miércoles, 29 de junio de 2011

JUAN DESHÓN Y EL “TITÁN” DE CHINANDEGA PRECURSORES DEL BÉISBOL EN NICARAGUA.

JUAN DESHÓN Y EL “TITÁN” DE CHINANDEGA PRECURSORES DEL BÉISBOL EN NICARAGUA.: ":lol: :cry: :yikes: :insane:
Deshón Morazán —de familia estadounidense establecida en el Occidente de Nicaragua desde mediados del siglo XIX— fundó en el citado año de 1910 el Titán. Le acompañaron sus hermanos menores Eduardo y Roberto, tercera base; los hermanos Miranda y Federico Montealegre, dos de los jardineros (RF y LF), Alfredo Henríquez — -concuño de Roberto Deshón—, Alberto Baca Seydel, jardinero central y Adán Molina en la intermedia, por citar la mayoría de su novena. Igualmente, Juan Deshón entrenaría a los lanzadores José Martínez “Crema”, de Chinandega; Raúl Peñalba “El Moto”, de León: Julián Amador “Mono Blanco”, de Masaya y Carmen Quinto (del Managua). El maestro les recomendaba tres condiciones: calma, coraje y drop (Uriarte, 1960, I: 8-9).

—¿Cómo sabía que ya era graduado un pítcher? —le preguntaron a “Mono Blanco”. Este explicó: 'Don Juan ponía un espejo cruzado sobre el punto que dijéramos el home, con cierta altura, por cierto muy poca, del suelo, y cuando uno pasaba tres pelotas desde el box debajo del espejo sin romperlo, entonces recibía su diploma de graduación. Yo fui el primero que lo recibí porque en poco tiempo logré pasar las tres pelotas debajo del espejo sin romperlo, lo cual significaba que tenía un control perfecto” (Pereira Ocampo, II, 1978: 37-38).

Asimismo, Deshón a principios de 1912 —antes del desembarco del Unites States Marine Corps— a dos amigos estadounidenses para incorporarse al Titán: a su cuñado Richard Frizell, receptor, y a Charles Goggin, inicialista: los primeros llegados a Nicaragua con ese objetivo. El Titán —acotaría Tito Rondón— “se mantuvo invicto hasta que se inauguró la primera liga interlocal” (Rondón, 21 de febrero, 2000). Tito alude, más bien, a la organizada a nivel del Pacífico en 1915 y reconoce el papel único de Deshón como jugador (llegó a recibir ofertas de grandes ligas) y organizador, entrenador de lanzadores (en los años cuarenta tendría otro discípulo: Benjamín López “El Guajiro” Cosmapa) mánager y promotor. Y de todo ello tuvo auténtico orgullo, ya que decidió irse a la tumba vestido con el uniforme de su amado Titán.

4. UN DESCOMUNAL BATAZO

Tres años después, un barco estadounidense ancló en Corinto. Como sus tripulantes eran aficionados al beisbol, muy pronto se concertó jugar con el Titán en un predio vacío cerca de la costa. No había, como es obvio, gradas ni bardas. El mar era su límite natural. Baca Seydel, el center-fielder, narró las incidencias de ese partido que hizo época en los anales de la región de Occidente:

“ Juan apretó la tuerca en todo el trayecto, y su curva hacía estragos entre los yanques sorprendidos […] Ganábamos cuatro por tres cuando vino la parte del último inning. Hicimos el primer out, pero el siguiente bateador se embasó con un inflield hit y robó la segunda. Luego, por un error, pasó a tercera y otro quedó en primera.

El mánager de los yanques mandó a batear a un emergente: un hombre de dos metros que tomó el bate de 40 pulgadas como si fuera un palillo y lo hizo girar como si tuviera cuerda. El yanque se plantó frente al plato. Juan le lanzó una curva que, viniendo en strike, se desvió hacia afuera como un metro y el yanque abanicó vergonzosamente. El público rugió.

Juan tiró intencionalmente una bola muy baja que el yanque volvió a ver despreciativamente desde lo alto. Y, después de pensarlo bien, lanzó una recta a la esquina de adentro, y el yanque, haciendo un swing que todavía me da pavor, le dio a la bola para un batazo fenomenal hacia la izquierda que, después de una angustiosa espera, un viento nicaragüense desvió a terreno de foul. Hasta donde me encontraba, se oyó el suspiro colectivo de alivio.

El yanque volvió a ver amenazante a la concurrencia que, afligida, enmudeció. Juan se paró firmemente, llevó las manos al pecho, hizo el wind up, lanzó la bola y ¡pang! se oyó un golpe seco, contundente. Con sólo el ruido que hizo, se supo adonde iría a parar, y yo apenas tuve tiempo de observar que tomaba la trayectoria del pitcher y de la segunda, y se elevaba hacia los cielos. No me detuve. Giré sobre mis talones y emprendí la carrera para atrás y seguí, seguí. Cuando pisaba las primeras aguas de la ola desparramada sobre la costa, volví al cielo y alcancé a ver un pequeño objetivo; pero no me detuve y seguí adelante, chapoteando, chapoteando, y ya nadaba cuando estiré mi brazo.

Los yanques jubilosos recibieron en home plate al jonronero. Pero el público no perdió la fe para esperar, ni el juez la vista para presenciar el instante en que la bola se quedó en mi manopla al hacer impacto, en la más grande y emocionante atrapada que se ha visto”
:no: :yes: :doh:
FUENTE:LA PRENSA: / LIC:RENE DAVILA /28060011"

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