sábado, 14 de abril de 2012

El canto íntegro del Dr. Wilfredo Álvarez Chinandegano Miembro De Los Bisturíes Armónicos.



Al mediodía del lunes nueve de abril falleció el doctor Wilfredo Álvarez Rodríguez (Chinandega, 1934), “como un lirio que el tiempo consume” (“El lirio y la fuente”). Álvarez fue uno de los tres médicos integrantes, junto con el doctor César Zepeda Monterrey (fallecido) y el doctor César Ramírez Fajardo, del célebre trío “Los Bisturices Armónicos”, quienes tanto folklore recogieron e interpretaron para la historia de la música nicaragüense. Ellos fueron alma y música de nuestra identidad.

Baste recordar sus imperecederos Long Play (discos de Larga Duración), “Son tus perjúmenes mujer”, y luego “Eva de amor”, que incluyen, entre otras canciones antológicas: “Son tus perjúmenes mujer” (folklore de Cosigüina); “La reventazón” (folklore de Rivas); “El jornalero” (folklore de Cosigüina); “El muchacho tonto” (folklore de Chinandega); “El arreo” (de Salvador Cardenal y Pablo Antonio Cuadra); “Escobita pulida” (folklore de Matagalpa); “Eva de Amor” (Chinandega); “El pichelito de agua” (folklore de Chinandega), y así una constelación de canciones, nicaragüenses hasta los tuétanos, reconocidas y citadas por Salvador Cardenal Argüello en su enciclopedia musical “Nicaragua: Música y Canto”.

Pablo Antonio Cuadra dijo de ellos: “El pueblo siempre ha tenido el canto en los labios, pero el canto del pobre, canto sin medio de comunicación salvo su propia poesía que va lentamente de guitarra a guitarra... Es una empresa digna de todo aplauso la de estos médicos-músicos que nos rescatan y devuelven, con fidelidad absoluta, a través de sus voces y de sus instrumentos musicales, las fuentes del canto nacional”.

No le conocimos a Wilfredo un solo instrumento de cuerda que no tocara como jugando entre su inolvidable risa. Fue narrador, autor de “El chorriador de asfalto y otros cuentos” (2007) y miembro del Centro Nicaragüense de Escritores, el cual deplora profundamente esta inevitable partida de “muchacho tonto” tan querido por todos y tan de dejarse amar.

Su vela fue el nueve de abril por la noche en la Funeraria Don Bosco, y el martes diez su ser hecho canción fue trasladado a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en la ciudad de Masaya, desde donde después de celebrarse una misa fue conducido al cementerio. ¿Al cementerio? ¡quién sabe!, porque parece estar diciendo: “Yo soy la fuente, ay, déjame correr”.

LA VIDA ENTRE QUIROFANOS Y EL CANTO POPULAR DE WILFREDO ALVAREZ.



Un curandero musical
*Profesor de medicina de 35 generaciones
*Quiere terminar dando clases
*La docencia, la música y la pintura le han llenado la vida
*Famoso por sus historias incontables e increíbles, como cuando reparaba hímenes en León a las novias que pretendían casarse
*No tengo dinero y nada me hace falta, pero me sobran las satisfacciones espirituales.

¿Por dónde andará la niña tartamuda que aquella mañana tarareaba el estribillo de la canción Son tus perjúmenes mujer, cuando el doctor Wilfredo Alvarez la escuchó hace más de 30 años en los corredores de una finca chinandegana, allá por las laderas del volcán Cosigüina? La trama de la vida se encargó de poner en ese lugar al doctor Alvarez, que escuchó con atención las medias palabras de la chavala, y anotó aquellas frases que desde la resonancia de sus sentimientos resumían al nicaragüense en su expresión musical, picardía y poesía.

Fueron los Bisturíces Armónicos, tres jóvenes médicos que cerraban sus consultorios desde el viernes por la tarde para ir por veredas y cañadas, recogiendo la música tradicional campesina que se cantaba en montañas y praderas allá por los años 70 y que eran verdaderas joyas musicales que vivían en el anonimato.

Llevaban alforjas cargadas de muestras médicas para impartir consultas a los campesinos, con los cuales terminaban compartiendo epopéyicas parrandas entre cantares y leyendas rurales. A este trío los juntó el deseo de compartir sus afinidades, pues eran médicos, tocaban la guitarra, gustaban ir de caza y de pesca, y sobre todo tenían una atracción instintiva por las costumbres y tradiciones del campo.

