULIO CABRALES HIJO DEL POETA CHINANDEGANO LUIS ALBERTO CABRALES.: "
El poeta julio Cabrales venerio (Managua, 4 de octubre de 1944) Hijo de los chinandeganos María Venerio y del precursor del movimiento del vanguardismo en nicaragua ,poeta Luis Alberto Cabrales, se reveló como poeta a los 17 años, mientras finalizaba la secundaria en el Instituto Pedagógico de Mana­gua. Su padre fue su mentor y corrector textual constante. El 7 de mayo de 1961 publicó sus primeros poemas en el suplemen­to dominical de La Prensa.

Becado por el Instituto de Cultura Hispánica, marchó a Es­paña, donde residió desde 1962 hasta 1965, relacionándose con poetas españoles de las generaciones pasadas como Luis Rosa­les y nicaragüenses, como Carlos Martínez Rivas y colaboran­do en Papeles de Son Armadans, Madrid-Palma de Mallorca y Cuadernos Americanos.

En 1966, ya de regreso, se inscribió en la Facultad de Hu­manidades de la UCA; pero los síntomas de un raro complejo de enfermedades no le permitieron darle continuidad ni con­cluir la carrera.

Julio perdió la razón desde muy joven, como Alfonso Cortés, de modo que todos sus poemas son de la adolescencia y la primera juventud.

La muerte de su padre, el poeta de la generación de vanguardia Luis Alberto Cabrales (1901-1974), la muerte de su hermano mayor Alberto, que proveía el sustento a falta del padre y, por fin, la muerte de la madre, doña María Venerio, llevaron a que Julio quedara abandonado en una casa en ruinas con su hermano Clarence, demente también, quién desapareció un día al salir de la casa para nunca regresar.

Alguien podría encontrarse en la calle a este hombre deteriorado por los años, las carencias y los tormentos de la esquizofrenia, y lo tomaría por un mendigo cualquiera.

Escribió, sin embargo, algunos de los poemas claves de nuestra literatura, el primero de ellos El espectro de la rosa, al que siempre regreso en mis lecturas cíclicas, como regreso a otros poemas de largo aliento: la Epístola, de Rubén Darío, dedicada a Juana Lugones; Hora Cero, de Ernesto Cardenal; La puesta en el sepulcro, de Carlos Martínez Rivas; o La carne contigua, de Ernesto Mejía Sánchez

Publicó poemas y artículos además en Hipocampo n.° 6. San José, Costa Rica, El Pez y la Serpiente, La Prensa Litera­ria, Novedades Cultural y Nuevo Amanecer Cultural de Nica­ragua. Entre los grupos y los poetas dispersos de los 60 a los 80, se le tuvo algo así como la nueva versión del poeta niño, precoz, con rasgos de genialidad. “Julio Cabrales o la energía poética sin tregua”, titulaba Napoleón Fuentes un ensayo sobre su poesía. Desde principios de los 70, en medio de cierta bohe­mia que agudizaba su esquizofrenia y de la miseria económica y las tragedias familiares —terremoto de Managua, 23 de di­ciembre de 1972; muerte del padre en 1973; muerte del herma­no mayor que era el sostén familiar en 1983 y muerte de la madre— se le vio precipitarse en su destrucción personal y de su poesía.

En 1975 la Editorial Universitaria de León, publicó su libro de poemas Ómnibus, en versiones deformadas. Totalmente ena­jenado, sobrevive en la casa de su padre, convertida en escom­bros, junto con otro hermano quien también perdió la razón.

BIBLIOGRAFÍA

Libros de poemas: Sonata para enflorar su psiquis abolida. Palma de Mallorca, Papeles de San Armadans, 1968. Esbozo de un joven. Managua, Tipografía Asel, 1970. Ómnibus. León, Editorial Universitaria, 1975.

Antologías: Nueva antología/poesía nicaragüense. Managua, El Pez y la Serpiente, 1972. Musas en guerra. México, Joaquín Mortiz, 1987, prólo­go, selección, bibliografía y notas de José Miguel Oviedo. Antología gene­ral de la poesía nicaragüense. Managua, Ediciones Distribuidora Cultural, Fondo Editorial INC-ASDI, 1994, introducciones, selecciones y notas de Jorge Eduardo Arellano. Flor y canto, antología de poesía nicaragüense, Managua, Centro Nicaragüense de Escritores / NORAD / ANAMÁ, 1998, por Ernesto Cardenal. Hija del día, artes poéticas nicaragüenses. Managua, Editorial Nueva Nicaragua, 1994, compilación e introducción de Julio Valle-Castillo. La generación del sesenta y setenta en Nicaragua. Managua, El Pez y la Serpiente, n.° 38, año 2000.

Estudios sobre el autor: Napoleón Fuentes: “Julio Cabrales o una ener­gía poética sin tregua”, en La Prensa Literaria, 17 de diciembre, 1967. Beltrán Morales: “Esbozo de un joven-Nota”, en La Prensa Literaria, 10 de mayo, 1970. Beltrán Morales: “Poesía última nicaragüense”, en Sin páginas ama­rillas, Managua, Ediciones nacionales, 1975. Edwin Yllescas: “De paseo en Ómnibus con Julio Cabrales”, en La Prensa Literaria, Managua, 22 mayo 1976. Jorge Eduardo Arellano: “La poesía: síntesis panorámica y promocio­nes”, en Literatura nicaragüense. Managua, Ediciones Distribuidora Cultu­ral, 1997. Sergio Ramírez: “La literatura: antecedentes de la literatura nica­ragüense, la poesía, la narrativa y el teatro”, en Enciclopedia de Nicaragua, Tomo II. Barcelona, Grupo Océano, 2002.
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domingo, 26 de junio de 2011

EL GENIO POETICO CARLOS MARTINEZ RIVAS HIJO DE LA CHINANDEGANA BERTA RIVAS NOVOA.

EL GENIO POETICO CARLOS MARTINEZ RIVAS HIJO DE LA CHINANDEGANA BERTA RIVAS NOVOA.: ":yikes: :bomb: :furious:
Palabras liminares
En esta postrimería de siglo tan complejo y convulso, en que prevalece, brutal y crudamente la búsqueda de lo material, Carlos Martínez Rivas es un ejemplar único cuyo genio poético ha levantado la historia cultural de Nicaragua y de Hispanoamérica. Su vida y su obra intelectual cautivan precisamente por lo que hay en él de distinto, de irrepetible, en la perfección de su estilo; en su modo de ser como criatura huraña y cordial, como hombre que —henchido de pasión, de curiosidad por las cosas y el conocimiento, y de talento fecundo— urde, registra y rige en su propio drama, los cimientos de un nuevo Génesis, el croquis de la Tierra Prometida. Y todo eso, viviendo al margen del confort, y, las más de las veces, en las peores condiciones del orden alienado del mundo, asumido por el poeta con exactísima conciencia de su propia conducta y, consecuentemente, como insumo a su creación estética. Así lo revela en “Proyecto de la Obra Maestra”: “Careciendo, no sólo de lo necesario sino/ de lo indispensable. Recursos materiales, cero./ De la miseria surja el fulgor. Ningún óbolo/ del mundo empañe su diafanidad”. Por eso, todos tenemos con él una deuda de agradecimiento. Su vida y su obra dan cima a un magisterio esencial e ineludible para la valía intelectual y el buen hacer de las futuras generaciones.

