jueves, 30 de junio de 2011
miércoles, 29 de junio de 2011
JUAN DESHÓN Y EL “TITÁN” DE CHINANDEGA PRECURSORES DEL BÉISBOL EN NICARAGUA.
JUAN DESHÓN Y EL “TITÁN” DE CHINANDEGA PRECURSORES DEL BÉISBOL EN NICARAGUA.: ":lol: :cry: :yikes: :insane:
Deshón Morazán —de familia estadounidense establecida en el Occidente de Nicaragua desde mediados del siglo XIX— fundó en el citado año de 1910 el Titán. Le acompañaron sus hermanos menores Eduardo y Roberto, tercera base; los hermanos Miranda y Federico Montealegre, dos de los jardineros (RF y LF), Alfredo Henríquez — -concuño de Roberto Deshón—, Alberto Baca Seydel, jardinero central y Adán Molina en la intermedia, por citar la mayoría de su novena. Igualmente, Juan Deshón entrenaría a los lanzadores José Martínez “Crema”, de Chinandega; Raúl Peñalba “El Moto”, de León: Julián Amador “Mono Blanco”, de Masaya y Carmen Quinto (del Managua). El maestro les recomendaba tres condiciones: calma, coraje y drop (Uriarte, 1960, I: 8-9).
—¿Cómo sabía que ya era graduado un pítcher? —le preguntaron a “Mono Blanco”. Este explicó: 'Don Juan ponía un espejo cruzado sobre el punto que dijéramos el home, con cierta altura, por cierto muy poca, del suelo, y cuando uno pasaba tres pelotas desde el box debajo del espejo sin romperlo, entonces recibía su diploma de graduación. Yo fui el primero que lo recibí porque en poco tiempo logré pasar las tres pelotas debajo del espejo sin romperlo, lo cual significaba que tenía un control perfecto” (Pereira Ocampo, II, 1978: 37-38).
Asimismo, Deshón a principios de 1912 —antes del desembarco del Unites States Marine Corps— a dos amigos estadounidenses para incorporarse al Titán: a su cuñado Richard Frizell, receptor, y a Charles Goggin, inicialista: los primeros llegados a Nicaragua con ese objetivo. El Titán —acotaría Tito Rondón— “se mantuvo invicto hasta que se inauguró la primera liga interlocal” (Rondón, 21 de febrero, 2000). Tito alude, más bien, a la organizada a nivel del Pacífico en 1915 y reconoce el papel único de Deshón como jugador (llegó a recibir ofertas de grandes ligas) y organizador, entrenador de lanzadores (en los años cuarenta tendría otro discípulo: Benjamín López “El Guajiro” Cosmapa) mánager y promotor. Y de todo ello tuvo auténtico orgullo, ya que decidió irse a la tumba vestido con el uniforme de su amado Titán.
4. UN DESCOMUNAL BATAZO
Tres años después, un barco estadounidense ancló en Corinto. Como sus tripulantes eran aficionados al beisbol, muy pronto se concertó jugar con el Titán en un predio vacío cerca de la costa. No había, como es obvio, gradas ni bardas. El mar era su límite natural. Baca Seydel, el center-fielder, narró las incidencias de ese partido que hizo época en los anales de la región de Occidente:
“ Juan apretó la tuerca en todo el trayecto, y su curva hacía estragos entre los yanques sorprendidos […] Ganábamos cuatro por tres cuando vino la parte del último inning. Hicimos el primer out, pero el siguiente bateador se embasó con un inflield hit y robó la segunda. Luego, por un error, pasó a tercera y otro quedó en primera.
El mánager de los yanques mandó a batear a un emergente: un hombre de dos metros que tomó el bate de 40 pulgadas como si fuera un palillo y lo hizo girar como si tuviera cuerda. El yanque se plantó frente al plato. Juan le lanzó una curva que, viniendo en strike, se desvió hacia afuera como un metro y el yanque abanicó vergonzosamente. El público rugió.
Juan tiró intencionalmente una bola muy baja que el yanque volvió a ver despreciativamente desde lo alto. Y, después de pensarlo bien, lanzó una recta a la esquina de adentro, y el yanque, haciendo un swing que todavía me da pavor, le dio a la bola para un batazo fenomenal hacia la izquierda que, después de una angustiosa espera, un viento nicaragüense desvió a terreno de foul. Hasta donde me encontraba, se oyó el suspiro colectivo de alivio.
El yanque volvió a ver amenazante a la concurrencia que, afligida, enmudeció. Juan se paró firmemente, llevó las manos al pecho, hizo el wind up, lanzó la bola y ¡pang! se oyó un golpe seco, contundente. Con sólo el ruido que hizo, se supo adonde iría a parar, y yo apenas tuve tiempo de observar que tomaba la trayectoria del pitcher y de la segunda, y se elevaba hacia los cielos. No me detuve. Giré sobre mis talones y emprendí la carrera para atrás y seguí, seguí. Cuando pisaba las primeras aguas de la ola desparramada sobre la costa, volví al cielo y alcancé a ver un pequeño objetivo; pero no me detuve y seguí adelante, chapoteando, chapoteando, y ya nadaba cuando estiré mi brazo.
Los yanques jubilosos recibieron en home plate al jonronero. Pero el público no perdió la fe para esperar, ni el juez la vista para presenciar el instante en que la bola se quedó en mi manopla al hacer impacto, en la más grande y emocionante atrapada que se ha visto”
:no: :yes: :doh:
FUENTE:LA PRENSA: / LIC:RENE DAVILA /28060011"
Deshón Morazán —de familia estadounidense establecida en el Occidente de Nicaragua desde mediados del siglo XIX— fundó en el citado año de 1910 el Titán. Le acompañaron sus hermanos menores Eduardo y Roberto, tercera base; los hermanos Miranda y Federico Montealegre, dos de los jardineros (RF y LF), Alfredo Henríquez — -concuño de Roberto Deshón—, Alberto Baca Seydel, jardinero central y Adán Molina en la intermedia, por citar la mayoría de su novena. Igualmente, Juan Deshón entrenaría a los lanzadores José Martínez “Crema”, de Chinandega; Raúl Peñalba “El Moto”, de León: Julián Amador “Mono Blanco”, de Masaya y Carmen Quinto (del Managua). El maestro les recomendaba tres condiciones: calma, coraje y drop (Uriarte, 1960, I: 8-9).
—¿Cómo sabía que ya era graduado un pítcher? —le preguntaron a “Mono Blanco”. Este explicó: 'Don Juan ponía un espejo cruzado sobre el punto que dijéramos el home, con cierta altura, por cierto muy poca, del suelo, y cuando uno pasaba tres pelotas desde el box debajo del espejo sin romperlo, entonces recibía su diploma de graduación. Yo fui el primero que lo recibí porque en poco tiempo logré pasar las tres pelotas debajo del espejo sin romperlo, lo cual significaba que tenía un control perfecto” (Pereira Ocampo, II, 1978: 37-38).
Asimismo, Deshón a principios de 1912 —antes del desembarco del Unites States Marine Corps— a dos amigos estadounidenses para incorporarse al Titán: a su cuñado Richard Frizell, receptor, y a Charles Goggin, inicialista: los primeros llegados a Nicaragua con ese objetivo. El Titán —acotaría Tito Rondón— “se mantuvo invicto hasta que se inauguró la primera liga interlocal” (Rondón, 21 de febrero, 2000). Tito alude, más bien, a la organizada a nivel del Pacífico en 1915 y reconoce el papel único de Deshón como jugador (llegó a recibir ofertas de grandes ligas) y organizador, entrenador de lanzadores (en los años cuarenta tendría otro discípulo: Benjamín López “El Guajiro” Cosmapa) mánager y promotor. Y de todo ello tuvo auténtico orgullo, ya que decidió irse a la tumba vestido con el uniforme de su amado Titán.
4. UN DESCOMUNAL BATAZO
Tres años después, un barco estadounidense ancló en Corinto. Como sus tripulantes eran aficionados al beisbol, muy pronto se concertó jugar con el Titán en un predio vacío cerca de la costa. No había, como es obvio, gradas ni bardas. El mar era su límite natural. Baca Seydel, el center-fielder, narró las incidencias de ese partido que hizo época en los anales de la región de Occidente:
“ Juan apretó la tuerca en todo el trayecto, y su curva hacía estragos entre los yanques sorprendidos […] Ganábamos cuatro por tres cuando vino la parte del último inning. Hicimos el primer out, pero el siguiente bateador se embasó con un inflield hit y robó la segunda. Luego, por un error, pasó a tercera y otro quedó en primera.
El mánager de los yanques mandó a batear a un emergente: un hombre de dos metros que tomó el bate de 40 pulgadas como si fuera un palillo y lo hizo girar como si tuviera cuerda. El yanque se plantó frente al plato. Juan le lanzó una curva que, viniendo en strike, se desvió hacia afuera como un metro y el yanque abanicó vergonzosamente. El público rugió.
Juan tiró intencionalmente una bola muy baja que el yanque volvió a ver despreciativamente desde lo alto. Y, después de pensarlo bien, lanzó una recta a la esquina de adentro, y el yanque, haciendo un swing que todavía me da pavor, le dio a la bola para un batazo fenomenal hacia la izquierda que, después de una angustiosa espera, un viento nicaragüense desvió a terreno de foul. Hasta donde me encontraba, se oyó el suspiro colectivo de alivio.
El yanque volvió a ver amenazante a la concurrencia que, afligida, enmudeció. Juan se paró firmemente, llevó las manos al pecho, hizo el wind up, lanzó la bola y ¡pang! se oyó un golpe seco, contundente. Con sólo el ruido que hizo, se supo adonde iría a parar, y yo apenas tuve tiempo de observar que tomaba la trayectoria del pitcher y de la segunda, y se elevaba hacia los cielos. No me detuve. Giré sobre mis talones y emprendí la carrera para atrás y seguí, seguí. Cuando pisaba las primeras aguas de la ola desparramada sobre la costa, volví al cielo y alcancé a ver un pequeño objetivo; pero no me detuve y seguí adelante, chapoteando, chapoteando, y ya nadaba cuando estiré mi brazo.
Los yanques jubilosos recibieron en home plate al jonronero. Pero el público no perdió la fe para esperar, ni el juez la vista para presenciar el instante en que la bola se quedó en mi manopla al hacer impacto, en la más grande y emocionante atrapada que se ha visto”
:no: :yes: :doh:
FUENTE:LA PRENSA: / LIC:RENE DAVILA /28060011"
domingo, 26 de junio de 2011
EL GENIO POETICO CARLOS MARTINEZ RIVAS HIJO DE LA CHINANDEGANA BERTA RIVAS NOVOA.
EL GENIO POETICO CARLOS MARTINEZ RIVAS HIJO DE LA CHINANDEGANA BERTA RIVAS NOVOA.: ":yikes: :bomb: :furious:
Palabras liminares
En esta postrimería de siglo tan complejo y convulso, en que prevalece, brutal y crudamente la búsqueda de lo material, Carlos Martínez Rivas es un ejemplar único cuyo genio poético ha levantado la historia cultural de Nicaragua y de Hispanoamérica. Su vida y su obra intelectual cautivan precisamente por lo que hay en él de distinto, de irrepetible, en la perfección de su estilo; en su modo de ser como criatura huraña y cordial, como hombre que —henchido de pasión, de curiosidad por las cosas y el conocimiento, y de talento fecundo— urde, registra y rige en su propio drama, los cimientos de un nuevo Génesis, el croquis de la Tierra Prometida. Y todo eso, viviendo al margen del confort, y, las más de las veces, en las peores condiciones del orden alienado del mundo, asumido por el poeta con exactísima conciencia de su propia conducta y, consecuentemente, como insumo a su creación estética. Así lo revela en “Proyecto de la Obra Maestra”: “Careciendo, no sólo de lo necesario sino/ de lo indispensable. Recursos materiales, cero./ De la miseria surja el fulgor. Ningún óbolo/ del mundo empañe su diafanidad”. Por eso, todos tenemos con él una deuda de agradecimiento. Su vida y su obra dan cima a un magisterio esencial e ineludible para la valía intelectual y el buen hacer de las futuras generaciones.
