sábado, 17 de septiembre de 2011

EL CHINANDEGANO GERMAN ROMERO NARRANDO A CHINANDEGA A PRINCIPIO DEL SIGLO PASADO.

EL CHINANDEGANO GERMAN ROMERO NARRANDO A CHINANDEGA A PRINCIPIO DEL SIGLO PASADO.: En un extenso y fértil valle formado en las estribaciones de la sierra, extiéndose, bañada en los lados norte y occidente por el río, y a partir del barrio denominado Libertad el valle se extiende plano en una enorme distancia.

Desde algún punto puede contemplarse el vasto mar verde y azul de la selva que sube, luego, por la falda empinada de los volcanes. En días de invierno cúbrense de nubes plomizas aquellas gigantescas moles de piedra y arena. Y en los días ardientes de verano las corrientes del aire cálido barren cuanto encuentran y juegan con los árbol, que se nutren, desde hace siglos en las laderas y en los recodes de los ríos.

La sierra de los Marrabios comienza en el extinto volcán de Cosigüina cuya erupción se registró en el calendario el 20 de enero de 1835, explosión de las más famosas que registra la histeria: se oscureció el sol en Centro América y las piedras hechar de ceniza se encontraron flotando frente a las aguas marinas de México, en el norte y en las de Colombia.

Surgen después los cerros de San Gabriel y del Roldan, y donde la sierra cobra altura es con el Chonco --de 1,077 metros- y el volcán de El Viejo o San Cristóbal de 1,780 metros, el más alto de la República.

No hay historia de la erupción del Chonco. Según afirma el Sr. R. E. Harding existe en él un cráter de unos 500 metros de diámetro cuyo fondo está 50 metros más bajo que la eminencia más alta de la circunvalación al norte y a 20 metros más bajo que la parte sur de la misma. El cronista Oviedo habla de la erupción del volcán Viejo en 1685, época en que recorrió estas regiones.

Río gracioso, de aguas puras y frescas, es el Acome o Chinandega. Nace en las faldas meridionales del San Cristóbal y se ufana de su estirpe recorriendo el valle donde está la ciudad; bordea les aledaños, y repasa la ciudadela de su barrio indígena denominado LA LIBERTAD. En el punto denominado Los Picos se estableció una presa; y otra en San Antonio.

Un recodo del río forma lo que antes se denominaba el Chorro. Entre paredes altas una ex' en,ién circular de aguas maneas y tibias, poco profundas, alimentadas por una vertiente que horada la pared per la afluencia diaria de la corriente del río. Antes era una diversión ir, por las mañanas, al Chorro; las mujeres se desnudaban allí y luego cubrían su cuerpo con un amplio camisón: nadaban, hundían las negras cabelleras en las aguas azulejas y semejantes a las nereidas, otras, mostraban los cuerpos bellos, los pechos duros, las curvas que nacen en alguna parte y se pierden en la espesura del cuerpo. Los chiquillos se colaban allí mientras se tendían sobre las aguas aquellos cuerpos esculturales de la mujeres. Y allí entre sonrisas y revuelos de palabras de tono monor se contaban las historietas menudas de la ciudad y los grandes y pequeños dramas de familia.

Sentada en la ribera, Susana mira a la amiga del frente, apenas separada por las aguas del círculo, unos cuatro metros. La tela del camisón se ha pegado al busto y se miran los pechos erectos ele la virgen. Ojos bellos, suaves, tranquilos: cabello apretujado por el agua. Mientras sacude sus pies haciendo saltar las gotas de la corriente, habla en tono que parece atormentado por una idea dramática:

Amapola, qué haces? -Pues ya ves, responde ésta: me pongo las medias, y Reseda, que así la llaman, ríe y ríe. Amapola, mientras pellizca con el índice y el pulgar de su mano bella, dice: tengo algo que contarte, y ya listas, al cabo de un rato, con los brazos de ambas cruzadas a la espalda, Amapola cuenta un tanto nerviosa: No dormí anoche. El miedo me azotaba.

Aquí, al subir al altozano... le dió muerte a su mujer de una manera espantosa: una herida aquí (señalaba con el índice la región sexual), con un daga bien afilada, y esta salió por aquí (y señalaba la región de los riñones). Triste es, verdad? Por qué ha de ser eso así? A menudo se engañan los enamorados creyendo que es amor lo que simplemente es pasión, y se turban, luego, y acaban dramáticamente. El caso de Mario: se queja del carácter de su mujer, y ella, a su vez reprocha la actitud de su marido.

Caracteres opuestos quizá por que son extraños; no forman la unidad, y menos aun la cualidad afectiva de una sincera amistad. Pero qué los obligó a casarse: una debilidad. Siete años de acercamiento, de ese juego pasional que la vida presenta en adiestramiento de las almas, y un día se entregaron ... Es una liga la que se establece ya y más si llega un hijo. Luego la seducción y el desprecio: creo que me volvería loca en una situación semejante.

No sucede eso en las uniones libres: cada cual piensa, delibera y procede según las conveniencias personales. Azucena, la de esta historia se ha entregado a esa labor de escuela, busca con el trabaje el alma que no llegará nunca: aun es posible que, en el trato social. encuentre el hombre soñado, o ideal, ahora imposible por la cadena de su matrimonio. Y tiene un hijo: le quiere, lo mima, pero este amor nunca podrá ser substitutivo de sus anhelos de mujer, pues nosotras, en las diferentes facetas respondemos a una aspiración que necesariamente debe ser colmada.