[COLOR=blue]PeriploEl menor de tres hijos varones (Félix Pedro, Luis Felipe y Carlos Ernesto) del matrimonio de doña Berta Rivas Novoa —chinandegana— con don Félix Pedro Martínez Leclair —granadino— nace en Guatemala ( IV Avenida Sur, No. 18) el 12 de octubre de 1924 —país donde su progenitor labora entonces como agente de seguros de la compañía canadiense “El sol”. A la edad de 6 años llega a Nicaragua. “Arribé una mañana con mis padres y mis dos hermanos en el vapor “Chiriquí” de bandera panameña, un martes 31 de marzo de 1931, día del terremoto de Managua. Desde mi llegada al Puerto de Corinto nos encontramos con semejante catástrofe nacional”(1). Mientras cursaba la secundaria en el Colegio Centroamérica de Granada regido por los jesuitas (1938-43), revela precozmente su excepcional talento literario, al ganar a los 16 años un concurso nacional con unos versos que sorprendieron por lo novedosos y personales (“Invocación final por la Comarca de Cabo Gracias a Dios”) y al escribir —entre otros— El Paraíso Recobrado, poema de luminosidad insuperable. Desde los 16 años fue secretario particular del embajador de Argentina en San José de Costa Rica, país al que viaja frecuentemente para visitar a su padre y en el que conoce a Yadira Jiménez, la muchacha de 14 años inmortalizada en El Paraíso Recobrado; de 1944 al 45, secretario personal del Dr. Mariano Fiallos Gil, entonces ministro de Educación de Nicaragua.

En 1945 emprende en España estudios de Filosofía, Letras e Historia del Arte, que amplía en Francia hasta 1951, donde nutre, en París, su afán permanente de búsqueda de motivos, temas y nuevos recursos expresivos, frecuentando museos, ateliers de pintores, tertulias, bistrós, amigos (Octavio Paz, Elena Garro, Don Jaime del Valle Inclán, Julio Cortázar, Blanca Varela, Fernando de Szyslo, Ernesto Cardenal...), mientras se ocupa de la elaboración de ese prodigio que es su obra poética “La insurrección solitaria”. En los años 50 y 60 viaja, permanece por temporadas y trabaja en Estados Unidos y México potenciando —como suele hacerlo en todo lugar que visita — su meticuloso sentido de la observación, su intensidad y lucidez de análisis. De 1951 al 55 fue director de la revista “Educación” del ministerio homónimo (Nicaragua).

Del 55 al 64 reside en California. Labora por más de 3 años en el Bank of América de los Angeles. Toma un curso breve de Técnica Aduanera y trabaja en la firma “James C/ Wiley Co.”; también se ocupa como obrero en una fábrica de fundición. Del matrimonio (1959) con Esperanza Mayorga Salgado nacen sus dos únicos hijos que crecen con la madre, Emmanuel (1960) y Carlos Ernesto (1962). Nombrado por el Presidente René Schick, se desempeñó como agregado cultural en la embajada de Nicaragua en Madrid (1964-69), donde residió en Calle Raimundo Lulio, 2°-4° izq. Plaza de Olavide, Chamberí, Madrid. “Dedicado a la tarea de una constante culturización mental y cordial, en cerco de amistades. La cultura en la sangre, circulando como el vino” (3) tal lo recuerda el poeta Francisco Valle, en anocheceres de bohemia con guitarra en la Bodeguita y el Gran Café Gijón, Avenida de la Castellana.

En la década del 70 labora junto a Sergio Ramírez para la Editorial Universitaria Centroamericana del CSUCA en Costa Rica y viaja nuevamente a México. También visita ese país, los Estados Unidos y Holanda, a principios de los 80. Del 78 al 79 dirige la revista dominical MOSAICO, del diario Novedades, Managua. En el 88, por razones de salud, viaja a Cuba. Tras una estancia (1977-83) en el INTECNA de Granada (antes Colegio Centroamérica)que inevitablemente lo constriñe a viajar con frecuencia a Managua por razones de trabajo como bibliotecario en Procampo, MIDINRA, fija definitivamente su residencia en Altamira d’Este No. 8, Managua, donde cuidó con celo su decisión de permanecer solitario, en estricta clausura —soñando atmósferas sin viento— 4 como un paliativo contra el “mal de ser” en impotencia, enfermedad, pobreza, decadencia física y moral.

En 1991 y 93 dicta lecciones magistrales sobre su obra y la cultura universal desde la Cátedra creada con su nombre por la UNAN-Managua, institución que se honró en mantenerlo incorporado oficialmente a su cuerpo docente, atendiéndolo, discretamente, hasta su muerte. Durante sus últimos dos años pareció irreversible la desnudez y el desamparo de su porción terrestre(5) precipitándose en el holocausto del propio ser(6). Y así declina, hosco y cordial(7) entre sus manuscritos; libros; las dos gatitas Electra y Clitemnestra (“Las dos gatitas: me dan compañía, sin quitarme soledad”(8); visitas casuales y breves; y las botellas panzonas y cantarinas(9) de su fatal ron Flor de Caña etiqueta negra.

Falleció en el Hospital Bautista de Managua, flagrantemente solo, a las 12:38 a.m., el 16 de junio de 1998. Sus restos mortales fueron velados en la Sala de Lectura del Recinto Universitario Rubén Darío de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), donde cuatro meses atrás se le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Tras una breve escala al día siguiente en el Palacio Nacional de Cultura, la puesta en el sepulcro tuvo lugar en el cementerio municipal de Granada, cerca de los restos de su padre y tías Leopoldina y Alfonsina.

El Inmenso Solitario Insurrecto
Carlos Martínez Rivas, el segundo gran poeta nicaragüense desde Rubén Darío, surge como un niño prodigio de la llamada Generación del 40, a la que igualmen te pertenecen Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985) y Ernesto Cardenal (1925), poetas a quienes la enseñanza oficial de la literatura nicaragüense ha dado a conocer indiferenciadamente en trío como el Triángulo de los Tres Grandes del 40, o los Tres Ernestos, obviando ubicarlos en orden a sus respectivos talentos y nivel de jerarquía estética, —como oportunamente lo hizo notar Juan Chow(10).

Refiriéndose a sus compañeros de generación, dice el poeta en “Los Tres”, nota para interesados (11) “Nuestra amistad, de ‘los tres’ (Ernesto Mejía Sánchez, Ernesto Cardenal, Carlos Martínez Rivas), fue particularmente fructífera porque éramos diferentes en temperamento y carácter y hasta puede decirse que en propósito poético (...). Aunque estábamos siempre unidos e interesados en la misma cosa, la POESÍA, lo hacíamos cada uno desde su propio terreno. (...) fuera de este espíritu selectivo y de cautela, no hubo rasgo externo (de tema o estilo) que nos identificara a “los tres” como grupo. Tampoco iniciamos juntos ningún “movimiento” con su respectiva revista de secta y dogmas. Entre muchas razones, porque nos separamos geográficamente; recién bachillerados, salimos de Nicaragua y en tierras extrañas escribimos nuestros libros”.