[COLOR=blue]PeriploEl menor de tres hijos varones (Félix Pedro, Luis Felipe y Carlos Ernesto) del matrimonio de doña Berta Rivas Novoa —chinandegana— con don Félix Pedro Martínez Leclair —granadino— nace en Guatemala ( IV Avenida Sur, No. 18) el 12 de octubre de 1924 —país donde su progenitor labora entonces como agente de seguros de la compañía canadiense “El sol”. A la edad de 6 años llega a Nicaragua. “Arribé una mañana con mis padres y mis dos hermanos en el vapor “Chiriquí” de bandera panameña, un martes 31 de marzo de 1931, día del terremoto de Managua. Desde mi llegada al Puerto de Corinto nos encontramos con semejante catástrofe nacional”(1). Mientras cursaba la secundaria en el Colegio Centroamérica de Granada regido por los jesuitas (1938-43), revela precozmente su excepcional talento literario, al ganar a los 16 años un concurso nacional con unos versos que sorprendieron por lo novedosos y personales (“Invocación final por la Comarca de Cabo Gracias a Dios”) y al escribir —entre otros— El Paraíso Recobrado, poema de luminosidad insuperable. Desde los 16 años fue secretario particular del embajador de Argentina en San José de Costa Rica, país al que viaja frecuentemente para visitar a su padre y en el que conoce a Yadira Jiménez, la muchacha de 14 años inmortalizada en El Paraíso Recobrado; de 1944 al 45, secretario personal del Dr. Mariano Fiallos Gil, entonces ministro de Educación de Nicaragua.
En 1945 emprende en España estudios de Filosofía, Letras e Historia del Arte, que amplía en Francia hasta 1951, donde nutre, en París, su afán permanente de búsqueda de motivos, temas y nuevos recursos expresivos, frecuentando museos, ateliers de pintores, tertulias, bistrós, amigos (Octavio Paz, Elena Garro, Don Jaime del Valle Inclán, Julio Cortázar, Blanca Varela, Fernando de Szyslo, Ernesto Cardenal...), mientras se ocupa de la elaboración de ese prodigio que es su obra poética “La insurrección solitaria”. En los años 50 y 60 viaja, permanece por temporadas y trabaja en Estados Unidos y México potenciando —como suele hacerlo en todo lugar que visita — su meticuloso sentido de la observación, su intensidad y lucidez de análisis. De 1951 al 55 fue director de la revista “Educación” del ministerio homónimo (Nicaragua).
Del 55 al 64 reside en California. Labora por más de 3 años en el Bank of América de los Angeles. Toma un curso breve de Técnica Aduanera y trabaja en la firma “James C/ Wiley Co.”; también se ocupa como obrero en una fábrica de fundición. Del matrimonio (1959) con Esperanza Mayorga Salgado nacen sus dos únicos hijos que crecen con la madre, Emmanuel (1960) y Carlos Ernesto (1962). Nombrado por el Presidente René Schick, se desempeñó como agregado cultural en la embajada de Nicaragua en Madrid (1964-69), donde residió en Calle Raimundo Lulio, 2°-4° izq. Plaza de Olavide, Chamberí, Madrid. “Dedicado a la tarea de una constante culturización mental y cordial, en cerco de amistades. La cultura en la sangre, circulando como el vino” (3) tal lo recuerda el poeta Francisco Valle, en anocheceres de bohemia con guitarra en la Bodeguita y el Gran Café Gijón, Avenida de la Castellana.
En la década del 70 labora junto a Sergio Ramírez para la Editorial Universitaria Centroamericana del CSUCA en Costa Rica y viaja nuevamente a México. También visita ese país, los Estados Unidos y Holanda, a principios de los 80. Del 78 al 79 dirige la revista dominical MOSAICO, del diario Novedades, Managua. En el 88, por razones de salud, viaja a Cuba. Tras una estancia (1977-83) en el INTECNA de Granada (antes Colegio Centroamérica)que inevitablemente lo constriñe a viajar con frecuencia a Managua por razones de trabajo como bibliotecario en Procampo, MIDINRA, fija definitivamente su residencia en Altamira d’Este No. 8, Managua, donde cuidó con celo su decisión de permanecer solitario, en estricta clausura —soñando atmósferas sin viento— 4 como un paliativo contra el “mal de ser” en impotencia, enfermedad, pobreza, decadencia física y moral.
En 1991 y 93 dicta lecciones magistrales sobre su obra y la cultura universal desde la Cátedra creada con su nombre por la UNAN-Managua, institución que se honró en mantenerlo incorporado oficialmente a su cuerpo docente, atendiéndolo, discretamente, hasta su muerte. Durante sus últimos dos años pareció irreversible la desnudez y el desamparo de su porción terrestre(5) precipitándose en el holocausto del propio ser(6). Y así declina, hosco y cordial(7) entre sus manuscritos; libros; las dos gatitas Electra y Clitemnestra (“Las dos gatitas: me dan compañía, sin quitarme soledad”(8); visitas casuales y breves; y las botellas panzonas y cantarinas(9) de su fatal ron Flor de Caña etiqueta negra.
Falleció en el Hospital Bautista de Managua, flagrantemente solo, a las 12:38 a.m., el 16 de junio de 1998. Sus restos mortales fueron velados en la Sala de Lectura del Recinto Universitario Rubén Darío de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), donde cuatro meses atrás se le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Tras una breve escala al día siguiente en el Palacio Nacional de Cultura, la puesta en el sepulcro tuvo lugar en el cementerio municipal de Granada, cerca de los restos de su padre y tías Leopoldina y Alfonsina.
El Inmenso Solitario Insurrecto
Carlos Martínez Rivas, el segundo gran poeta nicaragüense desde Rubén Darío, surge como un niño prodigio de la llamada Generación del 40, a la que igualmen te pertenecen Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985) y Ernesto Cardenal (1925), poetas a quienes la enseñanza oficial de la literatura nicaragüense ha dado a conocer indiferenciadamente en trío como el Triángulo de los Tres Grandes del 40, o los Tres Ernestos, obviando ubicarlos en orden a sus respectivos talentos y nivel de jerarquía estética, —como oportunamente lo hizo notar Juan Chow(10).
Refiriéndose a sus compañeros de generación, dice el poeta en “Los Tres”, nota para interesados (11) “Nuestra amistad, de ‘los tres’ (Ernesto Mejía Sánchez, Ernesto Cardenal, Carlos Martínez Rivas), fue particularmente fructífera porque éramos diferentes en temperamento y carácter y hasta puede decirse que en propósito poético (...). Aunque estábamos siempre unidos e interesados en la misma cosa, la POESÍA, lo hacíamos cada uno desde su propio terreno. (...) fuera de este espíritu selectivo y de cautela, no hubo rasgo externo (de tema o estilo) que nos identificara a “los tres” como grupo. Tampoco iniciamos juntos ningún “movimiento” con su respectiva revista de secta y dogmas. Entre muchas razones, porque nos separamos geográficamente; recién bachillerados, salimos de Nicaragua y en tierras extrañas escribimos nuestros libros”.
La diferencia entre la obra carlosmartineana y la de sus coetáneos, así como el lugar alcanzado por su palabra poética dentro de la jerarquía literaria hispanoamericana y universal, aparece claramente reflejada en esta valoración temprana hecha en 1947 por Ernesto Cardenal: “Tengo obligación de decir que nadie en Nicaragua hasta hoy, ni Rubén Darío tal vez, ha gozado de tanto don poético, tanto “estado de gracia” de poesía como él. Y es bastante decir”(12). Efectivamente, —saludada, entre otros, por críticos tan rigurosos como Octavio Paz, Francesco Tentori, Félix Grande, José María Valverde, Luis Rosales, Ernesto Mejía Sánchez, Beltrán Morales, Graham Greene — la obra carlosmartineana percute y cautiva por la perfección de la estructura y de las formas, por su hondura y carga de implicaciones. “La sobria y adusta perfección de Martínez Rivas —señala el poeta Alvaro Urtecho — resulta de un feliz equilibrio entre la tradición clásica y la tradición romántica”(13). Esa teoría del poema de estirpe baudeleriana enunciada por él en “Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos” rige precisamente su propia creación estética. Veamos lo medular del planteamiento en este trozo:
De este modo elegías tú el adjetivo,
la palabra, y el verso cuyos rítmicos
pasos como los de un enemigo acechabas.
Hacer un poema era planear un crimen perfecto.
Era urdir una mentira sin mácula
hecha verdad a fuerza de pureza.
Evidentemente, es el concepto de libertad lo que mejor permite circunscribir el sentido profundo de la vida y la obra de Carlos Martínez Rivas. Libertad con respecto a los hombres y las instituciones, las costumbres, las modas y modos del vasto mundo plástico, supermodelado y vacío(14), libertad con respecto al lenguaje, con respecto al orden y la lógica establecidos. De hecho, con formidable disgusto, el poeta rechaza, critica y denuncia a su tiempo alienado y su entorno; la emprende individualmente contra la anquilosis del corazón y del espíritu. Con el mismo vigor exalta el amor auténtico(15),suscribe la marginalidad y el autoexilio, la superioridad del poeta en un mundo envilecido. De ahí que nadie pueda remplazarle en su dislocación, su abandono, su descontento, su angustia, su desesperanza, que es lo que él considera más suyo, en apoyo, en sostén al deslumbramiento y a la iluminación, al drama de su yo irreductible.
En efecto, frente al caos del mundo, ante la inteligibilidad de los poderes que rigen la frágil condición humana, los únicos hombres a cuya sombra vale la pena estar son los náufragos, como bien lo afirmara Jean-Paul Sartre: un verdadero artista es el que elige el fracaso y lo elige para siempre. En el mismo sentido se pronuncia Ciorán: La verdadera elegancia moral reside en el arte de transformar nuestras victorias en derrotas(16).
Haciendo referencia al Expresionismo, en la Cátedra que lleva su nombre, como dejando ver su mundo de procedencia y el vértigo de su aventura personal, dice C.M.R.: “Tiene sus raíces este arte en la fundamental inadaptabilidad del ser humano a la existencia terrena: el sentimiento de que el hombre sobre en el cosmos, eso es lo horrible. Ningún gato sobra, ninguna ardilla, ninguna rosa sobran. El hombre sobra. Y eso es una desarmonía, una disonancia a su concierto en el Mundo”(17); razón suficiente esto último para que la pasión, la memoria y el genio de Carlos Martínez Rivas elijan y engendren el oro del asombro y el destello cegador del paraíso, recobrado por la gracia fulgurante y perpetua de su poesía, no obstante ese otro polo de atracción que —so pretexto de rechazo, evasión o remedio contra la sordidez social — lo induce a ser la autopieza de disección espiritual, el auto-Hamlet (18), infernando gesticulante con la guitarra ebria; Ecce Homo eufórico, iracundo, coronado de parras y de espinas.
Pero quizás uno de los aspectos más radicales del ejercicio crítico de Carlos Martínez Rivas es su intransigencia ante el fenómeno poético. De hecho, Martínez Rivas escribe sólo sobre lo que le interesa a él, no a un público. “No tener un público”, —proclama, escribe y lo subraya categórico en “Filiación del poeta menor”. Tampoco tiene prisa alguna en publicar sus poemas, como lo advierte en la explicación que dio el 25 de noviembre de 1993 en la UNAN-Managua a propósito de los 40 años que le tomó el escribir su poema a Salomón de la Selva: “ .... NO ES QUE ME PASÉ CUARENTA AÑOS ESCRIBIÉNDOLO, CORRIGIÉNDOLO; sino que lo guardé cuarenta años sin publicarlo. Ése es, ahí está, EL SECRETO. Este Poema, “EL LECTOR, PANEGÍRICO...”, es un poema hecho no con trabajo sino con tiempo./ Se hizo él solo, porque no lo des-hice, no lo mal-logré , forzándolo a ir prematuramente a las prensas; sometiéndolo a la “letra-impresa”, ese “octavo pecado capital”, antes de cumplir su período orgánico. PUNTO”.
