miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL CASITA DONDE EL CASIQUE DIRIANGEN LIBRO SU ULTIMA BATALLA.



Se cree que Diriangén, jefe chorotega nació en 1496 y recibió la educación tradicional de su raza, según la cual correspondía a su madre instruirle en la historia de su tribu, de la que él y los suyos eran descendientes. Los viejos sacerdotes se encargaron de hablarle de la patria primitiva y lejana al otro lado del mar, donde ellos y los Nahuas fueron sometidos a la esclavitud de los Olmecas, de quienes huyeron mimetizados entre la naturaleza y las brumas de la noche.
Diriangén fue entrenado con especial cuidado para dominar las cosas relacionadas con la guerra. Manejaba con singular maestría la espada de recia madera erizada de dientes de pedernal y era el mejor de su tribu arrojando macanas o lanzas. Desde muy joven conquistó el rango de Hombre Guerrero permitiéndosele llevar rapada la cabeza con un mechón central sobre la coronilla, símbolo que lo señalaba como valiente guerrero, logrando ser admirado por todos, inclusive por sus enemigos Nahuas, Maribios y hasta los lejanos Misquitos y Matagalpas.
En feroces batallas enfrentó a los Nahuas, sus rivales más acérrimos, cuyos pueblos estaban asentados en Masaya, Masatepe, Jinotepe, Ochomogo y Mecatepe y quienes por sus múltiples victorias lo llamaron Diriangén, que significa señor de los dirianes, de los hombres que viven en los lugares altos.
En 1684, Fray Nemesio de la Concepción Zapata, de la Orden Franciscana, escribió una crónica en la que describe los sucesos de la última lucha de Diriangén, nuestro primer Héroe Nacional. Dice el fraile franciscano: “Después de una penosísima ascensión de cumbres y desfiladeros, saltando grandes desgarrones de la selva inmensa pudo llegar el ejército mandado por Nicuesa Alvarez a ponerse en contacto con los indios. Fue una batalla terrible, tanto más, cuanto que Diriangén se disponía a emprender el golpe que él llamaba final contra los invasores: si esta vez no acabo con los extranjeros y los traidores me quito la vida. El ejército de Nicaroguán - como equivocadamente lo llama Fray Nemesio -, pasaba de 70 mil hombres. “La batalla duró poco más de medio día y el ejército indio fue puesto en derrota más fiera que hasta entonces se le hubiese dado... “ Cuando el feroz caudillo nicarateca se vio vencido y rodeado de los enemigos que ya lo iban a hacer cautivo, corrió hacia un farallón que había cerca del sitio donde se encontraba y montándose en él como sobre un pedestal gritó: No me habéis vencido infames. No lograréis ni siquiera el cadáver de este hombre que os ha infundido pavor muchas veces aún con vuestras armas infernales. No tomaréis ni siquiera mi cadáver, porque ahora mismo me voy a precipitar a una madriguera de tigres para que me devoren, antes que pase por la vergüenza de ser vuestro prisionero... Y diciendo estas inflamadas palabras se arrojó al abismo, un profundo precipicio cubierto de espeso bosque. Su cuerpo se vio en el aire, al descender hasta el fondo del abismo como un objeto que se arrojó desde lo alto de una torre...” Según la tradición viva y conservada por el relato oral de los campesinos del lugar, este último esfuerzo de Diriangén para detener la conquista española se libró en el cerro Apastepe, hoy volcán Casita, al sur del volcán San Cristóbal, al pie de los llanos de Olomega, en el actual departamento de Chinandega. 
LIC:RENE DAVILA / 141111

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