La diferencia entre la obra carlosmartineana y la de sus coetáneos, así como el lugar alcanzado por su palabra poética dentro de la jerarquía literaria hispanoamericana y universal, aparece claramente reflejada en esta valoración temprana hecha en 1947 por Ernesto Cardenal: “Tengo obligación de decir que nadie en Nicaragua hasta hoy, ni Rubén Darío tal vez, ha gozado de tanto don poético, tanto “estado de gracia” de poesía como él. Y es bastante decir”(12). Efectivamente, —saludada, entre otros, por críticos tan rigurosos como Octavio Paz, Francesco Tentori, Félix Grande, José María Valverde, Luis Rosales, Ernesto Mejía Sánchez, Beltrán Morales, Graham Greene — la obra carlosmartineana percute y cautiva por la perfección de la estructura y de las formas, por su hondura y carga de implicaciones. “La sobria y adusta perfección de Martínez Rivas —señala el poeta Alvaro Urtecho — resulta de un feliz equilibrio entre la tradición clásica y la tradición romántica”(13). Esa teoría del poema de estirpe baudeleriana enunciada por él en “Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos” rige precisamente su propia creación estética. Veamos lo medular del planteamiento en este trozo:

De este modo elegías tú el adjetivo,
la palabra, y el verso cuyos rítmicos
pasos como los de un enemigo acechabas.
Hacer un poema era planear un crimen perfecto.
Era urdir una mentira sin mácula
hecha verdad a fuerza de pureza.

Evidentemente, es el concepto de libertad lo que mejor permite circunscribir el sentido profundo de la vida y la obra de Carlos Martínez Rivas. Libertad con respecto a los hombres y las instituciones, las costumbres, las modas y modos del vasto mundo plástico, supermodelado y vacío(14), libertad con respecto al lenguaje, con respecto al orden y la lógica establecidos. De hecho, con formidable disgusto, el poeta rechaza, critica y denuncia a su tiempo alienado y su entorno; la emprende individualmente contra la anquilosis del corazón y del espíritu. Con el mismo vigor exalta el amor auténtico(15),suscribe la marginalidad y el autoexilio, la superioridad del poeta en un mundo envilecido. De ahí que nadie pueda remplazarle en su dislocación, su abandono, su descontento, su angustia, su desesperanza, que es lo que él considera más suyo, en apoyo, en sostén al deslumbramiento y a la iluminación, al drama de su yo irreductible.

En efecto, frente al caos del mundo, ante la inteligibilidad de los poderes que rigen la frágil condición humana, los únicos hombres a cuya sombra vale la pena estar son los náufragos, como bien lo afirmara Jean-Paul Sartre: un verdadero artista es el que elige el fracaso y lo elige para siempre. En el mismo sentido se pronuncia Ciorán: La verdadera elegancia moral reside en el arte de transformar nuestras victorias en derrotas(16).

Haciendo referencia al Expresionismo, en la Cátedra que lleva su nombre, como dejando ver su mundo de procedencia y el vértigo de su aventura personal, dice C.M.R.: “Tiene sus raíces este arte en la fundamental inadaptabilidad del ser humano a la existencia terrena: el sentimiento de que el hombre sobre en el cosmos, eso es lo horrible. Ningún gato sobra, ninguna ardilla, ninguna rosa sobran. El hombre sobra. Y eso es una desarmonía, una disonancia a su concierto en el Mundo”(17); razón suficiente esto último para que la pasión, la memoria y el genio de Carlos Martínez Rivas elijan y engendren el oro del asombro y el destello cegador del paraíso, recobrado por la gracia fulgurante y perpetua de su poesía, no obstante ese otro polo de atracción que —so pretexto de rechazo, evasión o remedio contra la sordidez social — lo induce a ser la autopieza de disección espiritual, el auto-Hamlet (18), infernando gesticulante con la guitarra ebria; Ecce Homo eufórico, iracundo, coronado de parras y de espinas.

Pero quizás uno de los aspectos más radicales del ejercicio crítico de Carlos Martínez Rivas es su intransigencia ante el fenómeno poético. De hecho, Martínez Rivas escribe sólo sobre lo que le interesa a él, no a un público. “No tener un público”, —proclama, escribe y lo subraya categórico en “Filiación del poeta menor”. Tampoco tiene prisa alguna en publicar sus poemas, como lo advierte en la explicación que dio el 25 de noviembre de 1993 en la UNAN-Managua a propósito de los 40 años que le tomó el escribir su poema a Salomón de la Selva: “ .... NO ES QUE ME PASÉ CUARENTA AÑOS ESCRIBIÉNDOLO, CORRIGIÉNDOLO; sino que lo guardé cuarenta años sin publicarlo. Ése es, ahí está, EL SECRETO. Este Poema, “EL LECTOR, PANEGÍRICO...”, es un poema hecho no con trabajo sino con tiempo./ Se hizo él solo, porque no lo des-hice, no lo mal-logré , forzándolo a ir prematuramente a las prensas; sometiéndolo a la “letra-impresa”, ese “octavo pecado capital”, antes de cumplir su período orgánico. PUNTO”.

“TAMPOCO ES UN POEMA LARGO. Es un poema breve, pero, a su manera, es un poema grande; porque está cargado de inspiración, por haber sido depurado —en esos cuarenta años —de todo ripio. (....) él, sólo, con el paso del tiempo, con el ritmo —digamos— de las estaciones, se fue despojando de cualquier elemento supérfluo, como un árbol. Yo lo encontraba a cada “inspección” técnica, con unos tres, nueve versos menos —como si se los hubiera sacudido porque le estorbaban”. Evidentemente, tales aseveraciones ponen al desnudo la obsecación perfeccionista del poeta. Corrigiendo mucho, engavetando y volviendo a extraer de gastadas carpetas ‘color pardo rastrojo’ manuscritos emborronados de nuevo; una y otra vez. Tal ha sido el proceso de la escritura de poemas como “La puesta en el sepulcro ”, “Infierno de cielo”, “André Breton en su tertulia”, “Proyecto de la Obra Maestra”... “Un poema como una traducción, podría decirse por extensión, nunca se termina (en el sentido de acabado, de logrado); se deja”, —anotó, coincidiendo al pelo con el poeta francés Paul Valery.

En realidad, esta actitud de perfeccionismo inacabable en Martínez Rivas, suscita contradictoriamente, por una parte el acrecentamiento de la exclusiva propiedad de su palabra poética, de su estatus de poeta de poesía aparte, de su ajenidad; y por otra, hace que el poeta arremeta contra el arte poético y contra todo arte que intente sustituir el flujo de la vida cuya característica es la imperfección —como lo hace notar Eduardo Milán: “A veces parece que la “insurrección solitaria” de Martínez Rivas es un levantamiento contra la poesía misma, por saber que en la poesía se pierde siempre algo esencial, que la poesía nunca alcanza a compensar una carencia y que si hay algo en que, realmente, vida y poesía se parecen es que ambas son pérdidas seguras. A partir de esa especie de equivalencia, Martínez Rivas se rebela contra la poesía como fingimiento, contra la poesía como decoración y movimiento estetizante que sepulta a la vida en esa fijeza última a la que tiende el poema mediante su paradoja esencial de movimiento fijo”; (....) el poeta “manifiesta su desconfianza de un orden impuesto a la poesía que, muchas veces, aún en movimientos poéticos “libertarios”, actúa como camisa de fuerza de la expresión de un impulso ingobernable”(19).