“TAMPOCO ES UN POEMA LARGO. Es un poema breve, pero, a su manera, es un poema grande; porque está cargado de inspiración, por haber sido depurado —en esos cuarenta años —de todo ripio. (....) él, sólo, con el paso del tiempo, con el ritmo —digamos— de las estaciones, se fue despojando de cualquier elemento supérfluo, como un árbol. Yo lo encontraba a cada “inspección” técnica, con unos tres, nueve versos menos —como si se los hubiera sacudido porque le estorbaban”. Evidentemente, tales aseveraciones ponen al desnudo la obsecación perfeccionista del poeta. Corrigiendo mucho, engavetando y volviendo a extraer de gastadas carpetas ‘color pardo rastrojo’ manuscritos emborronados de nuevo; una y otra vez. Tal ha sido el proceso de la escritura de poemas como “La puesta en el sepulcro ”, “Infierno de cielo”, “André Breton en su tertulia”, “Proyecto de la Obra Maestra”... “Un poema como una traducción, podría decirse por extensión, nunca se termina (en el sentido de acabado, de logrado); se deja”, —anotó, coincidiendo al pelo con el poeta francés Paul Valery.
En realidad, esta actitud de perfeccionismo inacabable en Martínez Rivas, suscita contradictoriamente, por una parte el acrecentamiento de la exclusiva propiedad de su palabra poética, de su estatus de poeta de poesía aparte, de su ajenidad; y por otra, hace que el poeta arremeta contra el arte poético y contra todo arte que intente sustituir el flujo de la vida cuya característica es la imperfección —como lo hace notar Eduardo Milán: “A veces parece que la “insurrección solitaria” de Martínez Rivas es un levantamiento contra la poesía misma, por saber que en la poesía se pierde siempre algo esencial, que la poesía nunca alcanza a compensar una carencia y que si hay algo en que, realmente, vida y poesía se parecen es que ambas son pérdidas seguras. A partir de esa especie de equivalencia, Martínez Rivas se rebela contra la poesía como fingimiento, contra la poesía como decoración y movimiento estetizante que sepulta a la vida en esa fijeza última a la que tiende el poema mediante su paradoja esencial de movimiento fijo”; (....) el poeta “manifiesta su desconfianza de un orden impuesto a la poesía que, muchas veces, aún en movimientos poéticos “libertarios”, actúa como camisa de fuerza de la expresión de un impulso ingobernable”(19).
Como consecuencia de esta actitud ética existencial se explicaría, según Alvaro Urtecho, el carácter nietszcheano en buena parte de la escritura posterior a La insurrección solitaria, “escritura nietszcheana en cuanto se expresa en el fragmento, en el margen o las márgenes del discurso. La parte, el fragmento que no llega nunca a cerrarse por ser precisamente eso: fragmento, trozo de corteza , aerolito de un cosmos siempre inasible, siempre naciendo, apareciendo y desapareciendo (....) la palabra pulida, desollada, afilada, que termina devorándose a sí misma, no permitiendo la posibilidad no sólo de la Obra Maestra sino de la misma existencia física del libro como objeto de intercambio social, como objeto de comunicación interactuante”(20). Como quiera que sea, afirmativa y segura, en manifestación siempre fresca y renovada, la palabra poética que Martínez Rivas pule como un arma, con fe / no exenta de cinismo espera el día de mañana / para contradecir al de hoy. / A su golpe vacío, / Fiel (....) / a su pentecostés privado.
La poesía de Carlos Martínez Rivas, subraya Miguel Ángel Echegaray(21), permanece envuelta por un halo de premonición y sentencia bíblica. Su profesión de fe, sin embargo, no fue la del poeta creyente que asocia la palabra divina con la palabra profana. Más bien, él entendió la poesía como un eco alargado de la escritura de Dios y como una batalla del verbo con el lenguaje humano. Por ello, quizá sea el último poeta legítimamente solemne.
Amparado en la venia de la liberalidad projimal, me atrevo a dar cabida al juego cómplice y herético de este ANDANTE IN CRESCENDO CARLOSMARTINEANO
Carlos Martínez Rivas corresponde a la estirpe de los raros. A una raza de artistas y proscritos que —cumpliendo la predicción de Rimbaud— se convierten en visionarios por un largo, enorme y razonado trastorno (dérangement) de todos sus sentidos. A esa tribu de rebeldes forasteros que saben de lugares de donde regresaron henchidos tras su acento exaltado; los ojos relucientes, inyectados de sangre. Buzos del pensamiento con aire de volver del país de los muertos, musitando los últimos límites / de lo bruto; la atracción / de lo inícuo; el azoramiento / del genio tentado, vacilando. El libro secreto de la naturaleza en sus mentes en trance. Translúcidos, embrutecidos, ebrios de sino inmortal. (Andante in crescendo propio dél : ) Batiendo con los pies los tambores del cielo desprenden esa rapsoda que vuela en el viento / por encima del mar tenebroso donde culebrea el infierno; música de esferas. Y cuando sólo disgusto tienen (un excelente disgusto, creo), al soplar de ambas manos las entrañas del caos, bajando la voz y subiendo la llama, hacen surgir la diosa de más ardiente y deliciosa forma (¡wow! Virgo potens Sedes sapientiae Mater misericordiae). Y se celebra con una fiesta suprema en el principado del infortunio.
Estela de la Opera Omnia
Con la publicación —a los 19 años— de El Paraíso Recobrado, Poema en tres Escalas y un Prólogo (Cuadernos del Taller San Lucas, Granada, 1943), y —10 años más tarde— del volumen “La insurrección solitaria”, conjunto de poemas en tres secciones (Editorial Guarania, México D.F., 1953), Carlos Martínez Rivas alcanza la cima de la creación poética hispanoamericana acaso como nuestro poeta mayor del siglo veinte; pero igualmente se reconoce y admira la perfección de sus poemas de adolescencia (El Pijama, Una rosa para la niña que volvió por su muerte...) y de su obra posterior publicada en revistas y suplementos culturales o leída por él en Recitales; cabe citar al respecto —entre tantos— los poemas: Ecce Homo (1957); ¿Qué dicen, hermana mía, las olas salvajes? (1960); Una llama en el bosque de Chapultepec (México, 1964); Dos murales U.S.A. (1964), en los que repercute la lección de Baudelaire como “pintor de la vida moderna”; La puesta en el sepulcro ( XIV Estación), 1953-1980; Los testigos oculares(1964); un terceto de textos reveladores de su honda solidaridad humana, escritos entre diciembre 1983 y mayo del 84: Los perdedores caen en la lona; A quienes no perdieron nada porque nunca tuvieron; y, Dama Llaga Daga; El Auto-Hamlet (un antiguión); Leopardi, Baudelaire, Rubén y compañía (1984); Infierno de Cielo (escrito en 1964 y merecedor —20 años más tarde— del Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío1984; Los amores (1995).
Debiéndose tener en cuenta al mismo tiempo algunos poemas conocidos o no que forman parte de los siguientes títulos, sólo anunciados por Martínez Rivas: Fantasmas y pretextos (años 50, 60, 70); El Asco y la Lira (años 50-60); Cármina figurata (1953-72); Esquina con Esperanza, Esquina sin Esperanza (1951-84); Antropologías (1951-85); Calcoholmanías y Guarismos (1957-79); Identidad y Patrística (años 60-90); De Arte Graphica (años 40-90); SILABARIO CArolinaTON (1977-83); Estatutos de la Pobreza y otros asuntos con ella relacionados (años 50-90). Obras que el Poeta pensó reunir íntegramente o en parte bajo el nombre de Allegro Irato y en las cuales plasma con acucioso, refinado y deslumbrante ingenio —como lo hiciera anteriormente en sus dos publicaciones de plena juventud— su insólita manera de sentir, vivir, padecer e interpretar críticamente la realidad en su concreta dimensión dicotómica de cielo e infierno, de ángeles y demonios, de sabiduría y estulticia, de inocencia e hipocresía, de poder e indefensión, de deshumanización y solidaridad.
Como crítico de literatura y de arte en general Martínez Rivas deja también textos inéditos o publicados de manera dispersa, prueba de ello los temas de sus Cátedras magistrales dictadas en la UNAN-Managua (1991, 1993), y los siguientes trabajos o propuestas: Manual mitológico de Rubén Darío; ABCDarío; Rubén Darío, el envejecer en su poesía (1954-66); Diarios europeos (años 50); Monarcas, enanos y aire (estudio sobre la pintura de Velásquez); Garcilaso de la Vega; Watteau y su siglo en Rubén Darío (1969); Azarías H. Pallais y “los otros” (1954-78); Mis Gay Twenties —sobre Luisita Donahue— (1958-1978); El Ojo diáfano de Tierra firme —sobre Exposición de Pinturas de Mercedes Graham — (1980); La aislada, asidua labor de 30 años... (1984); Julio Cortázar: cara y cruz (1984); Dos pintores impresionistas (1991); La Pintura de Joaquín Vaquero (1994); Mexías Sánchez y otras observaciones (1995); Precisiones sobre el barroco (1995); su Lección magistral sobre Rubén Darío (1998), al recibir de la UNAN-Managua el título de Doctor Honoris Causa.
Evocaciones visuales en su poesía
Algunos títulos de los ensayos citados y las conferencias desarrolladas por el poeta en la UNAN (1991, 1993), ofrecen un indicio de su profunda sensibilidad por las artes visuales y espaciales cuyo oficio el poeta contrasta con el del escritor —obligado siempre a lidiar con la intangibilidad de las palabras—, mientras que el escultor o el pintor tiene el consuelo del contacto cálido, seguro y directo con el material con el cual crea. A este destino nutritivo y fértil aspiró el poeta: “pienso que / quizás —como a mí a veces— te hubiese gustado más pintar”, dice en el “Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos”. De hecho, una buena parte del tiempo transcurrido en el extranjero lo dedicó Martínez Rivas para visitar exposiciones y museos en Europa y América, dando como resultado varios diarios y cuadernos manuscritos, aún inéditos y un conjunto de esbozos gráficos y dibujos pequeños, apretados, patéticos, eróticos, como miniaturas de grandes cuadros y retratos, rostros que resumen “lo bizarro, lo irregular y lo disforme —atributos de la belleza moderna— la presencia herida por el tiempo, tatuada por la muerte” .Octavio Paz(22).
Quien vuelve a sus poemas —nos dice Echegaray (23)— están habitados por una doble fuerza plástica, ya que, además de su rigurosa construcción de imágenes, sus temas conciernen a experiencias pictórica singulares. Martínez Rivas pertenece a esa estirpe de poeta que, como Charles Baudelaire, Octavio Paz o Luis Cardoza y Aragón, han acompañado y revelado la pintura de su tiempo, al igual que han releído también la de otras épocas. Son poetas del ver y del decir. En el nicaragüense la poesía y la pintura se alimentan y se definen una a otra, como si la letra, para engarzarse, necesitara abrevar en el color y la línea. En La Insurrección Solitaria menudean, más que alusiones, tramas poéticas que se originan en pinturas de Da Vinci, Van Gogh o Klee.
En todo caso, este autor que tanto ha adelantado en materia de creación estética y de actitudes, abrió su vena a la transfusión de sangre de los Museos para “crear la dinámica a través de la cual lo pictórico genera a lo meta-pictórico”, según Steven White en su excelente estudio “Martínez Rivas y Baudelaire, Dos pintores de la vida moderna”. Es así como en “La insurrección solitaria” y en su producción posterior, las artes plásticas constituyen una vertiente de reflexión y de creación. Esto explica su frecuente alusión a ellas. De da Vinci —por ejemplo— en “Canto fúnebre...”; de Lucas de Leiden en “Beso para la mujer de Lot”; de Paolo Uccello, Vittore Carpaccio y Mathias Grünewald en “Memoria para el Año Viento Inconstante”; de van Gogh en “Retrato de dama con joven donante”; de Goya en “Cuerpo cielo” y “Los perdedores caen en la lona”; de Paul Klee en “Arete”; de Pieter Bruegel en “Dos murales U.S.A.”; de Sandro Botticelli en su “Tríptico” a Granada... Sin contar sus abundantes referencias al arte greco-romano y en menor grado al precolombino.