A veces pienso en esos pequeños dramas que forman una mancha en la tela de la vida, y cómo sustraerse ahora de eso que fatalmente pesa sobre esas almas... ?

El asesinato de que te hablo sobrecogió de espanto a nuestros padres, a la ciudad entera: feroz el hombre abrió el cuerpo de la víctima con el puñal que llevaba al cinto. Lo probable es que la haya espiado desde el alba escondido en esos matorrales. Era la muerte acercándose a su víctima para asestarle el golpe certero, y aquella inocente criatura, inocente de lo que habría de sucederle, bajaba por ese caminito desolada con sus pensamientos en flor, tanto paia sus hijos como para el posible amante que abandonaba para siempre.

Y aquel cuerpo mutilado presentaba heridas rojas, abiertas, como rosas, y su camisa, raída, dejaba escapar los pechos todavía duros en un intento de desvanecimiento a causa de la muerte rápida, y sus ojos eran opacos, pues permanecían abiertos, como si aun durara el miedo y el pavor que le produjo la daga inmisericorde en sus carnes vivas. Oh, yo siento un estremecimiento en las arterias y en el cuerpo entero al pensar en ello; me duelen los pies, y en la nuca me sacude un calofrío doloroso.

Y desde el altozano contemplaron el paisaje. Al partir del río era todo verde: árboles centenarios, la ceiba, el guapinol, el guarumo, el guanacaste, todos hermanados formando un frente de vegetación que con sus raíces, apretaba la tierra de sus riberas, y el río, gracioso, en curvas y líneas rectas, bajaba sus aguas por el declive de su cauce. Y miraron el lugarejo donde se bañan los hombres, y ecn su manos se cubrieron los ojos.

Por qué será la vida así, tan triste y desolada, concluyó Reseda. No puede ser de otra manera. No fuera mundo, entonces, respondió Amapola. Nosotras, es decir, mi familia entera, sufrimos las consecuencias de ese, extraño caso que ha destruido un hcgar y tal vez el porvenir de eses muchos, sus hijos, ya en edad de casarse. Verás: hace veinte años mi tío que era, como tu sabes, de buena posición social, se enamoró de una joven que vivía en el barrio de Los indios.

Parroquia abajo, ya a poco se dió a la publicidad la vida marital de ambos. Agraciada era la joven, ccn su cara ele Lucrecia, y rara establecer más la semejanza se hizo arquear las cejas y se pintaba con subido colorete los labios y las mejillas. 'Mi tío abandonó el hogar, regresando al lado de su esposa, y de sus hijas de tarde en tarde. En tales reuniones surgían las reyertas espantosas: vapuleaba a su mujer, a las hijas y hasta al perro noble que llegara a lamerle las manos cuando le veía. Agriado. con esa predisposición al delito, el hombre re encrespaba por cualquier cosa y aun sin motivo alguno de sus víctimas.

Pasaron los años de esta vida así desventurada : él era el terror de todos los de casa, y ocasión hubo de demostrar cómo le temían. El perro dormía en la sala. Sentado el hombre se revolvía furioso sin saber cómo desatar su humor sembrío. A ver, dijo esa tarde, traigan un palo para castigar este perro, y el pobre animal que quizá oyó la sentencia se levantó dormido y daba de hecicazos centra las paredes sin encontrar el franco camino de las puertas que daban a la calle. Y es que la vida de eje hombre con la muchacha era un infierno: salía temprano de la noche con dirección a las calles bajas, y allí en las larernas juntábase con otros y otros, con el fin de calmar sus anhelos y amoríos anónimos.

Regresaba a las once de la noche, y al hombre sombrío, sin voluntad, no le hacían ningún reproche.

Sentiase feliz él cuando retornaba ebrio y sucio a los silencios de la casa, y ella, como la palmera que se dobla acariciaba con sus besos el rostro fiero tocado de la locura.

Van ya veinte años de esa extraña inhibición del que era un hombre correcto en los más gratos tiempos de juventud.

El río Torondano establece el límite de Chinandega con Honduras, hasta la confluencia con el Guasaule, vertiendo sus aguas finalmente en las aguas del río Negro. Este recibe las aguas del río Somotillo que baja de las alturas de Cinco Pinos. El río Gallo desciende de las alturas de Choluteca.

El río Atoya describe una curva inmensa de norte a oeste, se une al río Obico y El Viejo, río Chiquito, y el Acome que baja de la falda meridional del San Cristóbal.

El río Cosmapa que baja del volcán Viejo, el de La Chorrera y el Telica, forman red de hilos y vertientes que luego crecen para desembocar estrepitosamente en el Estero de El Realejo. De la falda meridional del rio Cosigüina bajan riachuelos y torrentes para formar una gruesa corriente del Estero del Padre Ramos.

Al Sur se encuentra el Estero Viejo, formado por las aguas de Los Limones. El Estero Real es más importante, y bajan a él el río Ameya, Cosmapa. La Chorrera y el Telica.

DEL LIBRO:CHINANDEGA / LIC:RENE DAVILA/15090011

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