Como consecuencia de esta actitud ética existencial se explicaría, según Alvaro Urtecho, el carácter nietszcheano en buena parte de la escritura posterior a La insurrección solitaria, “escritura nietszcheana en cuanto se expresa en el fragmento, en el margen o las márgenes del discurso. La parte, el fragmento que no llega nunca a cerrarse por ser precisamente eso: fragmento, trozo de corteza , aerolito de un cosmos siempre inasible, siempre naciendo, apareciendo y desapareciendo (....) la palabra pulida, desollada, afilada, que termina devorándose a sí misma, no permitiendo la posibilidad no sólo de la Obra Maestra sino de la misma existencia física del libro como objeto de intercambio social, como objeto de comunicación interactuante”(20). Como quiera que sea, afirmativa y segura, en manifestación siempre fresca y renovada, la palabra poética que Martínez Rivas pule como un arma, con fe / no exenta de cinismo espera el día de mañana / para contradecir al de hoy. / A su golpe vacío, / Fiel (....) / a su pentecostés privado.

La poesía de Carlos Martínez Rivas, subraya Miguel Ángel Echegaray(21), permanece envuelta por un halo de premonición y sentencia bíblica. Su profesión de fe, sin embargo, no fue la del poeta creyente que asocia la palabra divina con la palabra profana. Más bien, él entendió la poesía como un eco alargado de la escritura de Dios y como una batalla del verbo con el lenguaje humano. Por ello, quizá sea el último poeta legítimamente solemne.

Amparado en la venia de la liberalidad projimal, me atrevo a dar cabida al juego cómplice y herético de este ANDANTE IN CRESCENDO CARLOSMARTINEANO

Carlos Martínez Rivas corresponde a la estirpe de los raros. A una raza de artistas y proscritos que —cumpliendo la predicción de Rimbaud— se convierten en visionarios por un largo, enorme y razonado trastorno (dérangement) de todos sus sentidos. A esa tribu de rebeldes forasteros que saben de lugares de donde regresaron henchidos tras su acento exaltado; los ojos relucientes, inyectados de sangre. Buzos del pensamiento con aire de volver del país de los muertos, musitando los últimos límites / de lo bruto; la atracción / de lo inícuo; el azoramiento / del genio tentado, vacilando. El libro secreto de la naturaleza en sus mentes en trance. Translúcidos, embrutecidos, ebrios de sino inmortal. (Andante in crescendo propio dél : ) Batiendo con los pies los tambores del cielo desprenden esa rapsoda que vuela en el viento / por encima del mar tenebroso donde culebrea el infierno; música de esferas. Y cuando sólo disgusto tienen (un excelente disgusto, creo), al soplar de ambas manos las entrañas del caos, bajando la voz y subiendo la llama, hacen surgir la diosa de más ardiente y deliciosa forma (¡wow! Virgo potens Sedes sapientiae Mater misericordiae). Y se celebra con una fiesta suprema en el principado del infortunio.

Estela de la Opera Omnia
Con la publicación —a los 19 años— de El Paraíso Recobrado, Poema en tres Escalas y un Prólogo (Cuadernos del Taller San Lucas, Granada, 1943), y —10 años más tarde— del volumen “La insurrección solitaria”, conjunto de poemas en tres secciones (Editorial Guarania, México D.F., 1953), Carlos Martínez Rivas alcanza la cima de la creación poética hispanoamericana acaso como nuestro poeta mayor del siglo veinte; pero igualmente se reconoce y admira la perfección de sus poemas de adolescencia (El Pijama, Una rosa para la niña que volvió por su muerte...) y de su obra posterior publicada en revistas y suplementos culturales o leída por él en Recitales; cabe citar al respecto —entre tantos— los poemas: Ecce Homo (1957); ¿Qué dicen, hermana mía, las olas salvajes? (1960); Una llama en el bosque de Chapultepec (México, 1964); Dos murales U.S.A. (1964), en los que repercute la lección de Baudelaire como “pintor de la vida moderna”; La puesta en el sepulcro ( XIV Estación), 1953-1980; Los testigos oculares(1964); un terceto de textos reveladores de su honda solidaridad humana, escritos entre diciembre 1983 y mayo del 84: Los perdedores caen en la lona; A quienes no perdieron nada porque nunca tuvieron; y, Dama Llaga Daga; El Auto-Hamlet (un antiguión); Leopardi, Baudelaire, Rubén y compañía (1984); Infierno de Cielo (escrito en 1964 y merecedor —20 años más tarde— del Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío1984; Los amores (1995).

Debiéndose tener en cuenta al mismo tiempo algunos poemas conocidos o no que forman parte de los siguientes títulos, sólo anunciados por Martínez Rivas: Fantasmas y pretextos (años 50, 60, 70); El Asco y la Lira (años 50-60); Cármina figurata (1953-72); Esquina con Esperanza, Esquina sin Esperanza (1951-84); Antropologías (1951-85); Calcoholmanías y Guarismos (1957-79); Identidad y Patrística (años 60-90); De Arte Graphica (años 40-90); SILABARIO CArolinaTON (1977-83); Estatutos de la Pobreza y otros asuntos con ella relacionados (años 50-90). Obras que el Poeta pensó reunir íntegramente o en parte bajo el nombre de Allegro Irato y en las cuales plasma con acucioso, refinado y deslumbrante ingenio —como lo hiciera anteriormente en sus dos publicaciones de plena juventud— su insólita manera de sentir, vivir, padecer e interpretar críticamente la realidad en su concreta dimensión dicotómica de cielo e infierno, de ángeles y demonios, de sabiduría y estulticia, de inocencia e hipocresía, de poder e indefensión, de deshumanización y solidaridad.

Como crítico de literatura y de arte en general Martínez Rivas deja también textos inéditos o publicados de manera dispersa, prueba de ello los temas de sus Cátedras magistrales dictadas en la UNAN-Managua (1991, 1993), y los siguientes trabajos o propuestas: Manual mitológico de Rubén Darío; ABCDarío; Rubén Darío, el envejecer en su poesía (1954-66); Diarios europeos (años 50); Monarcas, enanos y aire (estudio sobre la pintura de Velásquez); Garcilaso de la Vega; Watteau y su siglo en Rubén Darío (1969); Azarías H. Pallais y “los otros” (1954-78); Mis Gay Twenties —sobre Luisita Donahue— (1958-1978); El Ojo diáfano de Tierra firme —sobre Exposición de Pinturas de Mercedes Graham — (1980); La aislada, asidua labor de 30 años... (1984); Julio Cortázar: cara y cruz (1984); Dos pintores impresionistas (1991); La Pintura de Joaquín Vaquero (1994); Mexías Sánchez y otras observaciones (1995); Precisiones sobre el barroco (1995); su Lección magistral sobre Rubén Darío (1998), al recibir de la UNAN-Managua el título de Doctor Honoris Causa.