Reconocimientos y distinciones
Entre los escasos y a la vez tardíos reconocimientos y distinciones, se le otorgó la Orden de la Independencia cultural Rubén Darío (1982) y el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío (1984). En 1991, durante el rectorado del Dr. Alejandro Serrano Caldera, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) crea la Cátedra Carlos Martínez Rivas, dedicada tanto al estudio de su obra, como al de su pensamiento crítico sobre una época que pocos escritores nacionales han vivido y percibido con tanta intensidad como él; nombrándosele —hasta el final de sus días— catedrático titular de la misma. A propuesta de la Dirección de Extensión Cultural de la UNAN-Managua, se le ofrecen en homenaje el IX Encuentro Nacional Interuniversitario de Poesía (1994) y el VIII Festival Artístico Interuniversitario 1997-98.
En 1997, recibe de la Presidencia de la República el Premio Nacional de Humanidades; la Orden Mariano Fiallos Gil del Consejo Nacional de Universidades (CNU); y un Homenaje Nacional, organizado por el Foro Nicaragüense de Cultura, la UNAN-Managua, el Instituto Nicaragüense de Cultura y el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica. El mismo año también le rinden homenaje la Unión de Artistas Plásticos, Bolsa de Noticias, Promotora Cultural Buen Día, el III Festival del Monólogo, la Escuela universal “Pierre y Marie Curie” , y el Cuerpo Nacional de Policía. El 11 de febrero 1998 le fue otorgado por la UNAN-Managua de manos del Rector, Francisco Guzmán Pasos, el título de Doctor Honoris Causa.
No obstante, su obra intelectual que él, por su propia decisión, conservó cautelosamente inédita (ajeno como era a toda publicidad y las consagraciones, empecinado en no publicar otro libro, “manteniéndose al margen de la llamada y consabida vida literaria, con la dignidad inherente al heroísmo”.Mejía Sánchez(24), merece ciertamente su pronta recuperación y publicación. En un futuro cercano, la producción de Carlos Martínez Rivas debe ser difundida, promovida, analizada, “visando captar —como sugiere Pedro León Carvajal— el sentido en que evolucionan sus concepciones, su sistema técnico, su espectro temático, su metodología secuencial, sus ángulos de enfoque, la proyección de sus perspectivas, la arquitectura de su reflexión ético-estética, su “Weltanschaung”(25). Su herencia literaria debe ser parte integral de los programas de estudio del país, como conviene al Inmenso Solitario Insurrecto que se dio a la tarea de hacer del arte el reflejo creativo de la condición del ser humano en el mundo.
Valoraciones aproximadas
Incontestablemente, esta poesía, —elaborada con absoluta precisión, claridad, profundidad filosófica, esplendor formal, y soberana vitalidad — ha percutido contundente, y seguirá desplegando la influencia de su palabra magnífica y rebelde en todo el ámbito de la lengua y de la condición humana. Desde Octavio Paz, que en elogioso ensayo previsor(26) sitúa a Carlos Martínez Rivas como una de las voces más sólidas y penetrantes de la poesía española de nuestro tiempo, su obra ha merecido permanente admiración y respeto.
Así, en sus connotadas Conferencias a la Empresa Privada (1974), José Coronel Urtecho vierte estas apreciaciones: “(...) Nada adelantaría, desde luego, con decir que no creo, como efectivamente no lo creo, que haya hoy otra lengua igual a la de Carlos en todo el ámbito de la lengua o por lo menos en el ámbito de la lengua de la poesía española. (...) Como quiera que sea, la lengua de la poesía de Carlos Martínez Rivas puede en la actualidad considerarse no sólo desde hace tiempo la más avanzada y cada vez al parecer más avanzada en las más imprevistas formas y direcciones, sino también y por lo mismo, la más apta para captar, expresar y comunicar las delirantes complejidades y profundidades de la situación humana en nuestro tiempo y aún de la misma condición del hombre en el mundo contemporáneo. (...) Carlos Martínez Rivas y César Vallejo... son quizá los dos únicos poetas modernos de la lengua hispánica que han realizado cambios serios y modificaciones importantes en la estructura de la lengua misma...”
El español Félix Grande advierte que “la poesía de Carlos Martínez Rivas, sin ese festivo dominio verbal —de que no carece jamás— sin ese fino esplendor que alguna vez se ha llamado “una sensualidad de la inteligencia” estaría entre las más desoladas de habla castellana(27). Según Alvaro Urtecho, “Esta conciencia de saberse poseedor de una ars poética sin concesiones a la ideología o a la temática planificada, lo llevó a sostener y a proclamar cada vez más la identificación de vida y poesía, de persona y escritura” (28).
“Destacan (en su obra) —anota el crítico literario Mario Campaña— la frecuente utilización del mito; el escaso protagonismo del yo; la versatilidad métrica y de estilos, los usos cultistas. Pero lo admirable es el enorme dominio del lenguaje del poema, así como la indagación incisiva, cruel, en los avatares de la condición humana. El magistral dominio del nivel significante del poema —exacta distribución de acentos, combinación de sonidos consonánticos, etc.— acentúa una significación que no ofrece concesiones. He aquí, en resumen, a uno de los maestros de la poesía latinoamericana y castellana”(29). Hace ya muchos años Beltrán Morales escribió este párrafo: “En este país podrá suceder cualquier cosa (otro terremoto, otro Darío) y “La insurrección solitaria” estará terca y desafiante, como la inconmovible Peña del Tigre en el Océano Pacífico”(30).
Este otro juicio contundente de Ernesto Sábato puede quizá revelar el destino de la creación artística de Carlos Martínez Rivas: “Las únicas obras que pasarán a nuestra historia literaria son aquellas que fueron creadas con sangre, sufriendo el drama de su época y de sus contemporáneos, sus situaciones límites frente a la soledad y la muerte”.
En todo caso, frente a la enorme presencia de lo que habita lo más hondo del lenguaje, Carlos Martínez Rivas se funde y funda en la palabra. A la luz de sus soles recónditos, raro, esquivo, deslumbrante, rebelde, él es la imagen del
FUENTE.LA PRENSA LITERARIA. /LIC:RENE DAVILA."
Palabras liminares
En esta postrimería de siglo tan complejo y convulso, en que prevalece, brutal y crudamente la búsqueda de lo material, Carlos Martínez Rivas es un ejemplar único cuyo genio poético ha levantado la historia cultural de Nicaragua y de Hispanoamérica. Su vida y su obra intelectual cautivan precisamente por lo que hay en él de distinto, de irrepetible, en la perfección de su estilo; en su modo de ser como criatura huraña y cordial, como hombre que —henchido de pasión, de curiosidad por las cosas y el conocimiento, y de talento fecundo— urde, registra y rige en su propio drama, los cimientos de un nuevo Génesis, el croquis de la Tierra Prometida. Y todo eso, viviendo al margen del confort, y, las más de las veces, en las peores condiciones del orden alienado del mundo, asumido por el poeta con exactísima conciencia de su propia conducta y, consecuentemente, como insumo a su creación estética. Así lo revela en “Proyecto de la Obra Maestra”: “Careciendo, no sólo de lo necesario sino/ de lo indispensable. Recursos materiales, cero./ De la miseria surja el fulgor. Ningún óbolo/ del mundo empañe su diafanidad”. Por eso, todos tenemos con él una deuda de agradecimiento. Su vida y su obra dan cima a un magisterio esencial e ineludible para la valía intelectual y el buen hacer de las futuras generaciones.
[COLOR=blue]PeriploEl menor de tres hijos varones (Félix Pedro, Luis Felipe y Carlos Ernesto) del matrimonio de doña Berta Rivas Novoa —chinandegana— con don Félix Pedro Martínez Leclair —granadino— nace en Guatemala ( IV Avenida Sur, No. 18) el 12 de octubre de 1924 —país donde su progenitor labora entonces como agente de seguros de la compañía canadiense “El sol”. A la edad de 6 años llega a Nicaragua. “Arribé una mañana con mis padres y mis dos hermanos en el vapor “Chiriquí” de bandera panameña, un martes 31 de marzo de 1931, día del terremoto de Managua. Desde mi llegada al Puerto de Corinto nos encontramos con semejante catástrofe nacional”(1). Mientras cursaba la secundaria en el Colegio Centroamérica de Granada regido por los jesuitas (1938-43), revela precozmente su excepcional talento literario, al ganar a los 16 años un concurso nacional con unos versos que sorprendieron por lo novedosos y personales (“Invocación final por la Comarca de Cabo Gracias a Dios”) y al escribir —entre otros— El Paraíso Recobrado, poema de luminosidad insuperable. Desde los 16 años fue secretario particular del embajador de Argentina en San José de Costa Rica, país al que viaja frecuentemente para visitar a su padre y en el que conoce a Yadira Jiménez, la muchacha de 14 años inmortalizada en El Paraíso Recobrado; de 1944 al 45, secretario personal del Dr. Mariano Fiallos Gil, entonces ministro de Educación de Nicaragua.
En 1945 emprende en España estudios de Filosofía, Letras e Historia del Arte, que amplía en Francia hasta 1951, donde nutre, en París, su afán permanente de búsqueda de motivos, temas y nuevos recursos expresivos, frecuentando museos, ateliers de pintores, tertulias, bistrós, amigos (Octavio Paz, Elena Garro, Don Jaime del Valle Inclán, Julio Cortázar, Blanca Varela, Fernando de Szyslo, Ernesto Cardenal...), mientras se ocupa de la elaboración de ese prodigio que es su obra poética “La insurrección solitaria”. En los años 50 y 60 viaja, permanece por temporadas y trabaja en Estados Unidos y México potenciando —como suele hacerlo en todo lugar que visita — su meticuloso sentido de la observación, su intensidad y lucidez de análisis. De 1951 al 55 fue director de la revista “Educación” del ministerio homónimo (Nicaragua).
Del 55 al 64 reside en California. Labora por más de 3 años en el Bank of América de los Angeles. Toma un curso breve de Técnica Aduanera y trabaja en la firma “James C/ Wiley Co.”; también se ocupa como obrero en una fábrica de fundición. Del matrimonio (1959) con Esperanza Mayorga Salgado nacen sus dos únicos hijos que crecen con la madre, Emmanuel (1960) y Carlos Ernesto (1962). Nombrado por el Presidente René Schick, se desempeñó como agregado cultural en la embajada de Nicaragua en Madrid (1964-69), donde residió en Calle Raimundo Lulio, 2°-4° izq. Plaza de Olavide, Chamberí, Madrid. “Dedicado a la tarea de una constante culturización mental y cordial, en cerco de amistades. La cultura en la sangre, circulando como el vino” (3) tal lo recuerda el poeta Francisco Valle, en anocheceres de bohemia con guitarra en la Bodeguita y el Gran Café Gijón, Avenida de la Castellana.
En la década del 70 labora junto a Sergio Ramírez para la Editorial Universitaria Centroamericana del CSUCA en Costa Rica y viaja nuevamente a México. También visita ese país, los Estados Unidos y Holanda, a principios de los 80. Del 78 al 79 dirige la revista dominical MOSAICO, del diario Novedades, Managua. En el 88, por razones de salud, viaja a Cuba. Tras una estancia (1977-83) en el INTECNA de Granada (antes Colegio Centroamérica)que inevitablemente lo constriñe a viajar con frecuencia a Managua por razones de trabajo como bibliotecario en Procampo, MIDINRA, fija definitivamente su residencia en Altamira d’Este No. 8, Managua, donde cuidó con celo su decisión de permanecer solitario, en estricta clausura —soñando atmósferas sin viento— 4 como un paliativo contra el “mal de ser” en impotencia, enfermedad, pobreza, decadencia física y moral.
En 1991 y 93 dicta lecciones magistrales sobre su obra y la cultura universal desde la Cátedra creada con su nombre por la UNAN-Managua, institución que se honró en mantenerlo incorporado oficialmente a su cuerpo docente, atendiéndolo, discretamente, hasta su muerte. Durante sus últimos dos años pareció irreversible la desnudez y el desamparo de su porción terrestre(5) precipitándose en el holocausto del propio ser(6). Y así declina, hosco y cordial(7) entre sus manuscritos; libros; las dos gatitas Electra y Clitemnestra (“Las dos gatitas: me dan compañía, sin quitarme soledad”(8); visitas casuales y breves; y las botellas panzonas y cantarinas(9) de su fatal ron Flor de Caña etiqueta negra.