El doctor Wilfredo Alvarez es uno de los sobrevivientes de este trío. Tiene el mérito de ser uno de los más antiguos y activo profesor de la Facultad de Medicina de Managua, se calcula que ha transmitido sus conocimientos a más de 35 generaciones de médicos.

Recientemente cumplió la modesta edad de 74 años, una vida dedicada a la medicina, la docencia, la música, la parranda, la pintura y a contar historias fascinantes que le han contado o que le ha tocado vivir o que las ha tenido que inventar en su incansable afán de narrador de la vida. Tal vez por eso decidió escribir un libro sobre cuentos que será presentado oficialmente en septiembre y que los tiene ya impresos guardado debajo de su cama esperando el día en que saldrán de allí como un vuelo de mariposas.

El nacimiento de los Bisturises

Para la clausura de un congreso de médicos centroamericanos con sede en Managua, las delegaciones debían presentar un acto cultural representativo de su país, fue entonces que uno de los organizadores, el desaparecido radiólogo Roberto Calderón, le propuso a unos médicos que se prepararan para interpretar algunas canciones de Camilo Zapata.

Y fue así que en el Teatro González de Managua aparecieron en ese entonces cuatro guitarristas vestidos de cotonas de manta y sombreros de paja, y como no tenían nombre al momento de la presentación el que hacía de maestro de ceremonia se le ocurrió decir que eran los “Bisturices Armónicos”, por las destrezas adquiridas en el uso de la cuchilla en su oficio de cirujanos.

“Los Bisturises Armónicos se formaron más por necesidad que por casualidad. Después de esa presentación nos seguimos viendo para tocar guitarra y a veces salíamos a presentarnos en algunas fiestas o actos culturales que nos invitaban”, recuerda el doctor.

Son tus perjúmenes mujer, la joya deseada

Fue el doctor Wilfredo Alvarez el que le puso atención a lo que cantaba aquella niña de Tonalá, captó la melodía del estribillo y más tarde dice que le agregó algunas estrofas para dejarla como se conoce ahora. Sin embargo, esta canción ha sido la madre del cordero, porque debido a su parcial anonimato hay quienes han pretendido quedarse con la creación de esta joya musical.

Fue esta canción la que le dio fama y brillo a Carlos Mejía Godoy en España, y por lo cual podrá ser recordado por algún tiempo más. Fue a mediados de la década de los años 70 que Carlos Mejía cantó esta canción en un festival de música en España, donde la canción gustó de romplón.

Tanto es así, que Carlos Mejía confesó que en los próximos días un grupo de artistas españoles realizarán un acto cultural en celebración de su trayectoria artística, y que un grupo de mujeres, entre las que figura Paloma Sanbacilio y Angela Carrasco, cantarán la canción de la niña de Tonalá.

Carlos Mejía dice que la canción fue recopilada por los Bisturíces Armónicos y que su autor es anónimo. “Es una de las canciones que más satisfacciones me ha dado”, confesó.

Al doctor Alvarez esta canción también le ha dado muchas satisfacciones. Tal vez más que cualquier otra de las casi 50 que recopiló el trío durante varios años de recorrido por los campos y llanuras nicaragüenses.

Los Bisturices Armónicos estaban compuesto por el doctor Wilfredo Alvarez, César Ramírez y César Zepeda, este último fallecido a consecuencia de una enfermedad penosa. Durante 15 años permanecieron unidos en la tarea de rescatar la música campesina que nadaba en las aguas del anonimato, pero terminaron separándose por razones ideológicas y religiosas después del triunfo de la revolución en 1979.

“Son cosas que pasan en la vida”, dice el doctor tratando de aceptar de la mejor manera algo que ha quedado en el pasado y del cual prefiere dejarlo allí. Fue durante el remolino de la revolución que cambió muchas cosas, para bien y para mal, que llegó a parar hasta el Hospital Militar Alejandro Dávila Bolaños como sub-director docente, entonces tuvo que dejar la cotona de músico y la gabacha de galeno para vestir el verde olivo militar con una pistola fajada en el cinto.