Evocaciones visuales en su poesía
Algunos títulos de los ensayos citados y las conferencias desarrolladas por el poeta en la UNAN (1991, 1993), ofrecen un indicio de su profunda sensibilidad por las artes visuales y espaciales cuyo oficio el poeta contrasta con el del escritor —obligado siempre a lidiar con la intangibilidad de las palabras—, mientras que el escultor o el pintor tiene el consuelo del contacto cálido, seguro y directo con el material con el cual crea. A este destino nutritivo y fértil aspiró el poeta: “pienso que / quizás —como a mí a veces— te hubiese gustado más pintar”, dice en el “Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos”. De hecho, una buena parte del tiempo transcurrido en el extranjero lo dedicó Martínez Rivas para visitar exposiciones y museos en Europa y América, dando como resultado varios diarios y cuadernos manuscritos, aún inéditos y un conjunto de esbozos gráficos y dibujos pequeños, apretados, patéticos, eróticos, como miniaturas de grandes cuadros y retratos, rostros que resumen “lo bizarro, lo irregular y lo disforme —atributos de la belleza moderna— la presencia herida por el tiempo, tatuada por la muerte” .Octavio Paz(22).

Quien vuelve a sus poemas —nos dice Echegaray (23)— están habitados por una doble fuerza plástica, ya que, además de su rigurosa construcción de imágenes, sus temas conciernen a experiencias pictórica singulares. Martínez Rivas pertenece a esa estirpe de poeta que, como Charles Baudelaire, Octavio Paz o Luis Cardoza y Aragón, han acompañado y revelado la pintura de su tiempo, al igual que han releído también la de otras épocas. Son poetas del ver y del decir. En el nicaragüense la poesía y la pintura se alimentan y se definen una a otra, como si la letra, para engarzarse, necesitara abrevar en el color y la línea. En La Insurrección Solitaria menudean, más que alusiones, tramas poéticas que se originan en pinturas de Da Vinci, Van Gogh o Klee.

En todo caso, este autor que tanto ha adelantado en materia de creación estética y de actitudes, abrió su vena a la transfusión de sangre de los Museos para “crear la dinámica a través de la cual lo pictórico genera a lo meta-pictórico”, según Steven White en su excelente estudio “Martínez Rivas y Baudelaire, Dos pintores de la vida moderna”. Es así como en “La insurrección solitaria” y en su producción posterior, las artes plásticas constituyen una vertiente de reflexión y de creación. Esto explica su frecuente alusión a ellas. De da Vinci —por ejemplo— en “Canto fúnebre...”; de Lucas de Leiden en “Beso para la mujer de Lot”; de Paolo Uccello, Vittore Carpaccio y Mathias Grünewald en “Memoria para el Año Viento Inconstante”; de van Gogh en “Retrato de dama con joven donante”; de Goya en “Cuerpo cielo” y “Los perdedores caen en la lona”; de Paul Klee en “Arete”; de Pieter Bruegel en “Dos murales U.S.A.”; de Sandro Botticelli en su “Tríptico” a Granada... Sin contar sus abundantes referencias al arte greco-romano y en menor grado al precolombino.

Reconocimientos y distinciones
Entre los escasos y a la vez tardíos reconocimientos y distinciones, se le otorgó la Orden de la Independencia cultural Rubén Darío (1982) y el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío (1984). En 1991, durante el rectorado del Dr. Alejandro Serrano Caldera, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) crea la Cátedra Carlos Martínez Rivas, dedicada tanto al estudio de su obra, como al de su pensamiento crítico sobre una época que pocos escritores nacionales han vivido y percibido con tanta intensidad como él; nombrándosele —hasta el final de sus días— catedrático titular de la misma. A propuesta de la Dirección de Extensión Cultural de la UNAN-Managua, se le ofrecen en homenaje el IX Encuentro Nacional Interuniversitario de Poesía (1994) y el VIII Festival Artístico Interuniversitario 1997-98.

En 1997, recibe de la Presidencia de la República el Premio Nacional de Humanidades; la Orden Mariano Fiallos Gil del Consejo Nacional de Universidades (CNU); y un Homenaje Nacional, organizado por el Foro Nicaragüense de Cultura, la UNAN-Managua, el Instituto Nicaragüense de Cultura y el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica. El mismo año también le rinden homenaje la Unión de Artistas Plásticos, Bolsa de Noticias, Promotora Cultural Buen Día, el III Festival del Monólogo, la Escuela universal “Pierre y Marie Curie” , y el Cuerpo Nacional de Policía. El 11 de febrero 1998 le fue otorgado por la UNAN-Managua de manos del Rector, Francisco Guzmán Pasos, el título de Doctor Honoris Causa.

No obstante, su obra intelectual que él, por su propia decisión, conservó cautelosamente inédita (ajeno como era a toda publicidad y las consagraciones, empecinado en no publicar otro libro, “manteniéndose al margen de la llamada y consabida vida literaria, con la dignidad inherente al heroísmo”.Mejía Sánchez(24), merece ciertamente su pronta recuperación y publicación. En un futuro cercano, la producción de Carlos Martínez Rivas debe ser difundida, promovida, analizada, “visando captar —como sugiere Pedro León Carvajal— el sentido en que evolucionan sus concepciones, su sistema técnico, su espectro temático, su metodología secuencial, sus ángulos de enfoque, la proyección de sus perspectivas, la arquitectura de su reflexión ético-estética, su “Weltanschaung”(25). Su herencia literaria debe ser parte integral de los programas de estudio del país, como conviene al Inmenso Solitario Insurrecto que se dio a la tarea de hacer del arte el reflejo creativo de la condición del ser humano en el mundo.

Valoraciones aproximadas

Incontestablemente, esta poesía, —elaborada con absoluta precisión, claridad, profundidad filosófica, esplendor formal, y soberana vitalidad — ha percutido contundente, y seguirá desplegando la influencia de su palabra magnífica y rebelde en todo el ámbito de la lengua y de la condición humana. Desde Octavio Paz, que en elogioso ensayo previsor(26) sitúa a Carlos Martínez Rivas como una de las voces más sólidas y penetrantes de la poesía española de nuestro tiempo, su obra ha merecido permanente admiración y respeto.

Así, en sus connotadas Conferencias a la Empresa Privada (1974), José Coronel Urtecho vierte estas apreciaciones: “(...) Nada adelantaría, desde luego, con decir que no creo, como efectivamente no lo creo, que haya hoy otra lengua igual a la de Carlos en todo el ámbito de la lengua o por lo menos en el ámbito de la lengua de la poesía española. (...) Como quiera que sea, la lengua de la poesía de Carlos Martínez Rivas puede en la actualidad considerarse no sólo desde hace tiempo la más avanzada y cada vez al parecer más avanzada en las más imprevistas formas y direcciones, sino también y por lo mismo, la más apta para captar, expresar y comunicar las delirantes complejidades y profundidades de la situación humana en nuestro tiempo y aún de la misma condición del hombre en el mundo contemporáneo. (...) Carlos Martínez Rivas y César Vallejo... son quizá los dos únicos poetas modernos de la lengua hispánica que han realizado cambios serios y modificaciones importantes en la estructura de la lengua misma...”

