martes, 15 de abril de 2014

Teodoro Merlín Soy chilero, mago y hablo con la panza…

Soy Juanito, muñeco del profesor Guerrulin, Guierrelin. Tengo 40 años de andar con este viejo, es profesor en magia, ventriloquia, payaso, se pega fuego, ha amaestrado perros y cabros. Es el Rasputin más viejo. ¿Sabe por qué le dicen Rasputin? Que lo diga él. El hombre se quita el muñeco y habla con su voz normal: La gente me apodo Rasputín, porque cuando era joven era muy buscando por las mujeres, fui suertero en asunto de las damas. 

Mi nombre de artista es Teodoro Merlín, tengo 59 años, miren, aquí ando mi tarjeta. Me buscan para cualquier fiesta, cumpleaños, bautizos, lo que sea, pues. No crean, yo estudie mi primaria, y parte de la secundaria en el Instituto de Chichigalpa, llegué hasta tercer año. Bien hubiera seguido, pero me intereso más el arte. El arte es lo más bello que hay, eso ya viene en la sangre eso no se estudia. Figurese, que talvez estaba en clases y se oía en la calle el alboroto, cuando venia entrando al pueblo el circo. 

Me salía escondido de la escuela para ir detrás del circo. Y en la noche ya estaba instalado en la cuarta banca, tirando bromas, chuleando, jodiendo con los cirqueros. Yo era metiche. Ahí fue pasando el tiempo, hasta que un día se acerca uno de los payasos y me dice: Ve hombre, vos tenes madera para muchas cosas, ¿No te gustaría entrar al circo? Dios míos, que felicidad, es como si me hubieran dado un beca. 

Yo me siento traquilo con este arte. Trabaje en la televisión, en la época de Miguel Sobeyda, con mis muñequitos: Juanito y Joselito, y me pagaban mis buenos pesos. También trabaje en veladas de colegios y teatros de cine junto con otros artistas como Raulín, Filosofito y Pinolillo. En el arte como en la vida hay sus momentos buenos y malos. Te voy a contar lo que me pasó en 1955 en Chinandega, haciendo la “decapitación humana”. La cosa de esta magia es que la gente ve como se le corta de un cutachazo la cabeza a una mujer. Ay, diosmiyito, y yo hacia bien el truco.

Hasta hablo y saludo al publico, porque yo hablo con el estomago. Ese truco bien hecho, me costo una carceleada de nueve días. Es que, entre publico habían dos guardias, a uno de ello le apodaban el Ni – Juan. El asunto es, cuando yo termino, se me dejan venir los dos guardias, se me cruzan de brazos, todos malencarados. Me dicen, ve hombre, recoge tus tres babosadas y camina. Es que, vas preso… callate, camina, y no irrespetes a la autoridad. Pero ¿Porque?, les pregunto yo. 

Es que andas indocumentado y vos no sos nicaragüense. ¡Cómo que no soy nicaragüense! Ni modo, camine. Pero la verdad fue, que estos guardias jodidos, se asustaron con mi presentación. Creyeron que era la verdad la decapitación, y cuando vieron que era truco, se arrecharo, porque se sintieron engañados.

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