“Creo que eso no les gustó a mis compañeros”, y poco a poco este trío que llegaron a conocer entre sí hasta la preferencia del color de la ropa interior que usaban, se fue separando y se dejaron de ver aún más o casi por completo con la muerte de uno de sus integrantes, el doctor César Zepeda.

Una vida con sabor y sin sabores

Al volver la vista atrás afloran los recuerdos de una infancia feliz en la finca del abuelo, donde pasaba las vacaciones arriando el ganado y bebiendo la leche de vaca de la teta al guacal todavía con la temperatura corporal del animal. Desfilan los recuerdos de los largos días de clase de música y pintura en la Escuela de Bellas Artes, los años de estudiante en la Facultad de Medicina de la ciudad de León donde “se vivía en una lucha titánica entre los docentes y alumnos porque no permitían ningún acto de contradicción e indisciplina”. Sólo recuerda a dos mujeres en la facultad de medicina de su época de estudiantes, ellas eran Teresa Jiménez y Vilma Núñez, no sabe qué habrá pasado con ellas.

Recuerda su estadía por el hospital San Vicente que era más parecido a una finca en abandono pero que tenía ínfulas de un hospital. “Antes de operar a los pacientes teníamos que ir a sacar del quirófano los animales que se habían metido por la noche, desde cusucos hasta murciélagos, era inmundo, pero así me formé como médico”, dice.

El día que Rigoberto López Perez ajustició a Anastasio Somoza García, el asesino del general Augusto C. Sandino, el doctor Alvarez vivía a dos cuadras del lugar de los hechos, y fue un guardia amigo suyo con el que había estudiado el bachillerato en Managua, que le mandó a decir que se fuera de allí y no volviera en meses. “me fui por veredas hasta llegar a Chinandega donde regresé en tren a la casa de mis padres en Managua”, recuerda.

Todos los que estaban en esa casa, incluyendo al dueño, el doctor Berríos, un reconocido antisomosista, cayeron presos, algunos estuvieron en las jaulas de los leones y las panteras de la loma de Tiscapa, porque supuestamente Rigoberto López Pérez había pasado por esa casa en la tarde antes de cometer el último acto de su vida

Desea terminar dando clases junto a los maltrechos cadáveres del laboratorio rodeados de asustados y curiosos estudiantes. El balance de su vida es sencillo pero profundo: “no tengo dinero y nada me hace falta, pero me sobran las satisfacciones espirituales. Estoy tana catana con la vida, nada le debo y nada me debe. Lo único que le pediría a esta edad es que me permita seguir dando clases en la universidad, me gustaría morir dando clases…es que la universidad es el mejor patrón”.
FUENTE:S.CRUZ / Lic:Jose Humberto Davila

lunes, 27 de febrero de 2012

LINDA EXPERIENCIA AL ESCALAR EL IMPONENTE SAN CRISTOBAL.



Atrás queda el bullicio de Chinandega, una ciudad que despierta muy temprano. Cerca de ella, erguido e imponente se observa el coloso volcán San Cristóbal, cuya pendiente te reta a escalarlo.
Su fumarola sirve de guía, pero también advierte de su furia interna. Desde cualquiera de las entradas a Chinandega se aprecia su majuestuosa presencia, resaltada por los colores vivos en sus laderas.
Cinco jóvenes asumen el reto de llegar hasta la cima. Es domingo, y con el frío de la madrugada, abordan una camioneta y se movilizan del centro del departamento de Chinandega hasta la comunidad “Las Rojas”, ubicada en la zona suroeste del cráter.
Sobre caminos pedregosos, arena y tierra inicia su travesía hacia el volcán. Durante el recorrido son constantes los saludos de habitantes de las comunidades, quienes alientan a los aventureros a seguir su camino.
“Imaginate en la punta”, repite uno de ellos cada vez que miran salir los gases del cráter de coloso de Occidente, pero el desafío todavía está lejos de alcanzarse.
La caminata
Una vez que se llega a la comunidad ‘Las Rojas’, comienza la caminata sobre terreno inclinado, senderos con pequeños árboles y otra vegetación marcan el camino.
Los minutos pasan, el sol también “avanza” en su trayecto, y con ello el calor aumenta considerablemente, pero ya logran apreciar el volcán Chonco y las plantaciones de eucalipto, teca y café que cubren el paisaje.
El sudor aparece sin previo aviso y el cansancio toca sus talones, pero el despliegue de belleza natural y la cima del San Cristóbal cada vez más cerca los hace seguir.
Están tan solo comenzando a subir las faldas del volcán, sin embargo, es un buen momento para descansar en lo que se conoce como “Mirador del coloso” y distinguir la ciudad de Chinandega, Chichigalpa, Puerto de Corinto y El Realejo.

