miércoles, 2 de diciembre de 2015

La Teodora Coyota de El Viejo

En El Viejo, cuando era villa, vivió la Teodora Valdivieso: una mujer que abandonaba el lecho, dejando dormido a su esposo, para transformarse en Coyota detrás de su rancho y al pronunciar este conjuro: Abajo carne, abajo carne. La Coyota iba a reunirse con una manada de coyotes que merodeaba a orillas de la población, a caza de cerdos, gallinas y chompipes. El altanero jefe de la manada y la Teodora se amaban entrañablemente. A su regreso, la Coyota volvía a ser humana diciendo: Arriba carne, arriba carne. 
Un día el marido, que la espiaba, le echó un puño de sal y a la Teodora no se le subió la carne, quedándose Coyota para siempre. Algunos romerantes de la Virgen del Hato aseguran que, emitiendo tétricos lamentos, ella tuvo que retornar a la manada y procreó una prole con el jefe de la misma. Ellos la vieron cruzar la yerma llanura y el tupido bosque seguida de numerosos cachorros.


El Espanto del Roldán en Cosigüina

Cerro zacataloso en parte y en otras de vegetación espesa, es el Roldán, ubicado en la región comarcana de Cosigüina. Hasta su pequeña cumbre fue un campista de la hacienda San Cayetano a levantar una punta de ganado. Y no volvió. Era un Jueves Santo, cuando el Nazareno permanece en el suelo y no está permitido, por piadosa costumbre, cabalgar ni transportarse en otra forma. Por ello se oye un grito macabro, espeluznante, cuyo eco invade la vastedad del llano: uyyyyyhooooo. Los hombres reflejan el pánico en sus rostros y llenas de pavor, las mujeres estrechan a sus hijos tiernos contra el pecho, a la vez que musitan el Trisagio (santo Dios, santo fuerte, santo inmortal…) para ahuyentar el Espanto.