Falleció en el Hospital Bautista de Managua, flagrantemente solo, a las 12:38 a.m., el 16 de junio de 1998. Sus restos mortales fueron velados en la Sala de Lectura del Recinto Universitario Rubén Darío de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), donde cuatro meses atrás se le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Tras una breve escala al día siguiente en el Palacio Nacional de Cultura, la puesta en el sepulcro tuvo lugar en el cementerio municipal de Granada, cerca de los restos de su padre y tías Leopoldina y Alfonsina.
El Inmenso Solitario Insurrecto
Carlos Martínez Rivas, el segundo gran poeta nicaragüense desde Rubén Darío, surge como un niño prodigio de la llamada Generación del 40, a la que igualmen te pertenecen Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985) y Ernesto Cardenal (1925), poetas a quienes la enseñanza oficial de la literatura nicaragüense ha dado a conocer indiferenciadamente en trío como el Triángulo de los Tres Grandes del 40, o los Tres Ernestos, obviando ubicarlos en orden a sus respectivos talentos y nivel de jerarquía estética, —como oportunamente lo hizo notar Juan Chow(10).
Refiriéndose a sus compañeros de generación, dice el poeta en “Los Tres”, nota para interesados (11) “Nuestra amistad, de ‘los tres’ (Ernesto Mejía Sánchez, Ernesto Cardenal, Carlos Martínez Rivas), fue particularmente fructífera porque éramos diferentes en temperamento y carácter y hasta puede decirse que en propósito poético (...). Aunque estábamos siempre unidos e interesados en la misma cosa, la POESÍA, lo hacíamos cada uno desde su propio terreno. (...) fuera de este espíritu selectivo y de cautela, no hubo rasgo externo (de tema o estilo) que nos identificara a “los tres” como grupo. Tampoco iniciamos juntos ningún “movimiento” con su respectiva revista de secta y dogmas. Entre muchas razones, porque nos separamos geográficamente; recién bachillerados, salimos de Nicaragua y en tierras extrañas escribimos nuestros libros”.
La diferencia entre la obra carlosmartineana y la de sus coetáneos, así como el lugar alcanzado por su palabra poética dentro de la jerarquía literaria hispanoamericana y universal, aparece claramente reflejada en esta valoración temprana hecha en 1947 por Ernesto Cardenal: “Tengo obligación de decir que nadie en Nicaragua hasta hoy, ni Rubén Darío tal vez, ha gozado de tanto don poético, tanto “estado de gracia” de poesía como él. Y es bastante decir”(12). Efectivamente, —saludada, entre otros, por críticos tan rigurosos como Octavio Paz, Francesco Tentori, Félix Grande, José María Valverde, Luis Rosales, Ernesto Mejía Sánchez, Beltrán Morales, Graham Greene — la obra carlosmartineana percute y cautiva por la perfección de la estructura y de las formas, por su hondura y carga de implicaciones. “La sobria y adusta perfección de Martínez Rivas —señala el poeta Alvaro Urtecho — resulta de un feliz equilibrio entre la tradición clásica y la tradición romántica”(13). Esa teoría del poema de estirpe baudeleriana enunciada por él en “Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos” rige precisamente su propia creación estética. Veamos lo medular del planteamiento en este trozo:
De este modo elegías tú el adjetivo,
la palabra, y el verso cuyos rítmicos
pasos como los de un enemigo acechabas.
Hacer un poema era planear un crimen perfecto.
Era urdir una mentira sin mácula
hecha verdad a fuerza de pureza.
Evidentemente, es el concepto de libertad lo que mejor permite circunscribir el sentido profundo de la vida y la obra de Carlos Martínez Rivas. Libertad con respecto a los hombres y las instituciones, las costumbres, las modas y modos del vasto mundo plástico, supermodelado y vacío(14), libertad con respecto al lenguaje, con respecto al orden y la lógica establecidos. De hecho, con formidable disgusto, el poeta rechaza, critica y denuncia a su tiempo alienado y su entorno; la emprende individualmente contra la anquilosis del corazón y del espíritu. Con el mismo vigor exalta el amor auténtico(15),suscribe la marginalidad y el autoexilio, la superioridad del poeta en un mundo envilecido. De ahí que nadie pueda remplazarle en su dislocación, su abandono, su descontento, su angustia, su desesperanza, que es lo que él considera más suyo, en apoyo, en sostén al deslumbramiento y a la iluminación, al drama de su yo irreductible.
En efecto, frente al caos del mundo, ante la inteligibilidad de los poderes que rigen la frágil condición humana, los únicos hombres a cuya sombra vale la pena estar son los náufragos, como bien lo afirmara Jean-Paul Sartre: un verdadero artista es el que elige el fracaso y lo elige para siempre. En el mismo sentido se pronuncia Ciorán: La verdadera elegancia moral reside en el arte de transformar nuestras victorias en derrotas(16).
Haciendo referencia al Expresionismo, en la Cátedra que lleva su nombre, como dejando ver su mundo de procedencia y el vértigo de su aventura personal, dice C.M.R.: “Tiene sus raíces este arte en la fundamental inadaptabilidad del ser humano a la existencia terrena: el sentimiento de que el hombre sobre en el cosmos, eso es lo horrible. Ningún gato sobra, ninguna ardilla, ninguna rosa sobran. El hombre sobra. Y eso es una desarmonía, una disonancia a su concierto en el Mundo”(17); razón suficiente esto último para que la pasión, la memoria y el genio de Carlos Martínez Rivas elijan y engendren el oro del asombro y el destello cegador del paraíso, recobrado por la gracia fulgurante y perpetua de su poesía, no obstante ese otro polo de atracción que —so pretexto de rechazo, evasión o remedio contra la sordidez social — lo induce a ser la autopieza de disección espiritual, el auto-Hamlet (18), infernando gesticulante con la guitarra ebria; Ecce Homo eufórico, iracundo, coronado de parras y de espinas.
Pero quizás uno de los aspectos más radicales del ejercicio crítico de Carlos Martínez Rivas es su intransigencia ante el fenómeno poético. De hecho, Martínez Rivas escribe sólo sobre lo que le interesa a él, no a un público. “No tener un público”, —proclama, escribe y lo subraya categórico en “Filiación del poeta menor”. Tampoco tiene prisa alguna en publicar sus poemas, como lo advierte en la explicación que dio el 25 de noviembre de 1993 en la UNAN-Managua a propósito de los 40 años que le tomó el escribir su poema a Salomón de la Selva: “ .... NO ES QUE ME PASÉ CUARENTA AÑOS ESCRIBIÉNDOLO, CORRIGIÉNDOLO; sino que lo guardé cuarenta años sin publicarlo. Ése es, ahí está, EL SECRETO. Este Poema, “EL LECTOR, PANEGÍRICO...”, es un poema hecho no con trabajo sino con tiempo./ Se hizo él solo, porque no lo des-hice, no lo mal-logré , forzándolo a ir prematuramente a las prensas; sometiéndolo a la “letra-impresa”, ese “octavo pecado capital”, antes de cumplir su período orgánico. PUNTO”.
“TAMPOCO ES UN POEMA LARGO. Es un poema breve, pero, a su manera, es un poema grande; porque está cargado de inspiración, por haber sido depurado —en esos cuarenta años —de todo ripio. (....) él, sólo, con el paso del tiempo, con el ritmo —digamos— de las estaciones, se fue despojando de cualquier elemento supérfluo, como un árbol. Yo lo encontraba a cada “inspección” técnica, con unos tres, nueve versos menos —como si se los hubiera sacudido porque le estorbaban”. Evidentemente, tales aseveraciones ponen al desnudo la obsecación perfeccionista del poeta. Corrigiendo mucho, engavetando y volviendo a extraer de gastadas carpetas ‘color pardo rastrojo’ manuscritos emborronados de nuevo; una y otra vez. Tal ha sido el proceso de la escritura de poemas como “La puesta en el sepulcro ”, “Infierno de cielo”, “André Breton en su tertulia”, “Proyecto de la Obra Maestra”... “Un poema como una traducción, podría decirse por extensión, nunca se termina (en el sentido de acabado, de logrado); se deja”, —anotó, coincidiendo al pelo con el poeta francés Paul Valery.
En realidad, esta actitud de perfeccionismo inacabable en Martínez Rivas, suscita contradictoriamente, por una parte el acrecentamiento de la exclusiva propiedad de su palabra poética, de su estatus de poeta de poesía aparte, de su ajenidad; y por otra, hace que el poeta arremeta contra el arte poético y contra todo arte que intente sustituir el flujo de la vida cuya característica es la imperfección —como lo hace notar Eduardo Milán: “A veces parece que la “insurrección solitaria” de Martínez Rivas es un levantamiento contra la poesía misma, por saber que en la poesía se pierde siempre algo esencial, que la poesía nunca alcanza a compensar una carencia y que si hay algo en que, realmente, vida y poesía se parecen es que ambas son pérdidas seguras. A partir de esa especie de equivalencia, Martínez Rivas se rebela contra la poesía como fingimiento, contra la poesía como decoración y movimiento estetizante que sepulta a la vida en esa fijeza última a la que tiende el poema mediante su paradoja esencial de movimiento fijo”; (....) el poeta “manifiesta su desconfianza de un orden impuesto a la poesía que, muchas veces, aún en movimientos poéticos “libertarios”, actúa como camisa de fuerza de la expresión de un impulso ingobernable”(19).
Como consecuencia de esta actitud ética existencial se explicaría, según Alvaro Urtecho, el carácter nietszcheano en buena parte de la escritura posterior a La insurrección solitaria, “escritura nietszcheana en cuanto se expresa en el fragmento, en el margen o las márgenes del discurso. La parte, el fragmento que no llega nunca a cerrarse por ser precisamente eso: fragmento, trozo de corteza , aerolito de un cosmos siempre inasible, siempre naciendo, apareciendo y desapareciendo (....) la palabra pulida, desollada, afilada, que termina devorándose a sí misma, no permitiendo la posibilidad no sólo de la Obra Maestra sino de la misma existencia física del libro como objeto de intercambio social, como objeto de comunicación interactuante”(20). Como quiera que sea, afirmativa y segura, en manifestación siempre fresca y renovada, la palabra poética que Martínez Rivas pule como un arma, con fe / no exenta de cinismo espera el día de mañana / para contradecir al de hoy. / A su golpe vacío, / Fiel (....) / a su pentecostés privado.
La poesía de Carlos Martínez Rivas, subraya Miguel Ángel Echegaray(21), permanece envuelta por un halo de premonición y sentencia bíblica. Su profesión de fe, sin embargo, no fue la del poeta creyente que asocia la palabra divina con la palabra profana. Más bien, él entendió la poesía como un eco alargado de la escritura de Dios y como una batalla del verbo con el lenguaje humano. Por ello, quizá sea el último poeta legítimamente solemne.
Amparado en la venia de la liberalidad projimal, me atrevo a dar cabida al juego cómplice y herético de este ANDANTE IN CRESCENDO CARLOSMARTINEANO
Carlos Martínez Rivas corresponde a la estirpe de los raros. A una raza de artistas y proscritos que —cumpliendo la predicción de Rimbaud— se convierten en visionarios por un largo, enorme y razonado trastorno (dérangement) de todos sus sentidos. A esa tribu de rebeldes forasteros que saben de lugares de donde regresaron henchidos tras su acento exaltado; los ojos relucientes, inyectados de sangre. Buzos del pensamiento con aire de volver del país de los muertos, musitando los últimos límites / de lo bruto; la atracción / de lo inícuo; el azoramiento / del genio tentado, vacilando. El libro secreto de la naturaleza en sus mentes en trance. Translúcidos, embrutecidos, ebrios de sino inmortal. (Andante in crescendo propio dél : ) Batiendo con los pies los tambores del cielo desprenden esa rapsoda que vuela en el viento / por encima del mar tenebroso donde culebrea el infierno; música de esferas. Y cuando sólo disgusto tienen (un excelente disgusto, creo), al soplar de ambas manos las entrañas del caos, bajando la voz y subiendo la llama, hacen surgir la diosa de más ardiente y deliciosa forma (¡wow! Virgo potens Sedes sapientiae Mater misericordiae). Y se celebra con una fiesta suprema en el principado del infortunio.