El asombroso verde de los campos, el arco iris de los siembros agrícolas y el sentirse “más cerca de las nubes” se nota en los rostros enrojecidos del grupo que también retan al calor y al sol.
Un poco más adelante, se hace una parada en “El Destiladero”, donde los viajeros se reconfortan observando cómo las gotas de agua y los helechos de gran altura crean una especie de cueva con olor a tierra mojada y azufre. Esta es la última sombra que se disfruta.
Por momentos las piernas se sienten dormidas, y cada paso que dan es como dar uno hacia atrás. La sed ataca y sus bocas se sienten secas pero deben ahorrar agua.
Tres ambientes
Según avanza el ascenso, la vegetación seca y la falta de sombra señalan el inicio de la desolación, moviéndose lentamente sobre un terreno arenoso y de piedras finas. El camino se pierde, aunque las bolsas plásticas amarradas a los troncos de árboles caídos marcan el paso de los que ya estuvieron ahí y quizás llegaron a la cima.
Con suerte, encuentran una rama que les sirve de bastón. Pasan entre las “venas” de piedra y ceniza que marcan al San Cristóbal. El viento sopla fuerte y el fresco venido de la cima reconforta.
Como piezas de ajedrez sin ordenar decenas de árboles sin hojas, como un cementerio de ramas, decoran el terreno oscuro y deslizante que bordean el cráter.
“Se ven preciosos y es increíble como se mantienen sin caer al vacío. Chinandega se ve tan pequeña que ni sus calles se miran”, dice al detenerse para ver hacia atrás, Argenis Guevara, uno de los miembros de este grupo improvisado de exploradores.
Siguen subiendo hasta empezar a sentir vértigo, ya sea por la temperatura, el cansancio o lo inclinado del terreno. Una vez cerca del cráter, quizás por los gases expulsados bajan el ritmo de la caminata, aunque con un paño mojado toleran el olor a azufre y leve ardor en sus ojos.
Ya muy lejos de la última vegetación se pueden apreciar los volcanes Casita, Chonco, Moyotepe y La Pelona, siendo el San Cristóbal el más activo del grupo. También, se aprecia el volcán Cosigüina, el Golfo de Fonseca y las montañas de Honduras y El Salvador.
Una vista que les hace exhalar y olvidar que pasamos más de cinco horas caminando.
¡Misión cumplida!

FUENTE.E.DIARIO/ LIC:RENE DAVILA / 240212

viernes, 3 de febrero de 2012

FREDDY LOPEZ QUIROZ LA NECESIDAD Y POBREZA FORTALECIÓ SU VOCACIÓN DE PERIODISTA.