El español Félix Grande advierte que “la poesía de Carlos Martínez Rivas, sin ese festivo dominio verbal —de que no carece jamás— sin ese fino esplendor que alguna vez se ha llamado “una sensualidad de la inteligencia” estaría entre las más desoladas de habla castellana(27). Según Alvaro Urtecho, “Esta conciencia de saberse poseedor de una ars poética sin concesiones a la ideología o a la temática planificada, lo llevó a sostener y a proclamar cada vez más la identificación de vida y poesía, de persona y escritura” (28).

“Destacan (en su obra) —anota el crítico literario Mario Campaña— la frecuente utilización del mito; el escaso protagonismo del yo; la versatilidad métrica y de estilos, los usos cultistas. Pero lo admirable es el enorme dominio del lenguaje del poema, así como la indagación incisiva, cruel, en los avatares de la condición humana. El magistral dominio del nivel significante del poema —exacta distribución de acentos, combinación de sonidos consonánticos, etc.— acentúa una significación que no ofrece concesiones. He aquí, en resumen, a uno de los maestros de la poesía latinoamericana y castellana”(29). Hace ya muchos años Beltrán Morales escribió este párrafo: “En este país podrá suceder cualquier cosa (otro terremoto, otro Darío) y “La insurrección solitaria” estará terca y desafiante, como la inconmovible Peña del Tigre en el Océano Pacífico”(30).

Este otro juicio contundente de Ernesto Sábato puede quizá revelar el destino de la creación artística de Carlos Martínez Rivas: “Las únicas obras que pasarán a nuestra historia literaria son aquellas que fueron creadas con sangre, sufriendo el drama de su época y de sus contemporáneos, sus situaciones límites frente a la soledad y la muerte”.

En todo caso, frente a la enorme presencia de lo que habita lo más hondo del lenguaje, Carlos Martínez Rivas se funde y funda en la palabra. A la luz de sus soles recónditos, raro, esquivo, deslumbrante, rebelde, él es la imagen del

FUENTE.LA PRENSA LITERARIA. /LIC:RENE DAVILA."

miércoles, 20 de abril de 2011

EL "DESOLADO CANTO" EN LA VIDA DEL POETA LUIS ALBERTO CABRALES .

EL "DESOLADO CANTO" EN LA VIDA DEL POETA LUIS ALBERTO CABRALES .: "
Varios aspectos comunes podrían establecerse entre el nicaragüense Luis Alberto Cabrales (1901-1974) —uno de los fundadores del Movimiento de Vanguardia de su país— y el argentino universal Jorge Luis Borges (1899-1986). Ambos tuvieron una coetánea formación europea, participaron de la novedad y euforia vanguardistas en los años veinte y, tras algunos desengaños, comprendieron la esencia verbal del modernismo, valorándolo en su verdadera dimensión. Pero lo que deseo presentar ahora es la relación entre John Keats (1795-1821), Borges y la experiencia poética el “Desolado canto”, poema antológico de Cabrales.

En su ensayo “Una experiencia poética” [1964], éste aporta una explicación adversa a la aceptada por Jorge Luis Borges sobre el problema que plantea la última estrofa de la “Oda a un ruiseñor” de Keats: “Tú no has nacido para morir, ¡Oh pájaro inmortal! / no has tenido una generación que te pisoteara; / la voz que escucho esta noche precisa / ya fue oída por reyes y pastores hace siglos. / Quizá es el mismo canto que abrió una senda / hasta el desalentado corazón de Ruth, cuando nostálgica / prorrumpió en llanto en el trigal ajeno”.

Según Borges, esta estrofa opone a la fugacidad de la vida humana, por la que entiende la vida del individuo, la permanencia de la vida del pájaro, por la que entiende la vida de la especie. Y concluye: “el individuo es de algún modo la especia y el ruiseñor de Keats es también el ruiseñor de Ruth”. Pero la explicación del poeta nicaragüense es más profunda y procede de una experiencia poética personal: la del poema “Desolado Canto”, muy semejante a la última estrofa de la “Oda a un ruiseñor”.

Dice: Un gallo canta en el fondo de la noche: / lejano canta e íngrimo. / Cantó a Pedro en el Santo Evangelio / y en coros cantó al Cid / en la madrugada del Romancero. / Pasó Pedro, pasó el Cid, / ¡y yo he de pasar también, Dios mío! / Y sólo queda el canto de los gallos, / el desolado canto íngrimo.

Aquí se replantea el confrontación de Keats con el gallo en vez del ruiseñor: es decir, la siguiente fórmula: gallo-inmortal y hombre-mortal. Siempre el poeta oía el canto nocturno de los gallos y pensaba que, una vez muerto, continuarían cantando.

Expresar esta idea en algún poema cuya forma —tal como acostumbraba con todos los suyos— iba modelando lentamente, era lo que aspiraba. Por fin llega a escribirlo de día y lo publica en la revista de Managua El Gráfico, a pesar de que no lo considera logrado. Pasan los años y una noche de 1940, recordando algunos versos de su primer intento, lo relabora tal como aparece en Ópera Parva (1961), y cuyo texto transcribo, quedando satisfecho. Una vez que circula entre poetas y amigos, Carlos Martínez Rivas le revela que tiene mucha similitud con la estrofa del poema de Keats.

Al respecto, Cabrales advierte en el suyo que la fuerza motora que lo produce es el sentimiento de no querer desaparecer; Keats, en cambio, no sólo nunca tuvo miedo a la muerto, sino que la deseaba como todo poeta romántico: “Cuantas veces me he sentido enamorado de la muerte / Cuántos tiernos nombres le he dado en mis rimas / Y hoy más que nunca parece dulce el morir”, escribía, contrastando con el clamor entrañable —ante la idea de fallecer— de Cabrales: “Y yo he de pasar también, Dios mío”.

Otra diferencia entre ambos poemas es la fantasía del inglés y el realismo del hispano que subyace en Cabrales: “En efecto —escribe—, en el libro de Ruth no canta ruiseñor alguno, ni siquiera en página alguna de la Biblia. Tampoco hay lágrimas de Ruth sino agradecimiento y tranquilidad seguridad en la consecución de sus propósitos. Mientras que Pedro —en patéticos momentos de su vida— oyó realmente el canto del gallo, y también son reales de toda realidad los coros de los gallos que oye el Cid en el Romancero: ‘y en coros cantó al Cid / en la madrugada el Romancero’ Versos que tienen también doble resonancia poética, pues en la madrugada cantaron al héroe hispano y el Romancero es la madrugada de nuestra poesía”.

Para Cabrales, el hombre no es de ningún modo la especie. La solución la encuentra, tras reflexionar sobre el “Desolado Canto”, en algo que juzga realidad científica: “el ruiseñor —anota— pertenece a una especie zoológica, lo mismo que el gallo, y la especie es permanente, queda, no desaparece al morir un individuo inserto en ella. Mas el hombre es solamente individuo en cuanto es zoológico, porque el hombre es persona, y en cuanto a persona es inalienablemente único e irremplazable”. Y añade que cada hombre, en particular, es una especie en sí porque, al desaparecer, desaparece su especie real de la tierra. En otras palabras: participa de la cualidad del ser angélico: un ser y una especie en sí mismo. De ahí la angustia de la persona humana ante la muerte que es la separación entre lo que tiene de inmortal y lo que tiene de mortal. Y los poetas —desde los chinos y aztecas, pasando por Jorge Manrique y Ronsard, hasta Keats y el mismo Cabrales— han intuido hondamente esta realidad antológica.