Estela de la Opera Omnia
Con la publicación —a los 19 años— de El Paraíso Recobrado, Poema en tres Escalas y un Prólogo (Cuadernos del Taller San Lucas, Granada, 1943), y —10 años más tarde— del volumen “La insurrección solitaria”, conjunto de poemas en tres secciones (Editorial Guarania, México D.F., 1953), Carlos Martínez Rivas alcanza la cima de la creación poética hispanoamericana acaso como nuestro poeta mayor del siglo veinte; pero igualmente se reconoce y admira la perfección de sus poemas de adolescencia (El Pijama, Una rosa para la niña que volvió por su muerte...) y de su obra posterior publicada en revistas y suplementos culturales o leída por él en Recitales; cabe citar al respecto —entre tantos— los poemas: Ecce Homo (1957); ¿Qué dicen, hermana mía, las olas salvajes? (1960); Una llama en el bosque de Chapultepec (México, 1964); Dos murales U.S.A. (1964), en los que repercute la lección de Baudelaire como “pintor de la vida moderna”; La puesta en el sepulcro ( XIV Estación), 1953-1980; Los testigos oculares(1964); un terceto de textos reveladores de su honda solidaridad humana, escritos entre diciembre 1983 y mayo del 84: Los perdedores caen en la lona; A quienes no perdieron nada porque nunca tuvieron; y, Dama Llaga Daga; El Auto-Hamlet (un antiguión); Leopardi, Baudelaire, Rubén y compañía (1984); Infierno de Cielo (escrito en 1964 y merecedor —20 años más tarde— del Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío1984; Los amores (1995).
Debiéndose tener en cuenta al mismo tiempo algunos poemas conocidos o no que forman parte de los siguientes títulos, sólo anunciados por Martínez Rivas: Fantasmas y pretextos (años 50, 60, 70); El Asco y la Lira (años 50-60); Cármina figurata (1953-72); Esquina con Esperanza, Esquina sin Esperanza (1951-84); Antropologías (1951-85); Calcoholmanías y Guarismos (1957-79); Identidad y Patrística (años 60-90); De Arte Graphica (años 40-90); SILABARIO CArolinaTON (1977-83); Estatutos de la Pobreza y otros asuntos con ella relacionados (años 50-90). Obras que el Poeta pensó reunir íntegramente o en parte bajo el nombre de Allegro Irato y en las cuales plasma con acucioso, refinado y deslumbrante ingenio —como lo hiciera anteriormente en sus dos publicaciones de plena juventud— su insólita manera de sentir, vivir, padecer e interpretar críticamente la realidad en su concreta dimensión dicotómica de cielo e infierno, de ángeles y demonios, de sabiduría y estulticia, de inocencia e hipocresía, de poder e indefensión, de deshumanización y solidaridad.
Como crítico de literatura y de arte en general Martínez Rivas deja también textos inéditos o publicados de manera dispersa, prueba de ello los temas de sus Cátedras magistrales dictadas en la UNAN-Managua (1991, 1993), y los siguientes trabajos o propuestas: Manual mitológico de Rubén Darío; ABCDarío; Rubén Darío, el envejecer en su poesía (1954-66); Diarios europeos (años 50); Monarcas, enanos y aire (estudio sobre la pintura de Velásquez); Garcilaso de la Vega; Watteau y su siglo en Rubén Darío (1969); Azarías H. Pallais y “los otros” (1954-78); Mis Gay Twenties —sobre Luisita Donahue— (1958-1978); El Ojo diáfano de Tierra firme —sobre Exposición de Pinturas de Mercedes Graham — (1980); La aislada, asidua labor de 30 años... (1984); Julio Cortázar: cara y cruz (1984); Dos pintores impresionistas (1991); La Pintura de Joaquín Vaquero (1994); Mexías Sánchez y otras observaciones (1995); Precisiones sobre el barroco (1995); su Lección magistral sobre Rubén Darío (1998), al recibir de la UNAN-Managua el título de Doctor Honoris Causa.
Evocaciones visuales en su poesía
Algunos títulos de los ensayos citados y las conferencias desarrolladas por el poeta en la UNAN (1991, 1993), ofrecen un indicio de su profunda sensibilidad por las artes visuales y espaciales cuyo oficio el poeta contrasta con el del escritor —obligado siempre a lidiar con la intangibilidad de las palabras—, mientras que el escultor o el pintor tiene el consuelo del contacto cálido, seguro y directo con el material con el cual crea. A este destino nutritivo y fértil aspiró el poeta: “pienso que / quizás —como a mí a veces— te hubiese gustado más pintar”, dice en el “Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos”. De hecho, una buena parte del tiempo transcurrido en el extranjero lo dedicó Martínez Rivas para visitar exposiciones y museos en Europa y América, dando como resultado varios diarios y cuadernos manuscritos, aún inéditos y un conjunto de esbozos gráficos y dibujos pequeños, apretados, patéticos, eróticos, como miniaturas de grandes cuadros y retratos, rostros que resumen “lo bizarro, lo irregular y lo disforme —atributos de la belleza moderna— la presencia herida por el tiempo, tatuada por la muerte” .Octavio Paz(22).
Quien vuelve a sus poemas —nos dice Echegaray (23)— están habitados por una doble fuerza plástica, ya que, además de su rigurosa construcción de imágenes, sus temas conciernen a experiencias pictórica singulares. Martínez Rivas pertenece a esa estirpe de poeta que, como Charles Baudelaire, Octavio Paz o Luis Cardoza y Aragón, han acompañado y revelado la pintura de su tiempo, al igual que han releído también la de otras épocas. Son poetas del ver y del decir. En el nicaragüense la poesía y la pintura se alimentan y se definen una a otra, como si la letra, para engarzarse, necesitara abrevar en el color y la línea. En La Insurrección Solitaria menudean, más que alusiones, tramas poéticas que se originan en pinturas de Da Vinci, Van Gogh o Klee.
En todo caso, este autor que tanto ha adelantado en materia de creación estética y de actitudes, abrió su vena a la transfusión de sangre de los Museos para “crear la dinámica a través de la cual lo pictórico genera a lo meta-pictórico”, según Steven White en su excelente estudio “Martínez Rivas y Baudelaire, Dos pintores de la vida moderna”. Es así como en “La insurrección solitaria” y en su producción posterior, las artes plásticas constituyen una vertiente de reflexión y de creación. Esto explica su frecuente alusión a ellas. De da Vinci —por ejemplo— en “Canto fúnebre...”; de Lucas de Leiden en “Beso para la mujer de Lot”; de Paolo Uccello, Vittore Carpaccio y Mathias Grünewald en “Memoria para el Año Viento Inconstante”; de van Gogh en “Retrato de dama con joven donante”; de Goya en “Cuerpo cielo” y “Los perdedores caen en la lona”; de Paul Klee en “Arete”; de Pieter Bruegel en “Dos murales U.S.A.”; de Sandro Botticelli en su “Tríptico” a Granada... Sin contar sus abundantes referencias al arte greco-romano y en menor grado al precolombino.
Reconocimientos y distinciones
Entre los escasos y a la vez tardíos reconocimientos y distinciones, se le otorgó la Orden de la Independencia cultural Rubén Darío (1982) y el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío (1984). En 1991, durante el rectorado del Dr. Alejandro Serrano Caldera, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) crea la Cátedra Carlos Martínez Rivas, dedicada tanto al estudio de su obra, como al de su pensamiento crítico sobre una época que pocos escritores nacionales han vivido y percibido con tanta intensidad como él; nombrándosele —hasta el final de sus días— catedrático titular de la misma. A propuesta de la Dirección de Extensión Cultural de la UNAN-Managua, se le ofrecen en homenaje el IX Encuentro Nacional Interuniversitario de Poesía (1994) y el VIII Festival Artístico Interuniversitario 1997-98.
En 1997, recibe de la Presidencia de la República el Premio Nacional de Humanidades; la Orden Mariano Fiallos Gil del Consejo Nacional de Universidades (CNU); y un Homenaje Nacional, organizado por el Foro Nicaragüense de Cultura, la UNAN-Managua, el Instituto Nicaragüense de Cultura y el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica. El mismo año también le rinden homenaje la Unión de Artistas Plásticos, Bolsa de Noticias, Promotora Cultural Buen Día, el III Festival del Monólogo, la Escuela universal “Pierre y Marie Curie” , y el Cuerpo Nacional de Policía. El 11 de febrero 1998 le fue otorgado por la UNAN-Managua de manos del Rector, Francisco Guzmán Pasos, el título de Doctor Honoris Causa.
No obstante, su obra intelectual que él, por su propia decisión, conservó cautelosamente inédita (ajeno como era a toda publicidad y las consagraciones, empecinado en no publicar otro libro, “manteniéndose al margen de la llamada y consabida vida literaria, con la dignidad inherente al heroísmo”.Mejía Sánchez(24), merece ciertamente su pronta recuperación y publicación. En un futuro cercano, la producción de Carlos Martínez Rivas debe ser difundida, promovida, analizada, “visando captar —como sugiere Pedro León Carvajal— el sentido en que evolucionan sus concepciones, su sistema técnico, su espectro temático, su metodología secuencial, sus ángulos de enfoque, la proyección de sus perspectivas, la arquitectura de su reflexión ético-estética, su “Weltanschaung”(25). Su herencia literaria debe ser parte integral de los programas de estudio del país, como conviene al Inmenso Solitario Insurrecto que se dio a la tarea de hacer del arte el reflejo creativo de la condición del ser humano en el mundo.
Valoraciones aproximadas
Incontestablemente, esta poesía, —elaborada con absoluta precisión, claridad, profundidad filosófica, esplendor formal, y soberana vitalidad — ha percutido contundente, y seguirá desplegando la influencia de su palabra magnífica y rebelde en todo el ámbito de la lengua y de la condición humana. Desde Octavio Paz, que en elogioso ensayo previsor(26) sitúa a Carlos Martínez Rivas como una de las voces más sólidas y penetrantes de la poesía española de nuestro tiempo, su obra ha merecido permanente admiración y respeto.
Así, en sus connotadas Conferencias a la Empresa Privada (1974), José Coronel Urtecho vierte estas apreciaciones: “(...) Nada adelantaría, desde luego, con decir que no creo, como efectivamente no lo creo, que haya hoy otra lengua igual a la de Carlos en todo el ámbito de la lengua o por lo menos en el ámbito de la lengua de la poesía española. (...) Como quiera que sea, la lengua de la poesía de Carlos Martínez Rivas puede en la actualidad considerarse no sólo desde hace tiempo la más avanzada y cada vez al parecer más avanzada en las más imprevistas formas y direcciones, sino también y por lo mismo, la más apta para captar, expresar y comunicar las delirantes complejidades y profundidades de la situación humana en nuestro tiempo y aún de la misma condición del hombre en el mundo contemporáneo. (...) Carlos Martínez Rivas y César Vallejo... son quizá los dos únicos poetas modernos de la lengua hispánica que han realizado cambios serios y modificaciones importantes en la estructura de la lengua misma...”
El español Félix Grande advierte que “la poesía de Carlos Martínez Rivas, sin ese festivo dominio verbal —de que no carece jamás— sin ese fino esplendor que alguna vez se ha llamado “una sensualidad de la inteligencia” estaría entre las más desoladas de habla castellana(27). Según Alvaro Urtecho, “Esta conciencia de saberse poseedor de una ars poética sin concesiones a la ideología o a la temática planificada, lo llevó a sostener y a proclamar cada vez más la identificación de vida y poesía, de persona y escritura” (28).