de 

Hijo de un matrimonio campesino, nació en la comarca de Río Chiquito, del municipio de El Viejo, Chinandega. En sus estudios de secundaria alguien le encontró "madera" para la locución, lo que se le convirtió en la primera puerta para incursionar en la radiodifusión en la que lleva ya casi medio siglo.
Estas características corresponden a Freddy López Quiroz, quien a sus 68 años de edad y con seis de estar jubilado mantiene activo el programa musical "Pentagrama Nacional" en una radioemisora capitalina.
Las primeras letras las aprendió con la cartilla "Mantilla". Tuvo como primera maestra a Martinita Guardado, pero la pobreza en que vivía con sus dos hermanos (Ramón y Rosa María) y su mamá Doña Angela Quiróz, lo obligaron a dejar los estudios y trabajar en el campo con su progenitora.
Su padre Don Miguel López, oriundo de Masaya fue abandonado por su mamá debido a que era "mujeriego". Esto ocurrió cuando Freddy tenía tres años de edad.
A los 9 años de edad Freddy comenzó a trabajar en el campo agropecuario llegando a especializarse en ganadería cuando tenía 11 años de edad. Su mamá era la cocinera de la hacienda donde él trabajaba. Fue enredador, ordeñador y campisto.
Cuando ajustó los 14 años de edad "sentía la necesidad de ir a la escuela". Llegó la escuela "El Paraisito" donde los cinco años de primaria los hizo en uno, debido a su rápido aprendizaje.
Una maestra le detectó alto coeficiente intelectual
Una profesora al ver lo adelantado que iba Freddy, le dijo que ya nada tenía que seguir haciendo en ese centro educativo del campo, que buscara la ciudad. A la edad de 16 años le escribió a su padre que vivía en Masaya, para que le ayudara para entrar a una escuela en la ciudad.
Para esa época su papá de 35 años de edad -que era administrador de una finca en los Altos de Masaya y propiedad de José María Peña- ya estaba casado con Mercedes Romero de 16 años de edad. Su madrasta todavía está viva y mucho lo quiere y casi tiene la misma edad de Freddy.
La primaria la terminó en la Escuela Luis Alberto Cabrales de Chinandega. En esa etapa fue el maestro de ceremonia de las actividades de su colegio, participaba en concursos de oratoria y de matemáticas.
Ganó el primer lugar como el mejor alumno del departamento de Chinandega. En una ocasión llegó a Managua para competir con otros estudiantes donde se escogió el mejor alumno de Nicaragua "pero allí me batearon", dijo Freddy.
Su primera puerta para la radio
Formó parte de la banda de guerra del centro donde ejecutó redoble y el clarín. Además fue palillón.
Una vez el director de la escuela donde estudiaba, el maestro José Lázaro Sánchez, de ideas unionistas lo mandó a llamar después de ganar un concurso de oratoria relacionado a la unión centroamericana para darle una buena noticia.
José Castillo Cáceres de Masaya tenía una emisora en Chinandega que se llamaba Radio Occidental que transmitió el concurso de oratoria en la que Freddy participó el 15 de Septiembre de 1963. El propietario de la estación radial se fijó en la oratoria de nuestro personaje y dijo que él tenía una voz y que quería probarlo para locutor.
Al día siguiente Freddy llega a la radio y le hacen la prueba que le gustó al propietario y le dio el trabajo como locutor, pero no duró mucho porque Castillo Cáceres quería que él adoptara su estilo entrecortado que no le gustó a nuestro personaje y "como me empiezo a enamorar de una corinteña con la que hice mi primera trastada".

La trastada lo obligó a salir huyendo de Chinandega porque temía que lo casaran. Llegó a Managua en 1965 donde probó suerte, ayudándole un tío suyo de nombre Alejandro Pavón quien lo conectó con un periodista que le decían "Cuajipal".
Hizo pruebas de locución en Radio Centauro y La Corporación. En esta segunda emisora lo entrevistó Julio Armas y lo envió a la Voz de la Victoria por donde pasaron "los grandes de la radiodifusión" como José Dibb McConell, Fabio Gadea Mantilla y todos los que estuvieron en la época de oro de Radio Mundial.
Después estuvo como "taponero" (locutor) en Radio Continental y en algunas ocasiones hizo el programa "Barriendo y cantando" que tuvo esa radioemisora propiedad de Mariano Valle. Leyó noticieros matutinos en los que no le pagaron pero logró que le dieran unos contratos de publicidad con los que se pagó, pero con el tiempo regresó a Chinandega en 1966 y regresó a Radio Occidental como locutor de comerciales.
Trabajó en un noticiero con Luis Hernández Bustamante propiedad del doctor Noel Pereira Majano -ex diputado liberal de la Asamblea Nacional fallecido el 13 de agosto del 2011- . El programa informativo se llamaba "Revista noticiosa del medio día" donde quiso retirarlo el dueño de la radio, pero debido al poder del doctor Pereira Majano que era accionista de la radio, Freddy se quedó en el programa.
El doctor Pereira Majano lo mandó a reportear mientras era conductor de la Dry Cleaning, "San José". Estando en ese trabajo llegó a buscarlo el propietario de la cadena radial "Triángulo Musical de Occidente" para preguntarle ¿Dicen que usted es locutor?.
La repuesta de Freddy fue positiva y lo visitó en la radioemisora porque su propietario quería escucharlo ante los micrófonos. Utilizando su sentido común logró detectar que tipo de música le gustaba a la esposa del propietario y cuando llegó a hacer programación y controlar transmisiones de ritmos musicales en las radios Tic Tac y Titanic.
Salto a León
Después se fue a León donde se conecta con la gente de la radiodifusión y reforzar el periodismo radial. Se pone en contacto con Juan Toruño, propietario de Radio Darío logra colocarse en la realización de un programa con música norteña.
En una prueba que le hicieron en el estudio, inventó un programa radial que lo denominó "El cerro Negro en acción". Desde ese momento lo contratan y le dicen que iba a ganar 800 córdobas mensuales, al tiempo que le informó que a varios periodistas les iba a presentar noticieros y así pasó 15 años en el periodismo empírico.

