Para 1912 durante la Revolución libero-conservadora, en la llamada Guerra de Mena, familias chinandeganas protegieron sus vidas al trasladarse a la “montaña”, cientos viajaron a la comarca Filadelfia, un lugar de enmarañada arboleda al sureste de la ciudad de Chinandega.
Así lo recuerda Rafaela González, de 94 años. “Mi madre me lo contaba que en esa época viajaron ahí para salvar sus vidas”, relató. Con el paso de los años la “montaña” que era de la comarca Filadelfia y la colindante Palmira sufrió tala intensa primero para cultivar trigo, posterior fueron los algodonales y los extensos cañaverales.
En esa zona a partir de 1990 nacieron varios repartos: La Resistencia, Concepción de María, El Progreso y Pedro Joaquín Chamorro y ahora no quedan vestigios de esa montaña.
El bosque primario que predominaba en el departamento de Chinandega que incluye vecindades y faldas de las zonas protegidas del complejo volcánico Chonco-San Cristóbal, Los Llanos de Apacunca, Delta del Estero Real y Estero Padre Ramos e Isla Venecia se ha extinguido.
El ambientalista Enoc Juárez, quien suele recorrer la zona rural de Chinandega, recuerda que en los ochenta había montaña en el complejo volcánico Chonco-San Cristóbal, sector Laguna-Rancherías y Santa Cruz, pero la voracidad ha provocado la devastación del área.
Dijo que en la Reserva Genética de Apacunca ya no se encuentra el carao, el roble, mangle blanco y el cortés, el árbol de pintadillo es poco y el precioso pochote es difícil ubicarlo, pero asegura que quizás se encuentre, aunque pocos, en la zona alta.
En el Estero Real ya solo existe bosque secundario. “Fue depredado a vista y paciencia de las autoridades”, comentó Juárez.
Añade que en los Llanos de Apacunca ya es difícil hallar un conejo, se extinguió el pizote, la guardatinaja, el saíno, el garrobo, la lapa, la chachalaca, las loras y guatusas, además de las pichardas, todo por la depredación del bosque.
Kenny Espinoza, alcalde de Somotillo, muestra su preocupación con los incendios forestales en este verano. El dato es de 1,800 manzanas de bosque quemadas hasta esta semana, un grave impacto en las comarcas de Palo Grande, Rancho América, San Francisco de Asís y Las Mesas.
“Se ha detectado que no son incendios de finqueros de manera involuntaria, sino de gente que pasa por las fincas y realizan las quemas; ya emitimos una ordenanza y trabajamos con la gente para que logren entender que hacen perjuicios”, declaró.
Espinoza aseguró que avanzan con el proyecto de reforestar las zonas de recarga hídrica con 160 mil plantas que ahora están en viveros, destinados para las zonas altas en los ríos Tecomapa, El Gallo y El Negro.
EL BOSQUE SECUNDARIO
“La montaña virgen”, bosque primario o bosque nativo, es la montaña original, con alto grado de naturalidad que no ha sido influenciado directa o indirectamente por el hombre.
Los bosques secundarios son los regenerados de un bosque antes destruido, que no llega a tener el grado de biodiversidad de los bosques primarios.
Pedrarias Dávila, coordinador del centro de biodiversidad de la UNAN-León, explicó la importancia del bosque secundario en la reciente apertura de la Reserva de Conservación-San José de las Marías, de 223 hectáreas, a 50 kilómetros al norte de Chinandega.
El inventario ahí es de 120 especies de árboles y arbustos, fauna en peligro de extinción como el cusuco, el venado cola blanca y el cabrito, tigrillos, cotorras de frente blanca, chocoyos, serpientes y roedores.
Precisó que ese es un bosque secundario debido a que no existen especies de hace 50 años, como la caoba y el cedro real que “fueron extraídos en su momento”.
Agregó que hay un bosque secundario en recuperación, con árboles de almendro del río, guanacaste de oreja, jenízaros, que tienen valores culturales, como el de nuestros indígenas que utilizaban el fruto (de guanacaste de oreja) para lavar la ropa.
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