“Destacan (en su obra) —anota el crítico literario Mario Campaña— la frecuente utilización del mito; el escaso protagonismo del yo; la versatilidad métrica y de estilos, los usos cultistas. Pero lo admirable es el enorme dominio del lenguaje del poema, así como la indagación incisiva, cruel, en los avatares de la condición humana. El magistral dominio del nivel significante del poema —exacta distribución de acentos, combinación de sonidos consonánticos, etc.— acentúa una significación que no ofrece concesiones. He aquí, en resumen, a uno de los maestros de la poesía latinoamericana y castellana”(29). Hace ya muchos años Beltrán Morales escribió este párrafo: “En este país podrá suceder cualquier cosa (otro terremoto, otro Darío) y “La insurrección solitaria” estará terca y desafiante, como la inconmovible Peña del Tigre en el Océano Pacífico”(30).
Este otro juicio contundente de Ernesto Sábato puede quizá revelar el destino de la creación artística de Carlos Martínez Rivas: “Las únicas obras que pasarán a nuestra historia literaria son aquellas que fueron creadas con sangre, sufriendo el drama de su época y de sus contemporáneos, sus situaciones límites frente a la soledad y la muerte”.
En todo caso, frente a la enorme presencia de lo que habita lo más hondo del lenguaje, Carlos Martínez Rivas se funde y funda en la palabra. A la luz de sus soles recónditos, raro, esquivo, deslumbrante, rebelde, él es la imagen del
FUENTE.LA PRENSA LITERARIA. /LIC:RENE DAVILA."
sábado, 25 de junio de 2011
AL MAESTRO DE GENERACIONES LÁZARO SANCHEZ CON CARIÑO.
AL MAESTRO DE GENERACIONES LÁZARO SANCHEZ CON CARIÑO.:
"Siempre he querido hacer público mi reconocimiento al pedagogo insigne de generaciones, de Chinandega, el maestro JOSÉ LÁZARO SÁNCHEZ TORREZ. En la escuela que él dirigió estudié mi educación primaria.
Por causas políticas emigró a Nicaragua en 1905, la que posteriormente sería su segunda patria, antes de radicarse en Chinandega laboró como profesor en diferentes lugares del país; estos fueron, Niquinohomo, Granada, Chichigalpa. Este periplo se extendió hasta 1913, a partir de este año trabaja en varias escuelas de Chinandega; es hasta1929 que ingresa a laborar al Centro Escolar No. 1 de Chinandega, que después se llamaría “Alberto Cabrales”.
Siempre tuve la creencia que el Centro Escolar “Alberto Cabrales”, dirigido por el maestro Sánchez, era una “pequeña academia” por la enseñanza integral que recibíamos. Lo dotó de biblioteca, museo, laboratorio de física y química, dispensario médico, proyector y cámara de cine, tocadiscos y parlantes. Además teníamos educación física, huerto escolar, teatro de títeres, etc., y una rigurosa disciplina que funcionaba dentro y fuera del centro.
Tengo conocimiento que el maestro Sánchez, después de haberse recibido de profesor, ingresó a la Academia Militar en Honduras, donde se desempeñó como alumno y profesor por un tiempo.
Durante su trayectoria de educador, por más de seis décadas, fueron innumerables los reconocimientos y honores que el maestro Sánchez recibió, sobresaliendo como Mejor Maestro del Departamento de Chinandega en 1959. El doctor René Schick cuando era Presidente le otorgó “La Medalla Presidencial de la República”.
El maestro Sánchez falleció en una clínica privada de León el 19 de junio 1978, en sus funerales le rindieron honores las autoridades civiles del departamento y se manifestó una gran concurrencia del pueblo chinandegano.
Quiero confesar que parte de mi personalidad integral es producto de los consejos y enseñanzas que el maestro Sánchez me transmitió durante mi educación primaria; es por esto que en esta ocasión quiero expresarle: “gracias maestro Sánchez”
José A. Somarriba Anduray "
"Siempre he querido hacer público mi reconocimiento al pedagogo insigne de generaciones, de Chinandega, el maestro JOSÉ LÁZARO SÁNCHEZ TORREZ. En la escuela que él dirigió estudié mi educación primaria.
Por causas políticas emigró a Nicaragua en 1905, la que posteriormente sería su segunda patria, antes de radicarse en Chinandega laboró como profesor en diferentes lugares del país; estos fueron, Niquinohomo, Granada, Chichigalpa. Este periplo se extendió hasta 1913, a partir de este año trabaja en varias escuelas de Chinandega; es hasta1929 que ingresa a laborar al Centro Escolar No. 1 de Chinandega, que después se llamaría “Alberto Cabrales”.
Siempre tuve la creencia que el Centro Escolar “Alberto Cabrales”, dirigido por el maestro Sánchez, era una “pequeña academia” por la enseñanza integral que recibíamos. Lo dotó de biblioteca, museo, laboratorio de física y química, dispensario médico, proyector y cámara de cine, tocadiscos y parlantes. Además teníamos educación física, huerto escolar, teatro de títeres, etc., y una rigurosa disciplina que funcionaba dentro y fuera del centro.
Tengo conocimiento que el maestro Sánchez, después de haberse recibido de profesor, ingresó a la Academia Militar en Honduras, donde se desempeñó como alumno y profesor por un tiempo.
Durante su trayectoria de educador, por más de seis décadas, fueron innumerables los reconocimientos y honores que el maestro Sánchez recibió, sobresaliendo como Mejor Maestro del Departamento de Chinandega en 1959. El doctor René Schick cuando era Presidente le otorgó “La Medalla Presidencial de la República”.
El maestro Sánchez falleció en una clínica privada de León el 19 de junio 1978, en sus funerales le rindieron honores las autoridades civiles del departamento y se manifestó una gran concurrencia del pueblo chinandegano.
Quiero confesar que parte de mi personalidad integral es producto de los consejos y enseñanzas que el maestro Sánchez me transmitió durante mi educación primaria; es por esto que en esta ocasión quiero expresarle: “gracias maestro Sánchez”
José A. Somarriba Anduray "
viernes, 24 de junio de 2011
COSIGUINA; RUTA EXÓTICA Y DE BELLEZA NATURAL POR CONOCER.
CUSIGUINA; RUTA EXÓTICA Y DE BELLEZA NATURAL POR CONOCER.: "
Si hay algo que hace valer la pena realizar este viaje tan largo, es el contacto directo con la naturaleza, conformada por frondosos árboles poblados por diferentes especies de flora y fauna, ríos de aguas ennegrecidas por las lluvias, los inmensos farallones a la orilla de la playa frente al Volcán Cosigüina y cruzar los humedales montados a caballo con el agua hasta los hocicos, y los jinetes con el agua hasta la cintura. Lo más bonito de esta excursión turística es la sensación de libertad y aventura que se experimenta. ¡Eso sí que es emocionante!
La emoción se traduce en los momentos de admiración al contemplar los paisajes que la naturaleza misma se encarga de pintar, en el desafío que representa introducirse en espesas montañas y ríos sobre nivelados, o simplemente admirar la puesta del sol sentado en las rocas que adornan los playones de Mechapa.
El nerviosismo brota entre el grupo a manera de risitas y chistes jocosos. De una u otra manera tendrán que espantar las ideas negativas que van surgiendo conforme se van acercando a su destino.
Para llegar a estos bellos lugares, es necesario tomar la carretera El Viejo-Potosí, en Chinandega, recorrer por cuatro horas un duro camino que incluye superar un buen tramo de carretera en pésimas condiciones, y sobre todo, se requiere de un vehículo con tracción en las cuatro ruedas y un conductor con suficiente experiencia en malos caminos.
Finalmente llegará al Hostal Cosigüina, donde además de obtener un merecido descanso y degustar sabrosos platillos y bebidas, le programan las rutas hacia los farallones del Cosigüina y los humedales. Cada tour requiere de un mínimo de tres y cuatro horas respectivamente.
LOS FARALLONES
La historia de Chinandega registra que en el año 1835 se dio la última erupción del Volcán Cosigüina. Muestra de la furia del coloso son los farallones que se levantan a más de 60 metros de altura sobre el nivel del mar en las playas de Mechapa.
Para alcanzar la meta, es necesario aprovechar la marea baja y cruzar en un camión hasta el otro lado, donde los farallones han esperado pacientemente por miles de años, a los turistas que llegan ávidos de su belleza.
En las enormes rocas incrustadas sobre la arena provenientes de los derrumbes y erupciones del Volcán Cosigüina se forman pequeñas pozas donde darse un chapuzón es una verdadera tentación (muy pocos la resisten). También se puede caminar por la costa recogiendo conchas de todos los colores y tamaños o admirando a los cangrejos que salen de la costa y se introducen en sus cuevas. ¡Es un verdadero espectáculo de la naturaleza!
LOS HUMEDALES
Saliendo desde el Hostal Cosigüina, los turistas se dirigen a Los Playones, desarrollando una verdadera excursión de aventura. Los caballos, dispuestos con especial cuidado por sus dueños, reciben sobre sus lomos a los nerviosos turistas que no saben si montar, o tratar de hacer la gira a pie. No obstante, después de una breve explicación del señor Luis Rafael Gasteazoro, en la que les explica que es imposible hacerlo a pie, optan por subir venciendo el miedo.
El recorrido incluye el humedal Los Playones, el Río Grande, Laguna Palizada y Paso Hondo, en un tiempo promedio de tres horas ida y regreso, por caminos secos, fangosos y mucha agua, observando en el trayecto una variedad de vida silvestre, incluyendo aves de la zona, como patos, gaviotas, entre otras.
El turista antes de realizar este viaje debe prepararse psicológicamente y saber de ante mano que este paseo es un poco mojado ya que pasará entre las aguas del río, la cual le llegará –en algún momento- a la altura de la cintura.
ATRACTIVOS
Excursiones al Volcán Cosigüina, que erupcionó en 1835, el cual formó una hermosa laguna verde esmeralda en el centro del cráter.
Baños en pilas rústicas de aguas termales.
Excursiones a caballo por los humedales y lagunas que son corredores de aves palmípedas migratorias.
Excursiones a los farallones. Este viaje depende mucho de cómo está el mar; para poder contemplar estas enormes rocas de piedra y fragmentos de carbón, se tiene que aprovechar cuando la marea está baja.
LIC:RENE DAVILA / 20050011"
Ventana de informacion sobre la conservación del medio ambiente.
Si hay algo que hace valer la pena realizar este viaje tan largo, es el contacto directo con la naturaleza, conformada por frondosos árboles poblados por diferentes especies de flora y fauna, ríos de aguas ennegrecidas por las lluvias, los inmensos farallones a la orilla de la playa frente al Volcán Cosigüina y cruzar los humedales montados a caballo con el agua hasta los hocicos, y los jinetes con el agua hasta la cintura. Lo más bonito de esta excursión turística es la sensación de libertad y aventura que se experimenta. ¡Eso sí que es emocionante!
La emoción se traduce en los momentos de admiración al contemplar los paisajes que la naturaleza misma se encarga de pintar, en el desafío que representa introducirse en espesas montañas y ríos sobre nivelados, o simplemente admirar la puesta del sol sentado en las rocas que adornan los playones de Mechapa.
El nerviosismo brota entre el grupo a manera de risitas y chistes jocosos. De una u otra manera tendrán que espantar las ideas negativas que van surgiendo conforme se van acercando a su destino.
Para llegar a estos bellos lugares, es necesario tomar la carretera El Viejo-Potosí, en Chinandega, recorrer por cuatro horas un duro camino que incluye superar un buen tramo de carretera en pésimas condiciones, y sobre todo, se requiere de un vehículo con tracción en las cuatro ruedas y un conductor con suficiente experiencia en malos caminos.
Finalmente llegará al Hostal Cosigüina, donde además de obtener un merecido descanso y degustar sabrosos platillos y bebidas, le programan las rutas hacia los farallones del Cosigüina y los humedales. Cada tour requiere de un mínimo de tres y cuatro horas respectivamente.
LOS FARALLONES
La historia de Chinandega registra que en el año 1835 se dio la última erupción del Volcán Cosigüina. Muestra de la furia del coloso son los farallones que se levantan a más de 60 metros de altura sobre el nivel del mar en las playas de Mechapa.
Para alcanzar la meta, es necesario aprovechar la marea baja y cruzar en un camión hasta el otro lado, donde los farallones han esperado pacientemente por miles de años, a los turistas que llegan ávidos de su belleza.