Como se trasladó a vivir a León estableció una excelente relación con periodistas y locutores de León con los que conoció una serie de cantinas que visitaban. Freddy no tomaba licor, pero los acompañaba y en una ocasión lo llevaron a un curso de refrescamiento de tres semanas para periodistas y locutores empíricos que ofreció la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.
El curso fue de tres semanas, pero cuál fue su susto al final, lo llamaron para entregarles su diploma firmado por el Dr. Carlos Tünnermann, quien era el Rector de la UNAN-León. Allí conoció las primeras lecciones de la "pirámide invertida", por las que pasa todo estudiante de periodismo.
Su primer noticiero como periodista empírico lo sacó al aire en Chinandega en 1969 denominado "Cadena informativa", narró beisbol y fue miembro de una liga campesina.
¿Cuándo decide estudiar periodismo en la universidad?
Freddy decidió estudiar periodismo en la universidad cuando fue miembro de la Asociación de Periodistas de Chinandega de la cual fue Presidente donde los agremiados "establecimos que teníamos que profesionalizarnos".
Recuerda que el periodista Luis Arróliga dijo en una reunión de hombres de prensa que Freddy no podía estar en la asociación por ser empírico. Ese señalamiento lo transformó en un reto para irse a preparar en la universidad.
Después del triunfo de la Revolución Sandinista hizo el básico en la UNAN-León, para después dirigirse a Managua a iniciar la carrera de Periodismo en el Recinto Universitario "Rubén Darío". Le tocó vivir la transición que tuvo la Escuela de Periodismo de la UNAN- Managua, cuando la facultad fue trasladada a la Universidad Centroamericana (UCA).

Casi en forma paralela al iniciar los estudios de periodismo buscó el apoyo del Dr. Jesús "Chuno" Miguel Blandón cuando era director de Radio Sandino quien le dijo: "La Revolución no quiere empirismo, te doy el trabajo si vas a la universidad".
Se graduó de Licenciado en Periodismo en 1984, en la histórica promoción que sacó a 100 periodistas. Le tocó dar el discurso central en la ceremonia donde participó el Comandante Bayardo Arce, en representación de la entonces Dirección Nacional del FSLN.
Después del triunfo de la Revolución Sandinista trabajó en Radio Paz, Radio Sandino hasta 1983 donde fue corresponsal de guerra. Después pasó a la Voz de Nicaragua donde laboró 21 años.
En la Voz de Nicaragua fue reportero. Lo llevó a la radioemisora estatal Luis Cabrera, ahora embajador de Nicaragua en Cuba, estudió técnicas de periodismo en la extinta República Democrática Alemana (RDA).
Fue sindicalista en la estación radial del Estado y después de regresar de la RDA de hacer un curso de sindicalismo lo nombran en 1987 Director de la Onda Internacional de la emisora oficial del Estado.
Al desaparecer la Onda Internacional en 1990 lo nombran Director de Prensa de la radio estatal. Después asume la Dirección Artística de lo que se transformó en Radio Nicaragua. Estando en ese cargo cuando Hugo Hernández Oviedo quien dirigía la radio Mera Mera se jubila, el asume la dirección de la estación. Tenía a su cargo La Mera Mera, la 90.5 y la voz oficial.
Fue corresponsal de emisoras internacionales como Radio Progreso de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Radio Habana Cuba, la BBC de Londres como corresponsal ad-honoren y una estación radial de Houston, Texas.
Actualmente dirige el programa radial de música "Pentagrama Nacional" que se transmite por Radio La Picosa. Ese programa lo sacó al aire en Radio Nicaragua cuando fue Director de Prensa. El programa es sobre música popular y en algunas ocasiones con temas regionales.
FUENTE.edgar barberena. / LIC:RENE DAVILA /020212