La expresión intuitiva de esta realidad se produce ante la desaparición temporal de lo zoológico y surge en el “hombre carnal” de que habla San Pablo; nunca en el “hombre espiritual” que, por el contrario, se queja de no morir (como en el “Muero porque no muero” de Santa Teresa). Sólo el “carnal”, que es un angustiado y hasta duda de su inmortalidad, llega “a la paradoja de creer, o esperar o desear espiritualidad e inmortalidad en el animal”; creencia, espera o deseo que se limita a los animales cercanos al hombre, a los domésticos (no a los salvajes), como si su continua cercanía o su amistad con el hombre le traspasase de laguna forma esas dos inherentes cualidades humanas.

Por eso Cabrales, quien siempre fue un homo carnalis, experimenta y expresa su “Desolado Canto”, poema en el que se sustenta para desentrañar su explicación de la última estrofa de la “Oda a un ruiseñor” de Keats; explicación que cuestiona la sustentada por Borges y resume en el párrafo siguiente: “Así, pues, Keats y todos los otros poetas han cantado su queja intuyendo esta realidad: el hombre como persona es una especie en sí mismo; es decir: hay tantas especies como personas, así como hay tantas especies como seres angélicos, ya que el hombre es medianero entre el animal y el ángel, lo que le da apariencia de mortalidad definitiva mientras el animal, que sí se repite, adquiere por ese hecho, apariencia de inmortalidad”.

Resta destacar la calidad del texto poético de Cabrales que es, al mismo tiempo, uno de los más perdurables de la poesía hispanoamericana contemporánea. No solamente está fuera del tiempo, que nunca podrá modificarlo, sino que su comunicación tiende a ser captada de inmediato en todo ser humano del presente y del futuro. Podrá, entonces, hacerlo suyo y vivirlo cualquiera, tanto como el poeta Cabrales que —por la gracia de la poesía— pudo comunicar la existencial angustia de su mortalidad."

sábado, 9 de abril de 2011

LA EXPRESIÓN LITÚRGICA EN EL VERBO DE LA LIC CATALINA TIJERINO.

LA EXPRESIÓN LITÚRGICA EN EL VERBO DE LA LIC CATALINA TIJERINO.: "
La mejor forma de tridimencionar la grandeza infinita del hacedor del principio y fin del universo,es a través de la narrativa litúrgica fresca,digerible y con olor a ostia de la lic CATALINA TIJERINO. Soy un apice de trazo de grano en la boveda celeste,para hablar de las dimenciones humanas,metafisicas,de su orateria diosesana en contra de los orcos y las tinieblas,de su capacidad numerica de amar al señor de las naciones,de su vocacion de polvora para eliminar como artemisa con su arco certero todas las adversidades y salir con el puño sudoroso y fruncido como aquiles en el paso de las termopilas,de su ternura del concepto de familia así como la solidaridad con los lázaros de la sociedad a quienes siempre les tiende su mano como un lazarillo de tormes, así como su tosudez de demóstenes para estrujar sus neuronas y dar lo mejor de si en cada palabra como silaba expresada en la narrativa de sus escrito litúrgicos. El denodado interés olímpico por la perfección exegeta del mundo nauseabundo y cibernetico que nos salpica así como nos corroe como salitre,la hace ser como diogenes quien constantemente busca en los 62 satélites de saturno el bálsamo espiritual,para que a través de sus escritos busquemos la fuente de vida que es la palabra del supremo y limpie los pecados como las llagas de esta sociedad en decadencia.Dentro de la narrativa novel de chinandega se levanta como lázaro la personalidad de la lic CATALINA TIJERINO,quien con el pincel de davinci y la autoridad del rabí,golpetea la acuarela con una guzla y métrica sempiterna hilvanando escritos donde la presencia de dios es el pan nuestro de cada día en su vida.Como ya no me queda tinta en el tintero termino con esta reflexion " HAY MUJERES QUE LUCHAN UN DÍA Y SON BUENAS,HAY OTRAS QUE LUCHAN UN AÑO Y SON MEJORES PERO HAY QUIENES LUCHAN TODA LA VIDA ESAS SON LAS INPRESCINDIBLES" LIC: RENE DAVILA.


"LAS REFLEXIONES DE RENE"

AUTÉNTICO.

La lucidez del compromiso
irrumpe en cada metáfora
con la fuerza irrebatible
de la verdad escolástica
la concordancia entre la idea y la vida
fidelidad que supera las pruebas
y se eterniza en el tiempo indetenible
como un martillo que golpea para desbrozar la roca de la palabra
que sangra por los poros abiertos
de la existencia vivida a plenitud
sin componendas y sin mediocridades
y callo con la mudez del respeto,
no del halago, al que también temo
callo anonadada ante el ejemplo
que resiste toda duda,
creible testimonio confirmado
por estos pensamientos compartidos.

María Catalina Tigerino Dávila
Chinandega 8/2/11"

LUIS ALBERTO CABRALES LIRICO POR EXCELENCIA.

LUIS ALBERTO CABRALES LIRICO POR EXCELENCIA.: "
Primer Aguacero

ANOCHE, toda la noche,
cayó el primer aguacero.
Por eso
alegre estaba el campo en la mañana
con su camisa blanca de todos los domingos
y el pantalón azul de la Semana Santa.
Alegre estaba el campo
de azul y de blanco.
Silbando se fue a la ciudad
con su nuevo sombrero de pita;
trascendía a hierba, a fruta y a humedad.
Como viera los árboles todos llenos de trino,
como viera las nubes todas llenas de sol,
compró para el colocho un centavo de olor
en la venta que puso mayo en el camino.