En las enormes rocas incrustadas sobre la arena provenientes de los derrumbes y erupciones del Volcán Cosigüina se forman pequeñas pozas donde darse un chapuzón es una verdadera tentación (muy pocos la resisten). También se puede caminar por la costa recogiendo conchas de todos los colores y tamaños o admirando a los cangrejos que salen de la costa y se introducen en sus cuevas. ¡Es un verdadero espectáculo de la naturaleza!
LOS HUMEDALES
Saliendo desde el Hostal Cosigüina, los turistas se dirigen a Los Playones, desarrollando una verdadera excursión de aventura. Los caballos, dispuestos con especial cuidado por sus dueños, reciben sobre sus lomos a los nerviosos turistas que no saben si montar, o tratar de hacer la gira a pie. No obstante, después de una breve explicación del señor Luis Rafael Gasteazoro, en la que les explica que es imposible hacerlo a pie, optan por subir venciendo el miedo.
El recorrido incluye el humedal Los Playones, el Río Grande, Laguna Palizada y Paso Hondo, en un tiempo promedio de tres horas ida y regreso, por caminos secos, fangosos y mucha agua, observando en el trayecto una variedad de vida silvestre, incluyendo aves de la zona, como patos, gaviotas, entre otras.
El turista antes de realizar este viaje debe prepararse psicológicamente y saber de ante mano que este paseo es un poco mojado ya que pasará entre las aguas del río, la cual le llegará –en algún momento- a la altura de la cintura.
ATRACTIVOS
Excursiones al Volcán Cosigüina, que erupcionó en 1835, el cual formó una hermosa laguna verde esmeralda en el centro del cráter.
Baños en pilas rústicas de aguas termales.
Excursiones a caballo por los humedales y lagunas que son corredores de aves palmípedas migratorias.
Excursiones a los farallones. Este viaje depende mucho de cómo está el mar; para poder contemplar estas enormes rocas de piedra y fragmentos de carbón, se tiene que aprovechar cuando la marea está baja.
LIC:RENE DAVILA / 20050011"
Ventana de informacion sobre la conservación del medio ambiente.
sábado, 4 de junio de 2011
LA MANO FECUNDA DE LA PINTORA CHINANDEGANA YOYA LOPEZ.
LA MANO FECUNDA DE LA PINTORA CHINANDEGANA YOYA LOPEZ.: "
'Yo soy el amante de ensueños y formas que viene de lejos y va al porvenir'... Ruben Dario.
Yoya nació en la ciudad de Chinandega, Nicaragua, reside en la ciudad de Miami, Estados Unidos desde 1979. Desde muy niña sintió gran inclinación por las artes, especialmente por la pintura, habiendo estudiado por su propia cuenta la historia del arte universal y especialmente a los grandes Maestros del renacimiento. Fué en el año de 1972 que Yoya comenzó a incursionar en la pintura y primeramente sus temas fueron primitivos alternándolos eventualmente con temas religiosos, pero al pasar de los años sentía que sus inquietudes cambiaban, su inclinación estaba al lado de las formas, volúmenes, luces y sombras, ella sentía que estos elementos danzaban alrededor de formas redondas y con coloridos térreos y fué asi como Yoya comenzó su era de Tinajones y Barro, y ha convertido su pintura como la llaman los críticos: ' Un tributo a la Tierra', un tributo al barro , noble material al que Dios dió su hálito de vida para formar nuestra raza humana, a los utencilios de la vida cotidiana rural que fueron usados por nuestros antepasados. Actualmente trabaja con oleo, acrílico y acuarela, además de su afición por el Arte Sacro en forma de retablos lo cual ella lleva a cabo como una fuente de alimento espiritual siempre dentro de los conceptos del Arte.
Exhibiciones individuales:
1996.-'Sky Art Gallery' Soho, New York.
1996.-'NOSTALGIA SOBRE PAPEL' Galería Nery. Miami, Fl.
1996.-NICARAGUANS IN MIAMI, A SAGA Borders Book Shop.Miami
1996.-51 st. Anniversary Celebration of the UNITED NATIONS in The Greater Miami UN Association Miami
1997 Embajada de Nicaragua en Washington USA
1997'STILL LIFE' St. James Art Gallery. Coral Gables, Fl.
1999 .- EXHIBICION DE ARTE SACRO Iconos Bizantinos y Ortodoxos Auditorio del South Miami Hospital réplicas hechas por Yoya .
Exhibiciones colectivas:
1993.-'SIETE ARTISTAS NICARAGUENSES EN MIAMI ' Miami Dade Community College Kendall Campus.
1994.- 'WIZO ART ' 94 ' IV Exibición Internacional 'Women's International Zionist Organization Biscayne Boulevard, Miami
1994.-'SUEÑOS Y COLORES ' Patrocinado por El Miami Herald y El Nuevo Herald en el salón principal del Miami Herald
1994.-'DOS MUJERES FRENTE AL ARTE ' Galería Nery, Miami
1995.- 'EN JUNIO COMO EN ENERO ' Promovida por W.L.R.N. Canal 17 P.B.S. de TV. Miracle Center, Coral Gables,Fl
1995.-'DOÑA ROSA SARMIENTO ' En homenaje a la Madre de nuestro Poeta Rubén Dario, Biblioteca Municipal de Chinandega Dr. Eduardo Montealegre G. Chinandega, Nicaragua.
1995.- 'LETRAS Y COLORES ' Biblioteca Rubén Darío de León en honor del Dr. Edgardo Buitrago y Sra. Mariana Sansón León, Nicaragua
1995.-'GALA FOUNDATION EVENT' (ONU) NACIONES UNIDAS, New York,
1995.-'MONTELIMAR '95' Nicaraguan-American Medical Association Salón Mayorca Montelimar, Nicaragua.
1995.-' RAICES ' Centro Cultural, Managua, Nicaragua
1995.-' RAICES ' Teatro de la Universidad Católica UNICA 'Redemptoris Mater' Managua, Nicaragua.
1997.-REPRESENTACION DE NICARAGUA
en el SALON DE PINTORAS LATINOAMERICANAS en el IV Congreso Continental de la Mujer Americana Hotel Intercontinental, Miami, Fl.
1999.- 'MUJERES LATINOAMERICANAS EN EL ARTE' Mesa Redonda Panamericana Capítulo de Miami, RADISSON MART PLAZA, Miami
Reconocimientos:
“INSTITUTO CULTURAL RUBEN DARIO
Le otorga reconocimiento por enaltecer la cultura Hispanoamericana y honrar la vigencia del Legado Dariano.
“LIBRERIAS PUBLICAS DE MIAMI DADE”
En reconocimiento por su valuable contribución a las Librerias de Miami
“ LA CIUDAD DE SWEETWATER, MIAMI”
Por sus contribuciones a la cultura Nicaraguense de nuestra comunidad. Sus manos a traves del arte mantienen vivos los recuerdos y añoranzas de su tierra natal Nicaragua
“COMISION 2000 DE NICARAGUA”Nombra “CIUDADANA NOTABLE DEL SIGLO EN CHINANDEGA a Yoya López, representativa de los hombres y mujeres de esta Ciudad que por
sus valores cívicos y sus aportes al bien común, el civismo, la educacion, las artes y la producción, dieron ejemplo a la presente generación y a las venideras
LIC:RENE DAVILA /04060011"
'Yo soy el amante de ensueños y formas que viene de lejos y va al porvenir'... Ruben Dario.
Yoya nació en la ciudad de Chinandega, Nicaragua, reside en la ciudad de Miami, Estados Unidos desde 1979. Desde muy niña sintió gran inclinación por las artes, especialmente por la pintura, habiendo estudiado por su propia cuenta la historia del arte universal y especialmente a los grandes Maestros del renacimiento. Fué en el año de 1972 que Yoya comenzó a incursionar en la pintura y primeramente sus temas fueron primitivos alternándolos eventualmente con temas religiosos, pero al pasar de los años sentía que sus inquietudes cambiaban, su inclinación estaba al lado de las formas, volúmenes, luces y sombras, ella sentía que estos elementos danzaban alrededor de formas redondas y con coloridos térreos y fué asi como Yoya comenzó su era de Tinajones y Barro, y ha convertido su pintura como la llaman los críticos: ' Un tributo a la Tierra', un tributo al barro , noble material al que Dios dió su hálito de vida para formar nuestra raza humana, a los utencilios de la vida cotidiana rural que fueron usados por nuestros antepasados. Actualmente trabaja con oleo, acrílico y acuarela, además de su afición por el Arte Sacro en forma de retablos lo cual ella lleva a cabo como una fuente de alimento espiritual siempre dentro de los conceptos del Arte.
Exhibiciones individuales:
1996.-'Sky Art Gallery' Soho, New York.
1996.-'NOSTALGIA SOBRE PAPEL' Galería Nery. Miami, Fl.
1996.-NICARAGUANS IN MIAMI, A SAGA Borders Book Shop.Miami
1996.-51 st. Anniversary Celebration of the UNITED NATIONS in The Greater Miami UN Association Miami
1997 Embajada de Nicaragua en Washington USA
1997'STILL LIFE' St. James Art Gallery. Coral Gables, Fl.
1999 .- EXHIBICION DE ARTE SACRO Iconos Bizantinos y Ortodoxos Auditorio del South Miami Hospital réplicas hechas por Yoya .
Exhibiciones colectivas:
1993.-'SIETE ARTISTAS NICARAGUENSES EN MIAMI ' Miami Dade Community College Kendall Campus.
1994.- 'WIZO ART ' 94 ' IV Exibición Internacional 'Women's International Zionist Organization Biscayne Boulevard, Miami
1994.-'SUEÑOS Y COLORES ' Patrocinado por El Miami Herald y El Nuevo Herald en el salón principal del Miami Herald
1994.-'DOS MUJERES FRENTE AL ARTE ' Galería Nery, Miami
1995.- 'EN JUNIO COMO EN ENERO ' Promovida por W.L.R.N. Canal 17 P.B.S. de TV. Miracle Center, Coral Gables,Fl
1995.-'DOÑA ROSA SARMIENTO ' En homenaje a la Madre de nuestro Poeta Rubén Dario, Biblioteca Municipal de Chinandega Dr. Eduardo Montealegre G. Chinandega, Nicaragua.
1995.- 'LETRAS Y COLORES ' Biblioteca Rubén Darío de León en honor del Dr. Edgardo Buitrago y Sra. Mariana Sansón León, Nicaragua
1995.-'GALA FOUNDATION EVENT' (ONU) NACIONES UNIDAS, New York,
1995.-'MONTELIMAR '95' Nicaraguan-American Medical Association Salón Mayorca Montelimar, Nicaragua.
1995.-' RAICES ' Centro Cultural, Managua, Nicaragua
1995.-' RAICES ' Teatro de la Universidad Católica UNICA 'Redemptoris Mater' Managua, Nicaragua.
1997.-REPRESENTACION DE NICARAGUA
en el SALON DE PINTORAS LATINOAMERICANAS en el IV Congreso Continental de la Mujer Americana Hotel Intercontinental, Miami, Fl.
1999.- 'MUJERES LATINOAMERICANAS EN EL ARTE' Mesa Redonda Panamericana Capítulo de Miami, RADISSON MART PLAZA, Miami
Reconocimientos:
“INSTITUTO CULTURAL RUBEN DARIO
Le otorga reconocimiento por enaltecer la cultura Hispanoamericana y honrar la vigencia del Legado Dariano.
“LIBRERIAS PUBLICAS DE MIAMI DADE”
En reconocimiento por su valuable contribución a las Librerias de Miami
“ LA CIUDAD DE SWEETWATER, MIAMI”
Por sus contribuciones a la cultura Nicaraguense de nuestra comunidad. Sus manos a traves del arte mantienen vivos los recuerdos y añoranzas de su tierra natal Nicaragua
“COMISION 2000 DE NICARAGUA”Nombra “CIUDADANA NOTABLE DEL SIGLO EN CHINANDEGA a Yoya López, representativa de los hombres y mujeres de esta Ciudad que por
sus valores cívicos y sus aportes al bien común, el civismo, la educacion, las artes y la producción, dieron ejemplo a la presente generación y a las venideras
LIC:RENE DAVILA /04060011"
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