Fue un vanguardista que no pertenecía a las familias granadinas, pues nació en Chinandega, departamento situado al Occidente del país. Tenía una ideología de extrema derecha y su obra poética es muy breve. Su único libro es Opera parva, publicado en 1961, donde se aprecia un acento provinciano y rural.
Sus estudios los realizó en el Instituto Pedagógico de Managua. Y estudió Ciencias Políticas en Francia, empapado de la cultura europea regresa a Nicaragua. En parte de su obra poética, Cabrales presenta una severa crítica hacia la falsa moral y sobre todo a la militancia religiosa amañada, hipócrita. Veamos parte de esa sensibilidad, vista también en otros de nuestros intelectuales de esa época.
Ejerció como crítico literario, ensayista, pedagogo, periodista, y duro polemista, permaneció atrincherado siempre en su ideología de extrema derecha, (admirador de Charles Maurrás desde sus años en Francia); una ideología que, como en el caso de Jorge Luis Borges, no dejaba de servirle como un arma de provocación.
Uno de los más destacados intelectuales de Nicaragua. Poeta, polemista, ensayista, periodista y pedagogo, pese a ser uno de los fundadores del movimiento de Vanguardia (iniciado en 1927) que renovó la faz de la cultura nicaragüense, integrándola a las corrientes internacionales, su figura ha sido, en cierta forma, un tanto opacada por las de José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, lo cual se explica porque él se manejaba como un pensador grave, austero y maduro, ajeno a los pronunciamientos y actos de escándalos de la muchachada vanguardista (Coronel, PAC, Joaquín Pasos, Ordóñez Argüello, menores que él cronológicamente hablando.
Publicó apenas un solo libro de poesía: Opera parva (1961) y nunca reunió sus ensayos y artículos en libros de fluyente circulación. Por otra parte, su pensamiento eminentemente reaccionario o "fundamentalista" como diríamos hoy, lo hizo refractario ante las nuevas generaciones.
Mientras PAC y Coronel evolucionaron, del eufórico fascismo criollo o "somocismo", el uno a las posturas de la democracia cristiana y el otro a la adhesión a la Revolución Sandinista, el orgulloso y terco chinandegano fue siempre fiel a su conservatismo radical que incluía una actitud fascistizante y un catolicismo ultramontano antiliberal, antisocialista y, ya no digamos, anti-comunista, ideas que aprendió en Francia, país a donde lo mandó el gobierno conservador de Diego Manuel Chamorro. Ahí, en los cursos de la Acción Católica, dirigida por Charles Mauras, asimiló un pensamiento integrista, pero también se familiarizó como el padre Azarías Pallais un poco antes con la gran poesía francesa de la época: Peguy, Claudel y otros.
En 1927, ya en Nicaragua, se encuentra con José Coronel, recién llegado de California y de esa relación fructífera y de esa mutua enseñanza (una norteamericana y otra europea) surge el Vanguardismo como corriente literaria, ideológica y política. El novelista y crítico literario Julio Valle Castillo, en el prólogo de «Ópera Parva», el único libro de poesía de Cabrales, nos da su valoración, sobre todo en lo que concierne a su oficio lírico.
«Cabrales es un lírico: toda una potencia lírica que, segura de su capacidad, se impone deliberadamente restricciones. Un poeta sentado en el trono de su primera persona, en el Yo, armado y coronado del Yo. Una primera persona que divide y une el amor y la muerte, como la mayoría de poetas que en el mundo han sido.
Y es esa fuerza lírica la que le otorga vigencia, modernidad, actualidad a su poesía tradicional y conservadora, la que lo hace trascender sus limitaciones y aberraciones ideológicas y la asimismo le dispensa y neutraliza sus excesos y deficiencias. Esta fuerza lírica hasta legitima la trasnochada atmósfera romántica de la poesía de Cabrales -atmósfera muy José Asunción Silva, muy Amado Nervo: Nocturna, lunática, en la que caben lápidas, novias muertas o amores frustrados y cipreses. LIC:RENE DAVILA"

sábado, 2 de abril de 2011

MEMORIA DE ESCRITORES DE CHINANDEGA.

MEMORIA DE ESCRITORES DE CHINANDEGA.: "
La riqueza literaria de Chinandega en el contexto nacional tiene un valor muy importante que destaca en figuras luminiscentes, siendo las más brillantes el Presbítero y Doctor Tomás Ruiz Romero, Salomón Ibarra Mayorga, Tino López Guerra y Luis Alberto Cabrales.
Chinandega ha dado varias generaciones de escritores de grandes méritos, de la calidad de Ildelfonso Palma Martínez, Ramón Romero, Alejandro Astacio, Hugo Astacio Cabrera, José Antonio Tigerino Altamirano, los hermanos César y José María Tigerino Rojas, Julio César Icaza Tigerino, Rafael Paniagua Rivas, Gonzalo Rivas Novoa, Gabry Rivas, el vago reflexivo Miguel Andara Úbeda, Plutarco Anduray Palma, Sara Prieto de Rodríguez, Humberto Moreira, Lorenzo Delgado, Alberto María Baca, Miguel Ángel Padilla, Juan Manuel Guerra, Miguel Jarquín Vallejos, Tulita Vallecillo, Erwin Arauz Palma, Apolonio Escolástico Mejía Alonso, Julio César Sánchez, Ascensión Oviedo Estrada y Leonor Moreira de Oviedo que le sobrevive.
Me permito incluir en ésta época, a dos hijos adoptivos: el rey del son nicaragüense Camilo Zapata, que nació en Managua, pero que vivió casi toda su vida en Chinandega, y al poeta Jesús Rosales Morales, de origen salvadoreño que se hizo chinandegano, a fuerza de amarla, como a su terruño que le vio nacer en las tierras de Atlacalt. Toda una constelación, que hicieron que Chinandega fuera la Atenas centroamericana.
Son de esa época los escritores Azucena Zamora y J. Ramón Pichardo Arce con su Himno Centroamericano. Chinandega ha esperado por décadas ser incluída en la Antología de Escritores de Nicaragua en el cuento, ensayo y poesía.
Y como los que nos preceden han tenido méritos literarios, pero han sido incapaces de “unir tantos valores dispersos” como dijera Rubén, hijo de la chinandegana Rosa Sarmiento; “En vida hermano, en vida” como dijo un poeta, y no esperar que “La muerte abra las puertas de la fama y cierre las puertas de la envidia” y aunque “nadie es profeta en su propia tierra”… veinte escritores nos hemos unido acogiendo con entusiasmo esta idea, que nació en mí, con el fin de hacer justicia, para que Chinandega aparezca en el mapa cultural de Nicaragua.
Así se creó la Partida de Nacimiento de esta obra titulada: Antología Literaria de Chinandega, en un esfuerzo propio de los autores, y el apoyo y consideración de Bibliografías Técnicas S.A. (BITECSA), a través de su propietario, Escritor y Doctor Pedro Rigoberto Gallo Aguirre, decidido a apoyar la cultura, y a sus autores. Aunque algunos autores como Jairo Sequeira Argeñal con sus más de cien canciones, Carlos Vanegas, Francisco Reyes Briceño, Hermes Romero Santamaría, Publio Josué Bautista Hidalgo, Eida Martínez Rocha, Leonel Castro, Juan Carlos Gríos Herrera, Genaro Rojas, Miguel Ángel Rocha y Ricardo Delgado Ramos no aparezcan en esta Antología, su aporte literario y artístico es tan valioso que quizá en su Segunda Edición tengan más entusiasmo en participar.
En espera que de esta iniciativa surjan nuevas ediciones ampliadas, y otras especializadas por género literario; y la publicación individual de las obras de cada autor, una Asociación de Escritores y artistas, un II Congreso de Escritores Centroamericanos, concursos, y la publicación individual de las obras de cada autor, y una revista; con fe en Dios y amor a la Patria, todo es posible para el que cree.
Presento la Junta Directiva que fue capaz de llevar a la realidad este proyecto, presidida por el Coordinador Franklin Sequeira Argeñal; Secretaria de Actas Catalina Tigerino Dávila; Tesorero Gerardo Gallo Aguirre; Comisión de Estilo Dionisio Moya Balmaceda; Logística Alejandra Guadalupe Romero Sanabria. En orden cronológico presento la Reseña Literaria de sus veinte autores, incluyéndome, para que así puedan apreciar los cambios generacionales. fuente:visita chinandega."